Los blanquivioletas solo suman un 27’45% de los puntos cuando reciben algún gol en los segundos 45 minutos
El partido del pasado domingo ante el CD Mirandés volvió a reavivar los viejos temores blanquivioletas: el Real Valladolid no es capaz de cerrar los partidos y, por ende, los rivales le remontan el resultado. Una historia que se ha repetido muchas veces en la presente temporada y que suele tener un denominador común: ocurre en los segundos 45 de los partidos.
Si uno echa un vistazo a los números de este año, las segundas partes han lastrado a los vallisoletanos en más de una ocasión. Es cierto que el conjunto de Paco Herrera anota más de lo que encaja en este lapso de tiempo, pero eso no implica que los datos sean buenos, ni mucho menos.
De los cuarenta y cinco goles que lleva en contra el Real Valladolid, veinticuatro los ha recibido en la segunda mitad de los partidos. En el aspecto goleador, la diferencia es más palpable: de cincuenta dianas a favor, veintiocho han sido tras el paso por vestuarios.
Donde llega la preocupación es en los últimos quince minutos de partido, cuando el Pucela tiende a desinflarse de una manera más alarmante. En ese cuarto de hora final, trece han sido los goles encajados, lo que supone un 54’17% en el total de la segunda parte.
Un total de diecisiete partidos recibiendo, al menos, un tanto en la segunda parte que deja un pobre balance de puntos para el Real Valladolid. En estos encuentros, ha cosechado once derrotas, cuatro victorias y dos empates, lo que deja una paupérrima cifra de unidades sumadas: 14 de 51 en juego -apenas un 27,45%-.
En esta línea, los rivales le tienen más que tomada la medida al Real Valladolid. Girona, UCAM Murcia, Huesca, Levante y Numancia se han aprovechado de esta debilidad tanto en el partido de ida como en el de vuelta, endosando un total de trece tantos en las segundas partes. Por goleadores, solo Jason (Levante) ha metido el dedo en la llaga en ambas ocasiones.
Pero no solo los delanteros rivales huelen la sangre, sino que los propios defensas blanquivioletas se han pegado un tiro en el pie en algún momento. Sin ir más lejos, Balbi le regaló un punto al Mirandés tras no entenderse con Becerra; igual que Guitián y Pau Torres pusieron la victoria en bandeja al Girona en la jornada veinticuatro.
A tenor de los datos, queda patente una realidad que el propio Paco Herrera reconoció tras el empate ante el Mirandés: el Real Valladolid no juega al fútbol en las segundas partes. Una situación que, sí o sí, debe revertirse; especialmente, de cara a ese hipotético play-off de ascenso.

