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El Detalle: La paradoja del Real Valladolid

por Jesús A. Zalama
3 de abril de 2016
Quique se fotografía con unos aficionados a la salida de Zorrilla

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Mientras Quique marcaba a su exquipo, el Promesas vencía en Las Gaunas

 

José || Foto: Rosa M. Martín
José || Foto: Rosa M. Martín

Es tan cierto que antes del partido apostaba por un gol de Quique por parte del Almería, como que tenía la convicción de que en ese último córner el Real Valladolid empataría el encuentro. ¿Son esas cosas inexplicables, fruto del subconsciente, paranormales, de Iker Jiménez? No, no nos engañemos. Con la segunda, todavía podríamos estar hablando de algo de eso, pero que Quique marcara a su exequipo se pagaba a muy poquito y estaba casi cantado.

No es momento este de repasar la trayectoria del delantero vallisoletano, pero, a grandes rasgos: de aquí se fue habiendo metido un montón de goles y sin la oportunidad de demostrar en el primer equipo, ya no el que también pudiera hacerlo ahí, sino que su buen hacer en las pretemporadas no era mera casualidad.

El caso es que a Quique se le trató no demasiado bien aquí y emigró hasta Guadalajara, donde se convirtió en uno de los máximos artífices de la división de bronce, anotando veinticuatro goles en la campaña 2013/14. Ello le valió su fichaje por el Almería, que lo cedió a un desesperado Racing de Santander el invierno pasado. Pese a su buena labor en los diecinueve partidos que disputó, el equipo cántabro acabó descendiendo.

Con su tanto en Zorrilla, Quique suma ya nueve goles en liga esta temporada. Es el hombre gol de una UD Almería confeccionada para el ascenso y que, sin embargo, lucha por lo contrario. Es el hombre más importante del ataque del equipo con mayor presupuesto salarial de Segunda División. Casi nada, sobre todo para un chico que no valía para el que ahora es el duodécimo clasificado.

Pues mientas eso sucedía, mientras el Real Valladolid sufría el gol de uno de sus pupilos –quien no celebró el gol, evidentemente, y se mostró sensiblemente emocionado con los acontecimientos en rueda de prensa–, su filial, el Promesas, vencía por un gol a dos en Las Gaunas al Logroñés, uno de los gallitos de su grupo en Segunda B.

Y es la paradoja del Real Valladolid en la actualidad, su eterna estrofa de agua, que diría Gerardo Diego. Mientras el filial cuaja temporadas de gran mérito desde que consiguiera el ascenso a Segunda B frente al Somozas, el primer equipo se dedica a hacer la pantomima por campos de Segunda División.

Es un despropósito tan grande el desempeño de este primer equipo, que incluso le pinta la cara jugadores salidos de su propio seno, que brillaron, como hoy lo hacen los Toni, José o Anuar de turno en el Promesas y que fueron denostados en su tiempo.

El siguiente encuentro será frente al Leganés de Timor, Omar Ramos, Lluís Sastre y, atención, Rubén Peña, quien está cuajando una temporada de ensueño. ¿A cuánto se pagará su gol?

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