El Pucela gana a un Tenerife, que se deja el liderato en Zorrilla, gracias a los goles de Iban Salvador y Míchel. Además, Toni Villa debutó con la blanquivioleta en partido oficial
Que todo pasa y todo llega, que escribió en su día el maestro Antonio Machado en Proverbios y cantares. Y pasó que la afición blanquivioleta parece haber dejado a un lado definitivamente la tristeza y nostalgia que le entró con la marcha de Jose al Barcelona B y, también, que el tema Ortuño no preocupa tanto como pudo parecer el viernes a las dos de la mañana. Y todo porque llegó una victoria ante el líder de Segunda División. Contra un CD Tenerife que muchos ya parecían dar por ascendido en la jornada dos y que tropezó en el Nuevo José Zorrilla y de qué manera.
El Real Valladolid empezó con las dudas propias de quien se mide a un equipo candidato a ascender, aunque sea en tu propia casa. Le costó unos minutos carburar, pero en cuanto la sala de máquinas puso todo a punto, todo comenzó a rodar. El primer aviso llegó a los doce minutos, cuando Míchel no llegó por muy poquito a rematar un centro de Nacho que, por cierto, volvió a estar imperial otra vez tanto en ataque como en defensa.
Poco a poco se juntaron las líneas y Borja y Luismi tomaron el timón del partido. El Pucela empezó a hilar pases seguidos y a llegar por bandas al área rival, toda vez que Antoñito y Nacho pisaban tres cuartos de campo y línea de fondo con total tranquilidad, para alegría de todos. Iban Salvador y Pablo Hervías fueron auténticos puñales por las bandas, con especial protagonismo para el primero. Conectó bien un pase de Míchel y se la dejó en bandeja para Jaime Mata, quien envió el balón al fondo de la red. Todo Zorrilla gritaba y celebraba el gol del ‘9’, pero el auxiliar aguó la fiesta como lo hace una tormenta en pleno verano cuando anuló el tanto por supuesto fuera de juego que, parece, no existió.
Lejos de empequeñecer a los de Luis César, esta acción les dio alas y tan solo siete minutos después, esta vez sí, Zorrilla cantó el gol de Iban Salvador. Como no podía ser de otra forma, Antoñito puso un centro perfecto a la cabeza del ‘pequeño guerrero africano’ y remató ante un Dani Hernández que poco pudo hacer en ese balón. Segundo partido en casa y segundo gol del hispano-guineano que parece haberse asentado un poco con respecto a la temporada pasada y que cuenta con la total confianza de Luis César, pues ha sido titular en los tres choques disputados hasta el momento.
Este tanto dio tranquilidad al Real Valladolid para encarar la recta final del primer tiempo a sabiendas de que los blanquivioletas estaban realizando un buen trabajo, pero que no se podían dormir porque enfrente estaba un Tenerife con buenas individualidades tales como Vitolo o Suso Santana, pero que no tuvieron su mejor tarde.
Ya, el segundo tiempo fue otro cantar. Los chicharreros salieron más enchufados y con ganas de dar la vuelta al marcador. Pero ahí es donde el Real Valladolid enseñó a los ocho mil ochocientos de siempre que también sabe jugar al otro fútbol. Ese en el que la veteranía te da un plus y que es necesario en ciertos momentos. Fue ahí donde Borja demostró que quiere seguir jugando y que su dilatada carrera sirve para algo. El equipo tiró de manual de faltas básicas para parar a un Tenerife que fue saliendo poco a poco del partido y que si no, se encontraría con Masip, perfecto en todas las jugadas en las que tuvo que intervenir.
Pero el Real Valladolid no se conformó con uno. Quiso dos y mereció más. El segundo gol fue una obra de arte. Un placer para todo aquel que lo pudo ver en directo y a buen seguro, un vídeo que más de uno verá en bucle esta semana en Youtube. Una preciosa jugada dentro del área entre Jaime Mata y Míchel que culminó con una volea del valenciano para lograr hacer saltar a Zorrilla de júbilo. Este tanto no solo sirvió para certificar la victoria, sino para inaugurar el particular contador de goles del mediapunta y estrenarse como goleador en casa desde que viste la blanquivioleta.
Con el 2-0, Luis César dio paso a Óscar Plano por un Iban Salvador que vio la tarjeta amarilla y prefirió guardarse las espaldas. Pero el cambio más esperado –y aplaudido– fue el segundo. Ovación para Míchel por el partido y por el gol, pero ovación con letras mayúsculas para Toni. El canterano, que llegó a Valladolid con quince años desde Murcia, debutó en partido oficial con la blanquivioleta. Un momento especial para el murciano que tuvo el aliento de la grada en todo momento y despertó gritos de ánimo cada vez que tocaba la bola.
Tarde para el recuerdo en la mente de Toni y en la de todos los que presenciaron el encuentro. Ante el líder, el Pucela venció y convenció; demostró que con laterales y extremos, el fútbol es mucho más fácil. Que con trabajo y constancia los noventa minutos, el triunfo está más cerca. Y que la cantera tiene diamantes que hay que pulir sin prisa pero sin pausa porque, aunque todo pase, lo mejor está por llegar.