Sucedió en el encuentro entre Tudela B y Victoria B, de la Tercera Provincial Grupo 4. El entrenador local mostró su disconformidad con la actuación del colegiado con improperios racistas o frases como “te voy a matar”
Son numerosos los partidos que se disputan cada fin de semana en la provincia pertenecientes a las capas formativas del balompié local. Y por desgracia, son innumerables las faltas de respeto sucedidas incluso cuando los protagonistas del partido de fútbol son niños, principalmente con los árbitros como objetos de la ira de los exaltados en cuestión.
Si bien es de recibo reconocer que habitualmente los improperios no se tornan en altercados, no por ello ha de hacerse de menos a tales agresiones verbales. Sobre todo cuando se producen en la manera y modo que lo hicieron en el duelo de la Tercera Provincial Benjamín Grupo 4 que enfrentaba al Tudela B y al Victoria B en casa del primero. En este, corrió incluso peligro la integridad física del colegiado, y los insultos proferidos fueron de gravedad, alcanzando el grado de amenazas de muerte.
El acta del partido recoge que el delegado del conjunto local fue amonestado por protestar en el minuto veinticuatro y, posteriormente, expulsado en el cuarenta por dirigirse al árbitro en los siguientes términos: “Quiero que me expliques porqué coño amonestas a mi jugador. Siempre vienes a mangarla. Eres un hijo de la gran puta (repetido hasta en diez oportunidades), sinvergüenza, me cago en todos tus muertos, vuelve a tu país, hijo de la gran puta, puto sudaca, te voy a matar cuando salgas, te voy a esperar”.
Posteriormente, trató de agredirle por detrás, sin llegar el golpe a término, teniendo que ser sujetado por personal del club, dado que siguió al trencilla por todo el campo con tales intenciones. Una vez retirado del terreno de juego, continuó con su conducta violenta y amenazante, proclamando a los cuatro vientos que esperaría al árbitro del encuentro cuando este concluyera.
Pero, desgraciadamente, eso no es todo. Terminado el partido, se personó en el vestuario del colegiado una persona que se identificó como el presidente del CD Tudela, club infractor, para pedirle que se tranquilizara y que recapacitara sobre lo que acababa de hacer: amonestar con tarjeta amarilla a uno de sus jugadores, lo que, en fútbol 7, supone la exclusión durante dos minutos de aquel que recibe la cartulina. “Me repetía que no es forma ni motivo la causa de haber amonestado a dicho jugador”, explica el árbitro en su redacción al levantar acta.
El último punto del relato vuelve a ser de una gravedad importante, y atañe a una señora que decía ser la madre del jugador amonestado. “Una vez finalizado el encuentro y en la puerta de vestuarios, me increpó una persona diciendo ser la madre del jugador en los siguientes términos: ‘Explícame porqué expulsas a mi hijo y no expulsas al portero’. Al no responderle, me insultó en los siguientes términos: ‘Eres un soberbio y un hijo de puta’“.
Podría decirse, el altercado no fue a mayores. Como si no fuera suficiente. Como si no fuera de una gravedad tal que debe llevar a tomar medidas en consecuencia; a una sanción ejemplar por parte de la Federación de Castilla y León de Fútbol, al delegado en cuestión, a la madre del jugador y al club, como responsable subsidiario de unas conductas que han de ser erradicadas en todo caso del fútbol, pero sobre todo en aquel que se dice formativo y que, con incidentes así, forma de la peor manera posible.
Aquellos que conocen o viven el fútbol base de cerca, sabrán que si bien no es un hábito que suceda algo así, los insultos, como se ha comentado antes, existen en la práctica totalidad de los partidos que se disputan, indistintamente de la categoría que sea. De este modo, jugadores benjamines, como en este caso, o incluso menores, ven a sus adultos convertirse o ser unos exaltados, un ejemplo pésimo para su educación; porque eso es, o debe ser, el fútbol base: educación.
No es un hecho aislado
Cabe traer del pasado otro caso como el sucedido en octubre de 2013 en el Felicísimo de la Fuente, donde un padre perdió parte del pabellón auricular después de recibir un mordisco por parte de un aficionado rival, siendo testigos del hecho los niños de ambos equipos, como en el anterior supuesto relatado, de ocho y nueve años.
Aunque no es habitual que se llegue a la agresión, no es excusa para restar importancia a todo lo que sucede. Esta misma temporada, en un partido entre el Juventud Rondilla y el Real Valladolid B de la Primera Provincial Cadete, desde las inmediaciones del campo se escuchó por parte de un aficionado local un “te vamos a tirar al río” dirigido hacia el colegiado.
Este mismo fin de semana, en el duelo entre el Betis y mismo filial blanquivioleta, en la misma categoría, un aficionado bético accedió a la zona de vestuarios para insultar al trencilla. Los improperios, en esta ocasión fueron un “eres un sinvergüenza; te estás cargando el partido, hijo de puta”. Tras ser solicitada su retirada de la zona por parte del delegado del campo, se negó a abandonarla amparándose en que él es “del Betis” y en la presencia del aquí firmante, que acudía al encuentro en calidad de periodista.
Y así se podría seguir… si con ello alguien asegurara a quien escribe que de verdad va a llevar a la reflexión y a la desaparición de hechos tan lamentables, si bien esto no depende de este portal ni de quien en él firman, sino de los clubes y de la FCyLF. La tolerancia ha de ser cero y han de ser contundentes las sanciones, tanto internas como externas, para atajar cualquier tipo de violencia. En todo caso, esta debe desaparecer de raíz, no por el bien de los árbitros, ni tan siquiera por el de los niños, sino por el bien de las personas.
