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Esta guerra aún no ha terminado

por Cristian Padilla
20 de febrero de 2011

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Guerra 20.2El triunfo de la pasada semana ante el Recre le sirvió al conjunto blanquivioleta para algo mas que para cortar la racha de partidos sin ganar lejos de Zorrilla. El equipo estaba falto de confianza y conseguir la victoria fuera de casa y además en inferioridad numérica supuso el estímulo que venía necesitando la plantilla.

Esta mañana en Zorrilla, el conjunto de Abel se sirvió de esa confianza adquirida en Huelva para vencer a un desmotivado Betis, al que le faltó exactamente lo mismo que recuperaron los blanquivioletas: Confianza.

Querer es poder y es algo que ha aprendido el Valladolid en estos dos últimos partidos. Para para poder también es necesario primero creer que puedes. Los de Abel saltaron al terreno de juego olvidándose por completo de los partidos anteriores, cosa que no hizo el Betis, sumido en una profunda crisis de resultados que se hizo patente esta mañana en Zorrilla.

Los verdiblancos fueron un equipo impotente, sin alma, muy lejos de la imagen que estaban dando antes de la eliminatoria copera ante el Barça. Al Valladolid le bastó con defender de forma ordenada y esperar a que llegase el habitual gol de Javi Guerra.

El técnico manchego confió de nuevo en el doble pivote que tan buen resultado le dio en Huelva, el formado por Nafti y Baraja, y acertó. El Valladolid llevó el peso del partido tras unos primeros minutos de mayor dominio bético. No obstante, el orden y el buen posicionamiento de ambos equipos fueron la tónica general de los primeros minutos en los que las únicas ocasiones llegaban el disparos desde fuera del área.

El primero en intentarlo fue Rubén Castro pasados los 10 minutos de juego, pero su disparo se marchó pegado al poste. La réplica en la portería contraría la dio minutos después Nauzet con dos disparos, el primero muy desviado y el segundo bien atrapado por Casto.

Poco a poco el Valladolid fue encontrando la clave del partido, el filón que tenían en la banda derecha del ataque en la que Barragán y Nauzet superaban jugada tras jugada a Nacho, que no recibía ayuda de sus compañeros. Aunque la mayoría de las jugadas terminaban con centros de Barragán que no llegaban a ser rematados en condiciones.

El Betis basaba su peligro en las contras, en una de ellas Salva Sevilla, el hombre más activo en el ataque bético en la primera parte, le colocaba un buen centro a Jorge Molina, pero el remate de este, tras bajar el balón con el pecho, fue parado por Jacobo. El Betis acababa de desperdiciar una de las mejores acciones del partido.

El Valladolid tenía el balón y el Betis el peligro en el contragolpe. Pero los pucelanos eran incapaces de culminar una jugada dentro del área, ya que Javi Guerra se encontraba excesivamente solo. Con esta incapacidad para crear jugadas dentro del área, Álvaro Antón lo tuvo que intentar desde fuera, con una sutil vaselina que Casto tuvo que mandar a córner con esfuerzo. El canterano estaba siendo de lo más peligroso de los locales, entrando desde la izquierda hacia el centro. Un auténtico quebradero de cabeza para los de Mel.

En el lado bético, el jugador llamado a marcar las diferencias, Achille Emaná estaba completamente desaparecido, muy lento y perdido en el campo, muy parecido a Jorge Molina, que no es ni la sombra de lo que fue el año pasado.

Con estas limitaciones, la lucha de Rubén Castro y las incorporaciones de Salva Sevilla eran lo único que complicaba la vida a la zaga blanquivioleta. Precisamente estos dos jugadores protagonizarían una buena ocasión cerca del minuto 40, al rematar Sevilla al lateral de la red un pase del pichichi bético.

Barragán y Nauzet seguían con su guerra particular contra Nacho, poniendole en apuros una y otra vez hasta que, a poco del descanso, llegó el premio. Tuvo que ser Nauzet el que pusiese el centro definitivo para que Javi Guerra anotase el único gol del partido. Los béticos reclamaron una más que posible falta de Nauzet en el gol.

El canario le arrebató el esférico a un defensor verdiblanco antes de centrar. El árbitro no interpretó nada punible en esa acción dando por válido un gol psicológico, que llegó dos minutos antes del descanso.

La clave para sellar la victoria fue que, tras el descanso, el Real Valladolid se mantuvo constante, con la tensión defensiva necesaria para neutralizar los ataque verdiblancos. La primera permuta de Mel fue darle entrada a Ezequiel en lugar de un peligroso Iriney, que ya había visto una amarilla y el colegiado le había perdonado otras dos.

La entrada del canterano le dio cierta frescura en ataque al Betis, pero Emaná y Jorge Molina seguían sin aparecer y el trabajo de Rubén Castro era insuficiente.

No obstante, el Betis pudo empatar el partido a los siete minutos de la reanudación tras un centro envenenado de Isidoro que tuvo que sacar Barragán bajo los palos. El Betis se crecía pero el buen trabajo de los defensas, y la ayuda prestada por Baraja desde el centro del campo hicieron que la segunda parte fuese más tranquila de lo esperado para Jacobo.

Abel quiso proteger, no obstante, el resultado y dio entrada a Matabuena en lugar del Nafti. El último fichaje de los blanquivioletas había cuajado un buen partido pero le llegaba el momento de descansar, ya que todavía no está al 100% y en esos momentos el juego obligaba a un cambio más defensivo.

Curiosamente la salida del cántabro brindó al Valladolid los mejores minutos de peligro a la contra, aunque los de Abel fueron incapaces de cerrar el partido con un segundo gol.

Se acercaban los últimos 20 minutos de encuentro y Abel daba entrada a Jofre por un desgastado Nauzet, que se fue con una sonora ovación por parte de la grada. Pepe Mel también hizo sus últimos cambios tratando de agotar sus últimas posibilidades de victoria.

El técnico verdiblanco quitaba a Jorge Molina para dar entrada a Pereira y posteriormente a Salva Sevilla para introducir a Beñat. Los visitantes cambiaban el sistema buscando el gol, dejando atrás el trivote con el que habían salido al terreno de juego. Ahora Emaná caía a la derecha, Ezequiel entraba por la izquierda, Pereira de enganche con Castro en punta.

Alvaro Antón, uno de los mejores del partido, tuvo la posibilidad de sentenciar a 15 del final tras revolverse en el área, su remate despejado por Casto rebotó en Javi Guerra que cerca estuvo de lograr el segundo gol en el encuentro.

El mejor ejemplo de que el Betis fue esta mañana un equipo carente de ambición fue que, tras la doble ocasión de Antón y Javi Guerra, los verdiblancos apenas crearon ocasiones de peligro hasta el final del encuentro.

Lo único reseñable hasta el descuento fue una jugada anulada por fuera de juego dudoso que terminó el gol de Rubén Castro. Ya en los últimos minutos Jacobo tuvo que sufrir en una llegada con peligro de nuevo del pichichi betico, Rubén Castro, que se hizo un lio que el propio meta tuvo que solventar con acierto.

El pitido final del árbitro supuso el más que posible inicio de una resurreción para el Real Valladolid y la continuación del calvario de un Betis Balompié al que se le esta empezando a hacer muy larga la temporada. Los verdiblancos han sumado su quinta derrota consecutiva, algo impropio para un equipo que aspira a regresar a Primera.

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