Dani Hernández ha demostrado en Tenerife regularidad y tranquilidad bajo la portería, algo que no logró en los años que estuvo en Valladolid

El destino y la vida son muy caprichosos. Y si no, que se lo digan a los futbolistas. A veces, resulta inexplicable cómo cambia el rendimiento y la trayectoria dependiendo de en qué club estén. Por desgracia, en Valladolid tenemos varios ejemplos de ello. La ciudad, el clima, los entrenadores, el grupo… Muchos son los factores que se unen para que el jugador no se encuentre a gusto a nivel personal, lo que repercute en el rendimiento que cada domingo ofrece sobre el terreno de juego.
Uno de ellos es Dani Hernández. Pese a vivir un ascenso con Miroslav Djukic y ser protagonista en los play-off, no terminó de cuajar en Zorrilla. Tras muchas idas y venidas, posibles desencuentros y meses de ostracismo, el hispano-venezolano logró lo que quería: volver a su querida isla de Tenerife, a la tierra que le vio crecer, ya que llegó a ella con tan solo dos años.
Tras una temporada y media –se fue a las islas en enero de de 2015 tras rescindir su contrato con el Real Valladolid– el guardameta ha conseguido la estabilidad en la portería chicharrera, pero lo más importante, ha conseguido ser feliz.
Es evidente que un futbolista, y más un portero, vive de su regularidad, de sumar minutos. Y el hispano-venezolano lo ha logrado. En la segunda vuelta de la temporada 2014/15 jugó viente encuentros de forma íntegra, lo que supusieron 1.800 minutos en su contador particular. La adaptación fue muy rápida y eso se tradujo en que en las dos decenas de choques encajó diecinueve goles, una media de 0’95 tantos por partido.
Si eso supuso un paso importante en su vida personal y profesional, la campaña que está a punto de terminar no ha podido ir mejor en el plano individual. Titular indiscutible bajo los palos del conjunto tinerfeño, el jugador de la ‘vinotinto’ ya ha disfrutado de 3.293 minutos, es decir, que ha disputado como titular 37 de los 38 duelos de esta Segunda División. Únicamente ha fallado en el once inicial en la jornada trigésimoquinta porque tuvo que cumplir un partido por sanción. Estas cifras conllevan a que haya encajado 1’08 goles por partido (ha dejado la puerta a cero en trece ocasiones).
Más allá de los datos que se extraen de sus actuaciones, también se pueden valorar las sensaciones que transmite el propio jugador en sus redes sociales. Sí que es cierto que Twitter no siempre es un termómetro fiable, porque cada persona muestra la faceta que más le convenga y expresa según qué cosas con según qué tuits.
Pero en este caso, los datos futbolísticos y su estado de ánimo van de la mano. Así lo refleja la red social del pajarito. Día tras día muestra cómo le van los entrenamientos, los planes de viaje, los resultados y cómo se está desarrollando la temporada.
Es decir, Dani Hernández hace equipo también fuera del vestuario y demuestra que respira sentimiento blanquiazul por todos los poros de su piel. Bajo los hashtag #orgullodepertenencia y #soñamosjuntos, el club y los propios jugadores intentan arengar a la afición día tras día. El guardameta no es menos y demuestra constantemente lo contento que está y lo importante que está siendo la temporada para él.
Ahora mismo, el ‘Tete’ se encuentra en la decimotercera posición, con 51 puntos. Esto significa que está a siete del sexto clasificado, Osasuna. Con doce puntos en juego, los chicharreros tienen casi imposible lograr la machada de entrar en play-off.
Durante otra campaña, los blanquiazules estarán en Segunda División y se medirán al Real Valladolid. Pero antes de nada, toca enfrentarse para poner ir poniendo fin a la 2015/16. Dani Hernández defenderá la portería local en el Heliodoro Rodríguez López y probablemente sea un partido especial por vivir ese reencuentro.
Sin duda, el portero dio un salto importante en su vida. Buscó salida para lograr una estabilidad que no tenía. Y lo ha logrado. Porque en clubes más pequeños o con otros objetivos también se puede estar a gusto y ser feliz, que es la meta más importante en la vida. Porque la sensación de estar bien depende de estar en el sitio adecuado.
