Años después del ‘No a la guerra’ clamado a los cuatro vientos por gran parte del pueblo español, hoy algunos se muestran tímidamente contrarios ante los movimientos en que España se encuentra inmerso en contra del máximo mandatario libio.
Si uno pregunta sobre eventuales conflictos a un aficionado blanquivioleta, probablemente verá como sus labios esbozan, sin titubear, un “Guerra sí”. ¿Contra Gadafi? Y contra el que se ponga por delante. Cambiar un balón por las armas, su única condición.
¿El motivo? El sí de los pucelanistas no es a una guerra cruenta. El sí rotundo que entonan los vallisoletanos es a Javi Guerra. Y es que, viendo su rendimiento en lo que va de campaña, nadie concibe un Valladolid sin el delantero malacitano.
Probablemente, después de que éste diese por enésima vez los tres puntos a los pucelanos, más de uno y de dos, tanto en la grada como el el club, quisieron envolver con su “Guerra sí” al punta, como si de un manto mágico se tratase.
¿El motivo? Que sea mejor o peor el fútbol expuesto por los suyos, y sea más o menos conservador el planteamiento del rival (el del Girona lo fue, y mucho), el Valladolid no es nadie sin su jugador franquicia, tal y como demuestran los quince puntos que ha dado de forma directa.
Los tres frente al Girona, después del pinchazo frente a la Unión Deportiva Las Palmas, se antojaban vitales, máxime frente a un rival ahora mismo directo en la lucha por ascender en la tabla clasificatoria.
Bien por las bajas o porque Raúl Agné prefirió tener a Keko y Peragón sentados bien cerca, no fue esa la sensación ofrecida por un rival que semanas atrás se encontraba en puestos de play-off y suma ahora tres derrotas consecutivas.
Mientras el habitual conjunto rojiblanco se mantenía pertrechado atrás, la intención de los blanquivioletas pasaba por un juego amplio y profundo, desembocado en los balones ofrecidos por Carlos Peña y Álvaro Antón a Óscar González nada más iniciar el encuentro.
El plan contestatario gerundense se basaba en buscar el juego directo hacia Ranko Despotovic y Kiko Ratón, maltratando el cuero y el juego que puede y suele ofrecer Jandro partiendo desde el costado izquierdo del ataque.
Tuvieron aún así los dos cabeceros de área ocasiones varias – uno cada uno – para perforar la meta albivioleta, objetivo frustrado por un de nuevo más que correcto bajo los palos Javi Jiménez y por su propio infortunio.
Se llegó así al tiempo de asueto, y así se volvió de vestuarios. Los hombres de Abel Resino monopolizaban el balón y los de Raúl Agné aguardaban pacientes, confiados en que sus contadas ocasiones continuarían sucediéndose.
Antes de que tuviese la suya Roberto Peragón, sustituto de Kiko Ratón, estuvo cerca Óscar González de adelantar al Real Valladolid, tras una buena dejada de Jofre al interior del área. El extremo catalán apuró la línea de fondo tras deshacerse de su par y vio bien el desmarque interior del salmantino, desacertado una vez más de cara a puerta.
Entonces, los roles estaban ya más que definidos. Los locales buscaban hacer el fútbol a lo ancho y los visitantes a lo largo, tal y como se vio con la permuta de Álvaro Antón hacia su perfil hábil y la entrada de Jofre, de un lado; y la introducción de dos hombres veloces como Keko y Roberto Peragón del otro.
Con el transcurso de los minutos, Abel Resino intrudujo incluso al debutante Bacari para buscar más opciones de remate frente a un Girona en cuyo favor parecía morir el encuentro hasta la aparición de Javi Guerra.
Hasta entonces, no había sido el mejor partido del delantero blanquivioleta. Quizá, ni tan siquiera estaba siendo un buen encuentro. Desaparecido y menos activo de lo habitual, se había fajado sin éxito ante Noguerol y Migue.
En el minuto ochenta y cinco, un rebote tras rechazo de Noguerol le favorecería para su control con el pecho dentro del área. En una hábil maniobra, se sacó un sombrero ante su marcador, se quedó solo frente a la media salida de Roberto Santamaría y, tras botar el cuero, cabeceó a la red por encima del meta para hacer subir al marcador el primer y único tanto del partido.
No pudo ya reaccionar el Girona frente al decimoséptimo tanto de Javi Guerra en lo que va de temporada. Más bien todo lo contrario. El partido murió como había nacido, con el dominio del esférico por parte de los pucelanos, quienes gracias a los tres puntos sumados igualan a los de Agné en la tabla con cuarenta y dos puntos, a tan solo tres de los puestos de play-off.