Guille Lara buscará confirmarse en Segunda B con el Promesas después de abandonar la categoría en invierno para enrolarse en el Atlético Malagueño
En ocasiones, un paso atrás sirve para coger impulso. Es debió pensar durante el pasado mercado invernal Guille Lara, nuevo cancerbero del Real Valladolid Promesas, cuando decidió irse del Marbella, tercero por aquel entonces en el Grupo IV de Segunda B, para enrolarse en el Atlético Malagueño.
Cierto es que en el filial del Málaga tenía el objetivo inequívoco, ineludible y luego frustrado de conseguir el ascenso, pero no menos lo es que era titular a las órdenes del exblanquivioleta Mehdi Nafti antes de cambiar de equipo. Los veintidós partidos disputados no le hicieron dudar ante la promesa de crecer incluso pese a bajar a Tercera. Al final no le salió del todo bien… o sí, porque el mercado le ha devuelto a la división de bronce.
Aunque firmó por un año y medio, llega a Valladolid con la carta de libertad debajo del brazo, con la posibilidad de hacerse con el puesto en el once de Salvachúa e incluso, por qué no, de hacer que Luis César quede prendado de sus condiciones, aquellas que años atrás le llevaron a ser parte de canteras tan importantes como la del Betis o la del Barcelona y a estar bajo los focos de algún que otro equipo de la Premier League como el Swansea.
Nacido en San Roque (Cádiz) en julio del 96, fue bético hasta la categoría cadete, en la que estuvo convocado por la selección española y se marchó a La Masía. Allí fue campeón de la Youth League en 2014 y bebió de los conceptos propios de la casa en lo referente al juego con los pies, una de sus habilidades, a la vez que compartía posición y competición con cancerberos como los cameruneses Ondoa y Onana.
Junto a esa característica, destaca en otros aspectos como el juego aéreo, sus buenos reflejos o lo certero que es en el golpeo con la izquierda, su pierna hábil. No fueron sin embargo suficientes para salvar ese embudo que es ‘Can Barça’. El Cádiz se hizo con sus servicios y lo cedió al Llosetense, con el que debutó en Segunda B en la temporada 2015/16.
Aunque apenas disputó cuatro encuentros, el Marbella puso los ojos en él y Nafti le otorgó su confianza en el tramo inicial del pasado curso. Gracias a su buen hacer, se convirtió en uno de los porteros más destacados del Grupo IV de Segunda B y recibió varias distinciones de Canal Sur a la mejor parada, merced a sendas intervenciones en las que destacaron su agilidad y los reflejos ya comentados.
Con todo, para él no será nueva la situación de entrenar con un primer equipo, ya que por ejemplo lo hizo en su época en Barcelona, en algún parón de selecciones en sustitución del chileno Claudio Bravo. Si entonces no sobrevivió a la feroz competencia, ahora deberá hacerlo en el arranque de un curso en el que pugnará por un puesto con Tanis, otro portero del 96… siempre y cuando no se decida apostar por uno si sale Pau Torres. En todo caso, el salto, tras el impulso, ya lo ha dado.