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La puntería de Jacobo en el Córdoba

El madrileño se ha consolidado como la referencia ofensiva del Córdoba, un delantero versátil y decisivo que combina gol, trabajo y liderazgo

por Miguel Ruiz
27 de agosto de 2025
Jacobo Córdoba

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Jacobo ha heredado la responsabilidad de ser en uno de los focos del ataque del Córdoba CF. Entre su propia mezcla de filo y oficio, acostumbrado a vivir en el costado derecho y con tendencia a perfilarse hacia dentro, Jacobo hace que su juego combine ese desborde corto, el golpeo tenso y la lectura de los espacios que le permite aparecer como un nueve circunstancial y hacer las veces de goleador siempre que el plan se lo pida. Sin ser ese ariete clásico que fija centrales durante los noventa minutos, sí es un delantero moderno que suele ver puerta.

El jugador del Córdoba suele arrancar abierto y atacar el área con velocidad. Aunque suele llegar al remate desde segunda línea, es más que capaz de sorprender con sus cifras a final de campaña. Ese doble registro lo ha hecho valioso en un equipo que necesita sumar amenaza por fuera sin perder presencia en el punto de penalti. El argumento y la solvencia de la 24/25 le han dado, tras la salida de Antonio Casas, el cetro del gol para la 25/26 a falta de una nueva aparición.

El camino de Jacobo

Formado en academias muy exigentes y de altísimo peso, con un tramo largo en la cantera del Real Madrid, Jacobo González forjó su fútbol en un camino paciente, que le llevó a tener que jugarse el pan por diferentes categorías: Alcorcón (filial y primer equipo), Rayo Majadahonda, Villanovense, Celta Fortuna e, incluso, un primer contacto con la élite en el Celta de Vigo, además de las etapas vividas en Tenerife, Sabadell y Andorra.

Jacobo Córdoba
Jacobo, a su llegada al conjunto blanquiverde | Foto: Córdoba CF

Fue en Sabadell donde firmó un curso que le hizo romper, en el que el gol y el último pase se convirtieron en plenos rasgos de su identidad. Jugar en contextos muy distintos le dotó de personalidad y oficio y, de vivir en una realidad de posesión dominante a tener que sobrevivir sin balón se convirtió en un examen que le abriría puertas. Ese itinerario explica la madurez que muestra en la actualidad a sus 28 años. El delantero entiende mejor ritmos de partido, sabe cuándo y cómo acelerar para medir esfuerzos y cuándo congelar una jugada para beneficiar al equipo.

El aterrizaje en El Arcángel el verano pasado, en 2024, fue una apuesta de impacto inmediato. Con un contrato de dos temporadas y galones para liderar en esos metros finales en los que es diferencial, Jacobo respondió con una campaña de doble dígito entre goles y asistencias. Esa producción sostenida en el tiempo que no llegó a fogonazos le dio credibilidad para que su día a día fuera viéndole, cada vez más, como un líder en Córdoba. El paso de las jornadas solo confirmó esa sensación Su nombre pasó de ser un refuerzo a una referencia.

Heredero del gol

Más allá de la foto del gol, el valor de Jacobo se aprecia en detalles y le ha hecho ser vital la temporada pasada. El jugador madrileño ataca el intervalo lateral-central con mucha inteligencia, dibujando desmarques diagonales que abren hueco al interior y, cuando juega como falso nueve, descarga de espaldas con un primer toque letal para activar la segunda jugada. Su golpeo con el interior, generalmente raso y ajustado, obliga al central a tomar decisiones que, a menudo, llegan demasiado tarde.

Jacobo Córdoba
Jacobo, en el Córdoba, la pasada campaña

A nivel de impacto, su importancia se mide en números y, sobre todo, en sensaciones. Tras la salida del máximo goleador de la pasada campaña, Antonio Casas, todos le mirarán a él en el área rival. En un campeonato donde cada tanto cuesta horrores, el Córdoba CF tiene en Jacobo un delantero que no solo anota, sino que fabrica contextos para que el gol sea posible.

El contexto actual lo ha empujado a una responsabilidad mayor. Con un Córdoba que en Segunda División necesita repartir el gol y elevar el número de remates por partido, Jacobo actúa como metrónomo emocional del frente ofensivo. Cuando el equipo se parte, baja dos metros a recibir para juntar; cuando hay que morder, ataca el segundo palo con decisión. Dejó el sello del curso en varios escenarios grandes y, ya en el arranque de la presente temporada, se ha estrenado con rapidez, recordando que su estadística no depende de rachas largas sino de esa continuidad ya citada.

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