El sevillano es un delantero con buen juego de espaldas y de perfil rematador

No alcanza los 187 centímetros de Higinio, con quien compartirá posición y lucha, pero poco le falta. Iván Martín, nuevo delantero del Real Valladolid B, mide 1’83 metros, estatura que tampoco es desdeñable, y que hace de él un nueve de área.
Podría no serlo, pero es un delantero puro, un perfil distinto a Mayoral o Dani Vega y más semejante al citado Higinio. Tiene un buen juego de espaldas, tanto a la hora de recibir como de aguantar el esférico, y es un buen rematador. Cierto es, estas características todavía las ha de acreditar en una categoría tan competitiva como la Segunda División B, pero algo hay en él que puede invitar siquiera a un optimismo moderado.
Y es que aunque no se hinchara a marcar goles, su promedio en el Tudelano fue más que aceptable. No está nada mal eso de marcar una vez cada 199 minutos; si en Los Anexos marca un gol cada dos partidos y pico, el rendimiento podrá considerarse elevado.
Fue una de las revelaciones del conjunto revelación de la categoría, puesto que nadie contaba con el conjunto de Manix Mandiola, y sin embargo, terminó haciéndose acreedor de pleno derecho de un sitio en la promoción de ascenso a Segunda. Con Iván Martín siendo el duodécimo jugador con más minutos. Explotando un estilo de juego directo que sin duda le conviene, ya que, aunque es rápido, vive más cómodo cuanto más cerca del área, fijando a los centrales, fajándose con ellos y ’empujándoles’ hacia su portería.
Antes de arribar a Tudela, pasó un año sin demasiados minutos a caballo entre el Alcoyano y el Écija. En el primer emplazamiento se encontró con que Óscar Cano –quien le había entrenado anteriormente, en el club de las trece barras– quería otro tipo de delantero, más móvil, y en el segundo atravesó problemas físicos que le tuvieron tiempo en el dique seco.
En esos dos conjuntos estuvo cedido por el Real Betis Balompié, quien le rescindió el verano pasado. Anteriormente, en su juvenil de División de Honor llegó a marcar una temporada trece goles, su techo momentáneo. Incluso debutó con el filial, precisamente de la mano de Cano, pero el técnico que le sucedió, Juan Merino, no le vio hecho para dar el salto definitivo. De ahí las cesiones, poco fructíferas. Y del poco fruto, la rescisión.
Aprendiz de Aritz Aduriz, a quien considera su referente, a priori cierra la parcela ofensiva de un Real Valladolid Promesas necesitado de gol, tras el ascenso de José, su máximo goleador la pasada campaña, y por la ‘desaparición’ del equipo de su escudero, Caye Quintana. Él, para afianzarse en la Segunda División B, tendrá primero que ganar la pugna por un lugar en el once. Y luego honrar a su ídolo exblanquivioleta viendo puerta.
