No vale la pena llorar el pasado, y sin embargo lo hacemos, aunque nunca vuelva. Esa es una enseñanza que debería impartirse en los colegios, que deberían considerar los padres durante la formación de sus hijos: “No lamentes aquello que fue. No malgastes tus fuerzas. Pasado es pisado”. Eso me dijo una vez una mujer que creía que iba a ser para toda la vida –ella, no yo; yo (ya) no me aferro–.
Deberíamos hacer lo mismo con el fútbol. Ser conscientes de que el querer no siempre perdura, y desde luego en el jugador no suele hacerlo. Es por ello que no vale la pena encariñarse. Cuando gires la esquina, estará besando el escudo de otro, haciendo entrar en trance a otros con aquellos goles que tú gritabas antes, como si fueran orgasmos.
Y sin embargo no lo hacemos. Queramos o no, caemos; queremos. Y luego así nos luce el pelo.

Hubo un tiempo en el que Javi Guerra provocaba en el Nuevo José Zorrilla bailes descompasados, abrazos con compañeros de butacas, gritos feroces que pedían batalla. Para qué negarlo, fueron tiempos mejores. Tiempos en los que su media sonrisa ladeada, incluso tímida, rompía defensas al tiempo que rompía corazones.
También tenía detractores, porque siempre pasa. Siempre hay alguien a quien no le gusta aquella persona que tú eliges. Pero a la mierda con ellos. La quieres y punto, porque te hace feliz. Y joder, qué feliz hizo Javi Guerra al Real Valladolid. Por eso la patata se encogió aquel frío enero (como todos) en el que estuvo a punto de marcharse. Se quedó, como quien dice “no te preocupes” y te hace una carantoña, aunque la despedida vendría más tarde.
Y es que en el fútbol nada dura para siempre.
Es inevitable, ya se sabía. Como ese reencuentro cuando el destino quiere que los dos trabajéis en el mismo edificio. Será Vallecas como volver a verse dentro de un ascensor. Él, con una franja atravesándole el pecho. Y tú, más blanquivioleta que nunca, o eso dicen.
Si lo piensas, podría ser peor. De hecho, será peor, porque sabes que tarde o temprano pasará por tu casa. Pero no llores, alégrate. Después de todo lo pasado, aquí seguimos, ¿no? Y qué que la vida no fuera como soñaste, o como quizá soñasteis. En cada esquina hay una nueva oportunidad para ser feliz, y la felicidad no depende solo de aquella persona a la que quieres. No. La felicidad está en ti, Real Valladolid.
