Rubén de Tomás, hermano de Raúl, debutó el pasado sábado con el Juvenil B del Real Valladolid
Los últimos ecos del verano, sus últimas calurosas tardes, esas en las que el verde abrasa los pies a quien pisa el césped artificial de los Campos Anexos, trajo un convidado de última hora al Real Valladolid. Con el mercado de pases a punto de cerrarse, Raúl de Tomás fichó como pieza que venía a apuntalar el ataque, como el ‘nueve’ que faltaba.
Pero no llegó solo. Su hermano pequeño llegó con él. Lo hizo, eso sí, sin que existiera ninguna condición previa de que engrosaría también las filas del club. No obstante, planteada la posibilidad de testar su nivel, la coordinación de las categorías inferiores aceptó hacerlo, a fin de valorar su fichaje. Juvenil de primer año, Rubén –que así es como se llama– se puso a las órdenes de Jonathan Prado en el Juvenil B.
Después de ejercitarse con el palentino en un puñado de sesiones, el atacante (él también lo es) convenció y se barajó la opción de firmarlo, algo que se ha hecho sin mayor obligación que la asumida por la entidad con cualquier otro juvenil (esto es: sin que ello implique una relación contractual bajo el catálogo de profesional). Y después de que se completara la tramitación de la ficha, el sábado pasado debutó ante el Pizarrales en el encuentro en el que se impuso su equipo por tres goles a cero.
Apenas dispuso de trece minutos, insuficientes aún para comprobar cómo es su fútbol. Falto de acoplamiento al nuevo contexto, sufrió, aunque de él se espera que pueda convertirse en aquello por lo que se le fichó: en algo distinto en la zona de tres cuartos del conjunto que dirige Prado. Procedente del Guadalajara, es extremo, una figura de la que adolecía el segundo juvenil blanquivioleta, y, además, puede jugar por ambas bandas.
Por lo tanto, no es como su hermano. Ni en cuanto a posición ni en cuanto a características. Es menos físico y más fino, más estilista. Aunque como Raúl posee un buen disparo, no es su principal fuerte, sino que este es el desborde, la búsqueda continua del uno contra uno. Y tiene, también, claro está, mucho trabajo por delante para adaptarse a las exigencias de la categoría y seguir prosperando.
Recuerda el ‘RdT’ al cuadrado a la vieja historia de los Aquino, después de que Matías llegara en unas condiciones parecidas, acompañando a Dani. No fue duradera, no obstante, ya que el mayor pasó un año casi en blanco y se marchó al Real Oviedo y el pequeño, cuyo hacer sí fue bueno, al Levante, en donde ha ido creciendo hasta alcanzar el filial (en el que, a sus veinte años, milita por tercer curso consecutivo). No ser como ellos, flor blanquivioleta de un día, estará hoy en las miras de los De Tomás.