El mediocentro volvió a jugar este miércoles tras varias semanas sin hacerlo. El Real Valladolid sigue deseando que juegue en el filial; él, dar el salto definitivo o salir

Foto: Raquel Gómez
El Trofeo Ciudad de Valladolid, perdido en los penaltis ante el Paços de Ferreira, sirvió para ver otra vez vestido de corto a Anuar Tuhami. El mediocentro ceutí, forjado en las categorías inferiores, llevaba veintiún días sin jugar, desde que lo hiciera contra el Rayo Vallecano en Íscar.
Tres semanas son todo un mundo para un futbolista como él, habituado a estar entre los elegidos, entre los que no estuvo ni siquiera contra el Real Oviedo, en el último amistoso previo al comienzo liguero. Sin embargo, tuvo una buena actuación, reconocida por la afición en redes sociales, aunque sin llegar a destacar de gran forma en un trofeo jugado a destiempo y con poco ritmo.
Claro, que, oficialmente, nadie dice que no le deje. O, dicho de otra forma, la versión oficial niega que no cuente y sí indica, como en su momento hizo Luis César en rueda de prensa, que deberá ganarse el puesto igual que los demás, como un integrante más del primer equipo. Cosa distinta a lo que se dice de puertas para adentro, donde se le ha invitado a que participe en el filial a fin de seguir con su crecimiento dentro del club, algo de lo que este portal ya informó.
A día de hoy, amparándose en su contrato, de primer equipo, no está dispuesto a hacerlo y ha barajado la opción de salir, algo que se le ha negado, bajo ese pretexto: la dirección deportiva prefiere que continúe su desarrollo bajo su amparo y bajo su foco, aun cuando es sabido que, en el contexto técnico-táctico actual, tiene pocas opciones de jugar.
Por esto, se encuentra en el limbo, en el purgatorio incluso; a mitad de camino de los dos primeros equipos, y sí, sin jugar, ya que donde le gustaría hacerlo tiene la puerta cerrada y donde le ofrecen que lo haga considera que ha terminado una etapa, tras haber jugado 97 partidos en Segunda B y unos cuantos más antes en Tercera. Aunque se le invita a ser paciente, el entorno del ceutí cree que la prueba de que confían en él pasa porque tenga sitio en el primer equipo. Solo en el primer equipo. Y si no, han de dejarle salir.
Ante la lesión de Santiago Magallán, la Cultural Leonesa lo tuvo en su agenda, aunque no como prioridad. Otros clubes como el Mirandés, mientras tanto, no parecían contemplarlo como una opción, aunque se llegó a hablar de ello en los mentideros. Todo lo contrario que el interés del Celta B, real desde el principio del verano hasta esta misma semana, en la que el equipo de su exentrenador Rubén Albés se ha visto reforzado con otro mediocentro que previsiblemente acompañará a Rai como se quería que lo hiciera Anuar.
Pese a tratarse de otro filial, el ceutí veía esta posibilidad con muy buenos ojos, dado que en Vigo habría trabajado a las órdenes de un cuerpo técnico que lo conoce y lo potenció como no hizo ningún otro. Aunque desde el club se traslada que no hubo oferta, un extremo que Blanquivioletas no ha podido confirmar, y se mantiene la misma versión: el deseo es que siga en Valladolid. Otro curso más en el filial. Por sexto año consecutivo –cinco más uno alternando–. A sus casi veintitrés (los cumplirá en enero). Y más de 120 partidos después.
