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El Detalle: Cambios desesperados

por Jesús A. Zalama
6 de marzo de 2016
André Leão

André Leão

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El Real Valladolid agotó las permutas en el minuto cuarenta de la primera parte

 

Mojica pelea un balón
Mojica pelea un balón

Mal empezó el partido, con una salvada de Kepa (otra más), y peor acabó, con un equipo desquiciado y superado por un Huesca que solamente tuvo que presentar sobre Zorrilla su fútbol para que el conjunto blanquivioleta comprara el encuentro que de forma lamentable perpetró.

¿Tan simple el análisis? Pudiera ser, no crean que el juego del Huesca fue una fastuosidad de un nivel superior; simplemente fueron planteados mejor en el campo, tenían bastante más claro que el Real Valladolid lo que debían hacer y ningún factor externo (ni siquiera el estar al borde del descenso) les descentró de su objetivo.

A colación de esto último, Miguel Ángel Portugal, ya en rueda de prensa, subrayó que Carlos Suárez Sureda ofreció unan primas a los jugadores de su plantilla por el ascenso, y que esto conllevó a que después en el campo les pudiera la presión.

Veamos, queridos lectores, ¿a unos jugadores que mínimo ganan 60.000 euros al año (aquí algunos cobran con un cero más en la nómina) les puede sobrepasar el que puedan ganar un pellizco más (para nada algo excesivo) en un partido? No me lo creo, y siento ponerme la camiseta para escribir esto –que es más populista que los discursos de algunos en el Congreso–, pero es indignante.

Sin embargo, el bueno de Portugal no tuvo en culpar indirectamente a Suárez del desastre de partido visto en Zorrilla su mayor error. Corría el minuto doce de partido y la lesión de Leão hacía que Borja entrara al campo. Ya en el veintiséis, Darwin Machís ponía por delante al Huesca, que sin duda se imponía en el campo a un desorientado Real Valladolid.

Ahí es cuando a Miguel Ángel Portugal se le encendió la bombilla. Rápidamente puso a calentar a Mojica y Óscar, quienes entraron por Manu del Moral y Rennella en el minuto cuarenta. Sí, han oído bien, el Real Valladolid agotaba todos sus cambios sin haber finalizado la primera parte.

Si ya de por sí el recurso, objetivamente, parecía excesivamente arriesgado, la ejecución del mismo resultó ser una majadería considerable. Sin Rennella, el Real Valladolid tiró por la borda el sistema de juego que venía funcionando de buena manera en los últimos partidos y, de paso, se quedó sin referencia arriba, sobre todo en el juego aéreo y centros laterales. Mojica intentó desbordar, pero el mensaje a Manu del Moral el día en que le ganaba la titularidad al colombiano es funesto.

Por si esto fuera poco, el principal problema que produjo la precipitación de estos cambios, además del obvio de que en la segunda parte no podríamos contar con ningún revulsivo, fue que el equipo percibió la extrema necesidad de la victoria, lo apresurado del momento, con lo que jamás consiguió situarse en el campo debidamente, tener la paciencia necesaria ni conseguir jugar a lo que el propio equipo demandaba.

Portugal dinamitó el partido con sus cambios, muy al contrario que una semana antes ante el Nástic, donde no realizó el primero hasta el minuto ochenta. En total, cuarenta minutos de diferencia; casi nada.

 

Siempre nos quedará Bruno Varela

Bruno Varela juega con los recogepelotas Foto: Jesús Zalama
Bruno Varela juega con los recogepelotas
Foto: Jesús A. Zalama

Por si esto fuera poco, Vincenzo Rennella abandonó el campo camino de los vestuarios visiblemente enfadado. Su desempeño estaba siendo patético, pero, eso sí, no muy alejado del que el resto del equipo estaba desarrollando. Perdiendo en casa, quitamos a nuestro delantero centro referencia, debió pensar el bueno de Enzo mientras profería sapos y culebras por el túnel.

La anécdota curiosa y agradable del día la puso un jugador que no jugó y que, hasta ahora, no lo ha hecho en Liga. Se trata de Bruno Varela, quien hizo las delicias de los recogepelotas en el descanso, jugando con ellos al mítico ‘Que no caiga’. El arquero portugués demostró más hechuras que su compañero franco-italiano, pese a jugar bastante menos, y algunos de los zagales consiguió dar más toques al balón que muchos de sus ídolos durante los noventa minutos del siniestro frente al Huesca.

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