Para el gran público, hablar de Haralabos Voulgaris puede ser un galimatías, pero es un nombre interesante que ha irrumpido en el fútbol español con un proyecto ambicioso, diferente y moderno. Bob, como se hace llamar, es el actual propietario y presidente del CD Castellón, un club centenario que se ha puesto en manos de este empresario y jugador de póker profesional que ha decidido invertir en el siempre atractivo mundo del fútbol.
Nacido en Canadá y de origen griego, Voulgaris se ha ido destapando con una figura peculiar. Antes de aterrizar en Castalia, su nombre ya era conocido por su éxito en las apuestas deportivas y por su etapa como director de investigación cuantitativa de los Dallas Mavericks de la NBA. Esa visión analítica y meticulosa le hizo pensar en el fútbol como nuevo escenario para crear impacto. En 2022, el canadiense decidió dar el salto definitivamente con el objetivo claro de transformar al CD Castellón en un gran club competitivo, moderno y capaz de sostenerse en la élite.

Modernización y mejora del Castellón
Desde la llegada de Voulgaris a Castellón en el año 2022, sus métodos y experiencia han marcado el ritmo y el estilo de gestión del club. Basado en un uso intensivo del Big Data y con confianza plena en la modernización y profesionalización de todas las áreas del club, bajo su liderazgo se ha apostado fuerte por un modelo que combina el talento joven con futbolistas experimentados que den estabilidad.
Buscando un equilibrio necesario pero sin descuidar la intención de proyectarse a medio plazo, la filosofía de Voulgaris no solo se refleja en la plantilla del equipo, sino también en la manera de trabajar en los despachos. Es ahí donde se han implantado más cambios, con la implementación de metodologías de análisis propias del baloncesto estadounidense adaptadas a las exigencias del fútbol.
La inversión económica también ha sido clave en el proceso de transformación del club. El CD Castellón ha visto cómo se multiplicaban sus recursos, lo que ha permitido reforzar la estructura deportiva y mejorar las condiciones de trabajo para, a su vez, buscar de manera más efectiva los perfiles necesarios. Al mismo tiempo, el club ha estrechado lazos con la ciudad, generando un ambiente de ilusión que se traduce en una afición volcada con el equipo. Las gradas de Castalia se han llenado con frecuencia y el sentimiento de pertenencia con el club ha crecido alrededor de un proyecto que mira al futuro con ilusión.

Voulgaris, un visionario con luces y sombras
El canadiense, sin embargo, no ha dejado de ser una figura controvertida. Su carácter directo y algunas decisiones, a veces firmes y sin titubeos, han despertado tanto admiración como debate entre el seno de la familia castellonense. Sin embargo, sí ha demostrado que su apuesta va más allá de lo coyuntural y el plan del nuevo dueño no se centra solo en un nuevo ascenso o en conseguir resultados inmediatos, sino en crear una base firme de trabajo con una nueva metodología y reforzar al Castellón para competir de manera estable mirando el futuro a largo plazo.
Si el ascenso a Segunda División supuso la confirmación de que la hoja de ruta marcada estaba dando frutos, esa mirada más allá parece poder ser un descanso. Para una afición demasiado acostumbrada a sufrir altibajos en las últimas décadas, los éxitos recientes, en los despachos y en el césped, son una reivindicación total a la nueva tendencia del club. Esa capacidad de crecer con Voulgaris al mando le da cierta credibilidad y espacio, pues no parece que el crecimiento momentáneo fuera una meta, sino solo un paso más de un plan que apunta más alto.
En sus declaraciones, el CEO ha insistido en que la paciencia y el trabajo constante son la única vía para alcanzar la élite y mantenerse en ella, por lo que sigue ese patrón con gran intensidad también desde el palco de Castalia. Hoy, el equipo orellut es un ejemplo de unión entre modernidad, pasión y gestión inteligente para reactivar la capacidad de un club histórico al que siempre acompañó una grada fiel. Hoy, bajo el mando de Haralabos Voulgaris, Castalia respira un aire de optimismo que no se veía desde hace tiempo.
 
			