Eventuales ‘excesos’ verbales han costado caro a un Real Valladolid que ha dado sensación de desesperado en diferentes tramos de la temporada desde el punto de vista comunicacional

Esta temporada la polémica arbitral ha marcado algunos encuentros del Real Valladolid. Con mayor o menor razón o acierto, diferentes agentes se han manifestado sobre esta labor de los colegiados, con idéntico resultado: convertir su mensaje en gasolina echada al fuego. El efecto causado, como el que causaría esta acción, ha sido el de recibir castigo.
En más de una ocasión la afición ha reclamado una defensa a ultranza de los derechos blanquivioletas amparándose en la comisión de injusticias o incluso en la existencia de una mano negra. Sin embargo, el discurso agresivo, o cuanto menos de supuesta defensa, lo único que ha traído han sido multas.
El primero en recibir castigo fue Braulio Vázquez, que fue sancionado por el Comité de Competición con 1.500€ de multa por sus palabras posteriores al encuentro ante el Numancia en Los Pajaritos. Si bien en esta conducta –o en su posterior pena– era nuevo, cabe recordar que el pasado curso tuvo un rifirrafe con Martínez Munuera que si bien no conllevó sanción alguna, sí pudo hacerlo, a tenor de lo reflejado en el acta.
Aquello que dijo el director deportivo, del robo, el atraco y la vergüenza, fue la primera de las tres penas recibidas por el Real Valladolid, que ha sumado dos más esta misma semana, tal y como el club anunció este lunes. Y es que otra vez, coincidiendo con un choque ante los sorianos, la incontinencia verbal ha terminado por pagarse cara. Sin entrar a valorar si eran –o son– correctas las manifestaciones vertidas por Carlos Suárez y Roger entonces, lo cierto es que el desahogo ha servido de poco.
De nada valió que Carlos Suárez tirara de retranca gallega e ironía hace semanas para intentar hacer ver que, a su juicio, sus palabras no eran más que un ejercicio de la libertad de expresión y que el instructor del caso que recomendó la ya confirmada multa tenía “poca experiencia”. Tras ganar al Llagostera, reconoció que estaría dispuesto a acudir incluso a la justicia ordinaria si era sancionado, como así ha sido.
Volviendo al post-partido ante el Numancia. ¿Qué es lo que dijo? Que habría que marcar “seis goles”, porque “con cuatro” no bastaba. Que si decía que el arbitraje estaba dirigido, efectivamente, tendría que pasar ‘por caja’ (en el fondo lo dijo, como quien no quiere la cosa, haciendo ver que no), y que este lo había visto todo el mundo. Entre otras cosas.
Por su parte, Roger Martí, que lamentó días después que se hablara más de sus palabras que de sus goles, fue lacónico y escueto en sala de prensa, donde explicó que consideraba que el árbitro había venido a reírse del Real Valladolid. De ser ciertas sus palabras (no hay porqué dudar de ellas), la conducta del colegiado debería ser tildada como poco de reprochable.
Sin embargo, según el Comité de Competición, como su presidente, ‘Billy el Niño incurrió en un “acto notorio y público que atenta a la dignidad y el decoro deportivo”, algo recogido y castigado en virtud del artículo 89 del Código Disciplinario de la RFEF. Cabe decir, llegados a este punto, que lo difuso de este artículo puede provocar (o provoca) inseguridad jurídica, o peor aún, vulnerar la libertad de expresión en el intento de proteger al colegiado de turno.
No obstante, puede hablarse también de una política comunicacional errónea, ya que a sabiendas de que según qué manifestaciones pueden conllevar la pertinente denuncia del Comité Técnico de Árbitros y/o una sanción de este tipo, quizá lo mejor sea en futuras ocasiones poner la otra mejilla. Si ante el Numancia la taquilla fue de 600€, a buen seguro en los partidos siguientes no habrá sido mucho mayor, visto lo visto. Y, así, los 1.500€ de cada ‘exceso’ (como tal han sido castigados), son un castigo demasiado elevado y que se ha de evitar.
Desesperados… también en el césped

También, para evitar dar la sensación de desesperación que el equipo y su entorno ha dado por momentos. Ciertamente, la situación quizá lo sea, ya que no se están cumpliendo los objetivos planteados para este curso, pero ya se sabe, al mal tiempo buena cara, y, siguiendo con el refranero, que la procesión vaya por dentro, si hace falta.
Esto se puede extrapolar a lo que pasa dentro del campo. Si bien a Portugal le fue retirada la sanción por su expulsión en Albacete, cabe recordar que a juicio del árbitro se excedió, y este juicio ha de ser siempre tenido en cuenta. A mayores, si uno ve el historial de tarjetas de esta temporada, comprobará que a mayores de esa el Real Valladolid ha visto diez amarillas por ‘problemas’ con rivales y nueve por protestar.
Con respecto a las protestas, ha de reseñarse que desde la jornada veintiséis ningún componente del conjunto blanquivioleta ve una amonestación por este motivo, si bien el primero de los dos últimos datos es, sino preocupante, peligroso, toda vez que nadie discute tanto con los rivales como el Pucela. La media en este apartado es de 4’6, mientras que en el de las protestas al colegiado es de 11’04, una media ha crecido en casi dos puntos en el último mes.
En todo caso, bien haría el Real Valladolid en mejorar en este apartado comunicacional. No porque garantice éxito deportivo alguno, sino porque dentro del campo puede ahorrar alguna que otra cartulina, sea del color que sea, y porque fuera, ha quedado constatado, ahorrará derroches innecesarios por algo que el Comité de Competición parece entender como una incontinencia verbal no justificada.
