El sevillano llega al Real Valladolid con la intención de dar un paso adelante en su carrera y con el afán desde el club de que sea un mediocentro jerárquico que dé un salto de calidad al equipo

Antonio Cotán, nuevo jugador del Real Valladolid, tiene el talento que el Real Valladolid requería para el centro del campo. La afirmación, por categórica, puede resultar a priori excesiva, si bien tiene su lógica: es el mediocentro que Luis César Sampedro aún no tenía. De ahí su llegada, y de ahí que aun llegando a menos de dos semanas para el inicio liguero tenga ya para muchos la vitola de titular.
Las buenas sensaciones ofrecidas por el equipo antes de su llegada no deben ocultar que el Pucela carece de un jugador de su perfil, creativo, ofensivo y potencialmente dominante, pues aquellos con los que comparte puesto son simplemente otra cosa; o de perfil defensivo (caso de Luismi o Borja) o sin el recorrido suficiente como para recibir la última consideración (como Sulayman, Anuar o incluso Sergio Marcos, más mayor que él pero menos puro).
Miguel Ángel Gómez ha sido testigo directo de su evolución desde hace no pocos años en la cantera del Sevilla, y por eso no dudó: sabe que él es el indicado. Internacional por España en varios eslabones inferiores, destacó sobremanera antes de llegar al filial hispalense hasta el punto de recibir cantos de sirena de equipos de primer orden nacional e internacional. Él, sevillista desde pequeñito gracias a la familia de su madre y siempre con su abuelo Pepe en el recuerdo, no quiso salir, como tampoco quería Monchi que lo hiciera.
De hecho, su heredero, Óscar Arias, no quería perderle. Así, uno de los principales obstáculos en las negociaciones con el club de Nervión fue que este no se quería desprender de él, a sabiendas de que puede descollar en otro sitio. La ya más que manida ley del embudo impedía que tuviera espacio en el primer plantel a las órdenes de ‘El Toto’ Berizzo, y sin embargo la fórmula más deseada era la de cesión, una que no se dio, pero que no es óbice para que si se convierte en lo que todo el mundo desea pueda volver.
Y lo que todo el mundo de sea de él es que los gobierne a todos. No solo, claro está, pero sí con la jerarquía y el saber hacer que demostró en el filial hispalense la pasada campaña, en la que disputó 32 partidos. Con Borja Lasso lució en un entramado que dejó unas prestaciones mejores que las que indica la decimotercera plaza final y cumplió una etapa: después de cinco años, la del segundo equipo tocaba a su fin. Debía hacerlo.
El ya nuevo jugador del Real Valladolid debutó en Segunda B con diecisiete años, y no lo hizo de pasada, sino que acumuló casi una veintena de participaciones en la categoría antes de llegar a la mayoría de edad. No llegó a los 900 minutos, el equivalente a diez partidos, pero poco a poco se fue asentando, y así, el año siguiente dobló su presencia hasta prácticamente alcanzar la treintena. Ya sin Jozabed pero aún con Luismi, Lasso fue asomando junto a él a la vez que el terreno le fue quedando expedito hasta su afianzamiento en el once.
Su estreno con el Sevilla se produjo en 2013, a un mes de cumplir los dieciocho, aunque en desde entonces no ha llegado a la decena de apariciones, seguramente por culpa del contexto competitivo en el que este se encuentra, ya que siempre fue señalado como un futbolista de gran potencial y, por ejemplo, al tiempo que rechazó a los grandes, se hizo con el cariño de Unai Emery. No le sirvió para hacerse un hueco, pero no por ello ha de ser denostado ni seguramente lo hará: exhibiciones en Segunda como la sufrida por el Real Valladolid prueban su talento.

Así es su juego
No exento de talante defensivo, en la faceta en la que más destaca es en la creación. Es capaz de llevar el peso del equipo desde su primera fase, la de salida, hasta casi el final de las operaciones (por norma, el penúltimo pase) a través de su dinamismo y capacidad de mezclar con sus compañeros. Además de dibujar líneas de pase, se asocia con calidad en las diferentes zonas del campo y cuenta también con una depurada técnica individual –tanto corporal como con el balón en los pies– para sortear rivales.
Y, como demostró el curso pasado, tiene capacidad para ver puerta, ya que marcó cinco goles en su estreno en Segunda, y además de diferentes formas: tres de los tantos fueron desde el corazón del área, dos de ellos en sendas acciones a balón parado (en las que también puede intervenir como lanzador), otro presionando y recuperando el cuero en tres cuartos y el restante soltándose y llegando al rechazo a la frontal desde la segunda línea. En cambio, solamente una asistencia suya terminó en gol.
Así, se le puede catalogar como un centrocampista de espectro amplio, lo que viene a ser llamado un box to box, aunque, a diferencia de Anuar, con quien podría compartir perfil sobre el campo, sus rasgos son más asociativos y su forma de atravesar las líneas no es tanto mediante conducciones como a través del toque y apoyo en el compañero. Como se ha visto, interviene en casi todas las fases, salvo quizá en una, la del último pase, lo que a priori vendrá a ser paliado por la presencia de un mediapunta.
Su ambición y saber hacer determinará el éxito o no de su desembarco en Zorrilla, aunque, como ya se ha dicho, las intenciones están claras: se pretende, puede y debe gobernar el centro del campo de un aspirante a estar en los puestos cabeceros de la Segunda División, categoría en la que ya brilló el año pasado y desde la cual querrá saltar a Primera el próximo año.
