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Gabi, un creyente en La Romareda

El exjugador, ahora entrenador del Real Zaragoza, maneja las riendas del equipo maño en una 2025/26 que se prevee compleja

por Miguel Ruiz
3 de septiembre de 2025
Gabi Fernández

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Aunque es conocido futbolísticamente como Gabi, en realidad es Gabriel Fernández Arenas. Exjugador y ahora entrenador del Real Zaragoza, su paso por el fútbol maño fue capaz de dejar una gran impronta. Gabi nació en Madrid en el año 1983. Allí, empezó a dar pasos en el fútbol en la siempre importante cantera del Atlético de Madrid, donde acabó siendo también un ídolo.

Emergió de la escuela colchonera como un mediocentro defensivo de notable compromiso y liderazgo y su trayectoria como jugador incluyó un capítulo decisivo en ese Real Zaragoza de comienzos del S.XXI. Entre 2007 y 2011, defendió la camiseta del conjunto zaragocista y no solo se consolidó como titular, sino que ejerció como capitán del equipo. Una experiencia que forjó un vínculo duradero y sólido con un club aragonés que, décadas más tarde, lo ha llevado a regresar como entrenador.

Gabi Fernández
Gabi, dirigiendo en el Real Zaragoza

La campaña pasada y su labor en los últimos meses de la temporada fueron premiados con una renovación hasta 2026, lo que le daba la oportunidad de plantear un proyecto completo en su casa, con una estructura técnica consolidada en Aragón y con el hándicap de buscar el éxito lejos de La Romareda. El nuevo director deportivo, Txema Indias, y la directiva apostaron por la estabilidad.

El Zaragoza asumió que los momento críticos superados por Gabi eran solo la prueba de que era el hombre perfecto para dominar el nuevo proyecto del Zaragoza con todas sus dificultades, así como para liderar desde el inicio la nueva temporada. Un mando que debía dársele a alguien que ha sido parte de su historia como jugador y, ahora, como técnico.

Hoy Gabi ya representa una transición que trasciende roles y su figura une el pasado y el presente de un club lleno de historia y al que los últimos años no está tratando bien. Con una carrera notable como jugador, su recorrido formativo como entrenador le ha llevado a ser una opción más que certera para un Zaragoza que creyó hundirse y al que la mano de Gabi salvó en el último suspiro. Un nexo emocional irreprochable, que encarna lo que significa volver en el momento justo.

Gabi y su salto a los banquillos

Su salto para probar suerte como entrenador se dio en el año 2023, cuando Gabi accedió a asumir el mando del Juvenil B del Getafe. Una primera experiencia en los banquillos que llegaba tras colgar las botas definitivamente en el año 2020 y con más de 700 partidos en su haber. Con disciplina y mente abierta, el excentrocampista internacional español escaló al filial durante esa misma temporada, llevándolo a pelear por puestos de playoff en Segunda RFEF. Un logro que lo haría resaltar y cuya experiencia le forjó un perfil táctico y de gestión que parecía clave para dar un salto aún mayor.

El Real Zaragoza, siempre atento, optó por llamar a su viejo capitán para darle el control del equipo en una temporada que se planteaba crítica. Fue en marzo de 2025, con el club a un punto del descenso a Primera Federación, cuando Gabi fue anunciado como nuevo entrenador del primer equipo. Volvió a casa para ser el custodio de un proyecto a la deriva que necesitaba salvarse del infierno del descenso. Desde su llegada al banquillo maño transmitió un mensaje único de implicación, identidad y reflexión sobre lo que era para él tomar esa responsabilidad.

Gabi Fernández
Gabi, en un entrenamiento con el Getafe B | Foto: Getafe CF

“Para lo que muchos era un marrón, para mí es una oportunidad de ayudar a este club tan especial”, comentó al poco de su llegada. Su conocimiento del entorno, de la afición y la mística vuelta a La Romareda le permitieron conectar rápida y emocionalmente con un vestuario que debía dejarlo todo para salvarse. El desafío era revertir el ánimo del equipo y asegurar una permanencia en la categoría de plata que estaba en entredicho.

En su debut logró una victoria ante el Mirandés en La Romareda y, a partir de ahí, supo desplegar un trabajo psicológico tan importante como táctico, buscando devolver la dignidad al club e inspirar a una plantilla venida a menos en los meses previos. Finalmente, consiguió la salvación en mayo, con una jornada aún por delante. En el último partido histórico del viejo estadio zaragocista antes de su actual obra, se selló su primer gran logro como entrenador, reforzando la idea de que, más allá del currículum y la experiencia, Gabi representaba un anclaje emocional enorme con el club aragonés.

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