El Real Valladolid se destapa como aspirante a estar en los puestos altos de la clasificación con su victoria en San Mamés, gracias al primer gol de Roger en su nueva etapa como blanquivioleta
Tales son las inclemencias climatológicas que han azotado en los últimos días algunos puntos de España que los carnavales se han visto deslucidos. Por ejemplo, en Pontevedra, de donde es uno, se retrasaron el habitual desfile y entierro del Ravachol, un loro de cartón disfrazado de algo mainstream y que es quemado cada año en la plaza más céntrica de la ciudad, mientras esta llora, disfrazada de viuda –de viuda vieja, de pueblo–, y grita en señal de duelo “aaaaaaiii o meu Ravacholiiiñooo…”.
Para quien alcanzó el cenit en su infancia vestido con harapos de su bisabuela dando dos besos a Paula Vázquez cuando todavía se podía decir que una mujer estaba buena, sin duda hay cosas peores que celebrar el carnaval a destiempo, si es que se le puede llamar así a lo que hicieron Mojica y Roger. Cuando ‘Billy el Niño’ marcó su primer gol de esta nueva etapa como blanquivioleta, ambos se taparon el rostro con caretas. La niñería, para muchos estúpida, escenificó cuando se las quitaron una realidad que va más allá de las tarjetas que con razón les mostró el colegiado.
El “caretas fuera” que profirió el trencilla lo dijo al unísono el Real Valladolid con el partido cuajado sobre el tapiz de San Mamés. Porque, si había alguna duda, demostró que quiere y puede, que va en serio en su afán por engancharse a la parte alta de la clasificación. Fue ambicioso y supo contrarrestar en la primera mitad a un filial batallador, aprovechó una de las no muchas ocasiones que tuvo y en el segundo periodo sostuvo el triunfo sin pasar más apuros de los debidos.
Quince minutos frenéticos
El Bilbao Athletic tuvo una primera media hora de dominio bruto. Suyo fue el espacio, aunque el balón era de ambos; nadie era capaz de convertirlo nada más en propio. Por ello, el filial no fue netamente superior; de hecho, ni tan siquiera lo fue un poco, porque la zaga respondía a sus acometidas, y cuando no, cuando Santamaría obligó a Kepa a actuar, el cancerbero vasco respondió a un buen nivel.

Parecía como si el Real Valladolid quisiera primero salvar los dos récords que tenía en sus manos batir antes de desmelenarse. Pasados los treinta minutos, alcanzados los más de 411 consecutivos sin lamentar un tanto en contra, los blanquivioletas contestaron de la mejor manera que saben, que es galopando al espacio en campo rival.
Roger, que venía siendo el descargo y el faro, e incómodo para la defensa rival, se echó el ataque a las espaldas y se convirtió en el principal aliado de todos. Buscó a Rennella, más nueve que él, se asoció con maestría con Juan Villar y, como ya es habitual, permitieron todos que por el otro lado Mojica fuera una amenaza latente y casi durmiente.
La intensidad predominante ya con anterioridad, en la batalla por la posesión y el encuentro entre dos estilos tan parecidos y a la vez tan distintos, viró hacia el lado de los visitantes, que empezaron a amenazar una y otra vez la puerta de Remiro.
Rennella, después de una buena acción de ‘Billy el Niño’, finalizó sin éxito la primera intentona. El gol llegaría a la segunda. Roger culminó dentro del área otra acertada jugada personal e hizo la primera diana desde su vuelta a Valladolid. Desenfundó su revólver en su celebración y entonces se le acercó Mojica, con dos caretas del Mardi Gras de los chinos, ambos se las colocaron y se marcaron un bailecito de esos que uno odia en Dani Alves y Neymar.
“El carnaval ha terminado”, se escuchó al unísono con tanta amargura como vergüenza. Como si no estuviera la fiesta todavía vigente en Rioseco, no digamos ya más lejos. Solo faltó que alguno pidiera que se encarcelara a los infractores junto a los titiriteros de Carmena. “Basta ya de tanta tontería”, proclamó alguno. Y el Pucela respondió irónico: “Hoy voy a ir al grano”. El Bilbao Athletic ya no le metió mano.
Disfraz de equipo grande, pese a la inquietud
En esos quince minutos geniales pudo repetir anotación ‘Billy el Niño’ y estuvieron cerca de ver puerta Mojica y Villar. Como no lo hicieron, y lo más difícil ya estaba hecho, el Real Valladolid decidió dar un giro al encuentro. Sabedor de lo difícil que es marcar al filial rojiblanco en su casa, pero también de su bisoñez en ataque, en la reanudación Portugal dio orden de contener, aunque ello implicara contenerse.

‘El Cuco’ Ziganda buscó generar mayor peligro con dos permutas nada más comenzar el segundo periodo, mutando el dibujo de un 5-3-2 a un 4-4-2. Sin embargo, sirvió de poco, dado que el buen nivel mostrado en la faceta defensiva por los blanquivioletas lo impidió. Nikos, en su debut, cuajó una gran actuación, como Moyano hasta su lesión o Borja, en su primera titularidad tras su vuelta.
El Pucela se disfrazó de equipo grande para anular a un equipo de por sí nulo en ataque. Un par de disparos de los leones, todos ellos tímidos, y todos ellos fuera, fueron el único bagaje local. La impotencia al final pudo más y se perdió el Bilbao Athletic bajo la lluvia en sus propias imprecisiones, enredándose en algún conato de refriega mínimo y que también supieron evitar los vallisoletanos.
Así, la segunda parte fue tediosa por obligación, porque unos querían y los otros no dejaban. Si no hubo ocasiones más claras fue precisamente porque a los de Portugal no les apetecía volver a dejar caer el envite en la intensidad de su inicio.
El gol de Roger sirvió para sumar tres nuevos puntos en un encuentro sin un brillo excesivo, pero sí dominante, maduro, de esos que pueden y deben marcar el camino a seguir. Aunque a destiempo, el Real Valladolid ha despedido su particular carnaval, se ha quitado la careta y en las últimas ha despejado dudas. Despojado del disfraz de equipo pequeño, ahora sí, quiere. Falta que pueda. Parecer parece poder.
