El Real Valladolid consigue la primera victoria de la temporada en un partido ante el Sevilla Atlético en el que acaba sufriendo
El Real Valladolid ya tiene los tres primeros puntos. Se los metió en el zurrón en Sevilla, tierra que parecía maldita después del debacle de la pasada temporada, en un partido sufrido, en el que se fue al descanso con dos goles de ventaja pero en el que terminó pidiendo la hora, como comúnmente se dice.
El Sevilla Atlético tiró de empuje en el Viejo Nervión como siete días atrás habían hecho los de Luis César en Zorrilla. Y llegó a meter el susto en el cuerpo, no tanto porque tuviera ocasiones demasiado claras como por ese ímpetu que demostró, y que provocó que los blanquivioletas se vieran agobiados.
Tuvo el encuentro alguna que otra semejanza con el debut liguero del Pucela, porque Tevenet cambió a su equipo con los cambios. Las entradas de Aburjania y de Boutobba dieron otro aire al ataque hispalense, inoperante e inofensivo en una primera mitad en la que sin grandes alardes, aunque desde luego con buen juego, el Real Valladolid dio un golpetazo estruendoso sobre la mesa que valió para distanciarse en el marcador gracias al doblete de Mata. El madrileño falló la primera y la última, pero mandó a la jaula dos de las que tuvo en su primera (aunque enésima) reválida.
Actuando como ‘nueve’ , desplazando a Iban Salvador a la banda, tenía que brillar, y más en el primer día sin Jose. La marcha del canterano, al menos de partida, pesó menos de lo que se podía pensar en un inicio, seguramente gracias, en parte, a la bisoñez de la zaga local, que se vio en los dos tantos.
El primero llegó en una gran acción individual en la que el delantero sorteó a tres rivales, pero precisamente por ser tres quizá la resolución pudo ser distinta, para desgracia del Pucela. De un modo semejante, el segundo llegó tras un buen pase de Salvador para Antoñito, que llegó a línea de fondo y la puso al corazón del área, donde Mata pegó al aire antes que al balón ante una torpe defensa.
Dicho así parece que el Real Valladolid no tuvo mérito, pero claro que lo tuvo. Cuajó una primera parte buena, que no brillante, puesto que los tres hombres encargados de generar fútbol, Borja, Luismi y Cotán, no rompieron a jugar, y fue propulsado por una ventaja que al descanso parecía justa. Sin embargo, en la segunda mitad le faltó algo, incluso a pesar de que pudo sentenciar cuando el choque se rompió en el tramo final.
Vino a ser algo semejante al Pucela – Barça B con las tornas cambiadas. En esta ocasión fue el filial (de nuevo el local) el que se vio obligado a dar un paso adelante, y lo hizo previo cambio de cromos, mientras que los blanquivioletas tuvieron que aguantar el tirón. Lo hicieron, durante un buen puñado de minutos, sin sufrir en demasía, aunque encimados.
Transcurridos solamente tres minutos de la reanudación Carlos Fernández acortó distancias desde el punto de penalti, tras un atropello imprudente de Luismi. El susto, sin embargo, no duró porque Deivid estuvo impecable, porque Masip –que había hecho un paradón en el 43′– estuvo firme y porque, en general, las acciones de peligro morían en la orilla.
Óscar Plano hizo acto de presencia (debutaba) e intentó aprovechar uno de los momentos de lucidez de Pablo Hervías, aunque se encontró dos veces con Caro. Míchel, que entró más tarde, tampoco fue capaz de superar al guardameta hispalense, que sostuvo a su equipo en las contras que lanzó el Pucela como respuesta a sus intentos de empatar.
Estos, aunque esforzados, fueron vanos, aunque dirá alguno –pocos blanquivioletas– que el Sevilla Atlético mereció empatar. Seguramente no fue así, porque concedió un montón de situaciones peligrosas durante esos minutos finales sin generar demasiadas claras.
Basta con lo que hizo para considerar que los tres primeros puntos se consiguieron de modo sufrido, aunque nunca injusto. Son los tres primeros, que sirven, sobre todo por cómo se dio la primera parte y por el hambre del final, cuando se buscaba sentenciar, para construir como se debe al equipo: con fútbol, pero tanto o más con resultados.