Amath consiguió ver puerta en su primera vez en el Nuevo José Zorrilla, un campo que podría haber pisado como blanquivioleta de no ser por el rechazo a que siguiera en el Real Valladolid

La historia suena a tópico: un canterano es rechazado en un club, fuera de este sigue su carrera, con el tiempo se encuentra con él y le marca. Y lo celebra. Suena a tópico hablar también de errores, especialmente cuando se habla de un futbolista que se fue joven, que lo sigue siendo y que apenas se encuentra asomando la cabeza en el profesionalismo.
Puede parecer un tópico, pero quizá alguno de los asistentes al encuentro copero entre Real Valladolid y Tenerife no se había enterado: Amath Ndiaye es canterano del Pucela. Sí, ese que se marcó el bailecito y mandó callar a la grada después de marcar el gol que enviaba a la prórroga. Traído de su Senegal natal por Chema Aragón, como Pape, estuvo tres años en Valladolid. Después se le dio por ‘no válido’.
Nada extraño hasta aquí. Sin embargo, ese rechazo no fue justo, ya que más que por falta de nivel futbolístico, fue debido a una falta de entendimiento entre sus representantes y el club, que vino provocada porque Pape, con quien compartía agencia, iba a salir. Como informó Blanquivioletas antes de que los dos se fueran al Atlético de Madrid, la entidad que mora en la Avenida Mundial 82 desdeñó su nivel con un “o los dos o ninguno”. El resto de la historia es sabida; al final fue ninguno y con el tiempo (o por lo menos hasta ahora) ha resultado que el bueno es ‘el que sobraba’.

Un senegalés de Parquesol
Quizá sea mucho decir que, cuando se produjo el gol, un barrio de Valladolid se alegró, por aquello de que era al Pucela. Lo que es seguro es que Parquesol esbozó una media sonrisa al ver que ‘su’ Amath marcaba después de aprovechar el error de Luismi. Y, una vez finalizó la prórroga, la sonrisa fue completa, ya sin ninguna duda. Porque así sienten al senegalés: suyo.
En abril de 2013, cuando la FIFA se empezaba a poner seria en la aplicación de su normativa referente a los jugadores foráneos, tanto él como Pape fueron cedidos al juvenil naranja. En aquel contexto, amable y cercano, por la buena relación entre los clubes y la proximidad del José Luis Saso con la Residencia, el hoy jugador tinerfeñista se ganó a la gente. Tímido, introvertido incluso, y discreto, en el campo se convertía en una bala, en un jugador veloz, con un cambio de ritmo y una aceleración imparables y mucho gol.
En las horas previas al encuentro en Zorrilla, Amath vivió diferentes reencuentros con gente de la que fue su casa. Por otra parte, como cada vez que vino a Valladolid, puesto que anteriormente ya había estado jugando aquí con el División de Honor. Pisados el Felicísimo de la Fuente y Los Anexos, faltaba Zorrilla.
El porqué de la celebración
Terminado el envite, el atacante, cedido por el Atlético de Madrid en el Tenerife, recibió los buenos deseos de gente como su excompañero Javi León, a quien regaló su camiseta. Antes de enfilar al hotel, con esa timidez que siempre muestra fuera del terreno de juego explicó el porqué de su celebración. “Lo he celebrado con mis compañeros como les gusta a ellos”, dijo, restándole hierro al baile y al gesto de llevarse el dedo a la boca.
Asimismo, se reconoció “muy contento” con el gol, aunque le hubiera gustado “ganar”. “No ha podido ser, pero estoy contento con el trabajo del equipo”, afirmó, antes de recordar su paso por Valladolid: “Estuve tres años y tenía el objetivo de jugar aquí, pero me dijeron que no y me tuve que ir al Atlético de Madrid”.
Allí, destacó en categorías inferiores antes de la cesión y ha llegado a debutar en partido amistoso con ‘El Cholo’ Simeone. Sin embargo, se muestra “concentrado en hacer un buen año con el Tenerife” antes de pensar el qué pasará en el futuro. Aquel que alguien no quiso atar, no quiso ver o le negó cuando destacaba en Los Anexos y en cada encuentro que jugaba de naranja con el Parquesol.
