El delantero madrileño vive su mejor momento desde que viste la camiseta del Real Valladolid, buena prueba de ello son los cinco goles en idénticas jornadas

La vida son momentos y decisiones. Y en el mismo sitio una persona puede ser feliz o dejar de serlo en función de la gente que le rodee. En los temas laborales es muy frecuente, y a los futbolistas, que no dejan de ser trabajadores de empresas, les pasa muy a menudo.
Sin ir más lejos ahí está el ejemplo de Jaime Mata. Nadie dice que su primera temporada en el Real Valladolid le supusiera infelicidad, pero la situación en el equipo quizá sí despertó en la gente más dudas de las que debería haber habido.
Reconocido durante la etapa de Paco Herrera por su esfuerzo, lucha, trabajo y entrega, solo encontró el premio de celebrar cinco goles en 1.562 minutos, o lo que es lo mismo, un gol cada 312. Evidentemente, su posición en el campo no ayudó a que se destapara en la faceta goleadora y pudo verse a la sombra de Raúl de Tomás y de Jose Arnáiz en multitud de ocasiones.
Pero ni Herrera, ni Jose ni Raúl de Tomás, ni siquiera Ortuño, están en el Real Valladolid y quien sí lo está, con más compromiso que nunca, es Jaime Mata, a quien se le ha abierto un nuevo mundo con la llegada de Luis César Sampedro y su estilo de juego.
Con el 1-4-2-3-1 el delantero blanquivioleta está en su sitio, en la punta de ataque, donde se encuentra liberado de trabajar para el equipo ciertas cosas y puede emplear ese esfuerzo en la faceta más ofensiva. Razón de ello es que ya ha marcado los mismos tantos que la temporada pasada, lo que supone que mejorará sus números próximamente cuando queda prácticamente toda la campaña por delante.
Así las cosas, y en estos momentos, marca un gol cada noventa minutos y ha tenido la suerte de ver puerta dos veces en el mismo partido en dos ocasiones. Este hecho, que podría quedar como una mera anécdota, supone un chute de moral importante, no solo para el pichichi de Segunda División, también para la grada.
Porque sí, la grada del Real Valladolid es agradecida con quien se esfuerza y lucha por la camiseta y el escudo que lleva en el pecho. Y Mata hace ambas cosas. La afición blanquivioleta ya tenía ganas de que le salieran las cosas bien al madrileño y celebra sus goles con especial ilusión. No hay más que ver la despedida que Zorrilla brindó al ‘9’ cuando Luis César le sustituyó por Villalibre. Cerrada ovación para un futbolista que se ha reconvertido gracias a la profunda renovación que ha habido desde el banquillo.
Esa transformación de la era Braulio Vázquez-Paco Herrera a la actual de Miguel Ángel Gómez y Luis César es evidente en la plantilla blanquivioleta, puesto que quedan solo siete jugadores de los que acabaron la pasada campaña (sin contar a Luismi y a Iban Salvador, ni tampoco a los canteranos Mayoral y Anuar). Pero de esos siete, Mata fue el único futbolista de cuantos saltaron al terreno de juego de inicio ante el Granada que terminó en Zorrilla la pasada temporada.
Y, a tenor de lo visto hasta el momento, parece ser que será el que más continuidad tendrá, toda vez que Isaac Becerra parece que será suplente de Masip, Moyano tiene difícil hacerse con el lateral derecho, al igual que Ángel con el izquierdo, Sergio Marcos apenas cuenta para Luis César y Míchel no termina de arrancar. Cierto es que Guitián lleva más minutos en liga que Mata (quince más), pero parece que ambos llevan rachas opuestas y el domingo ante el Huesca todo hace indicar que el punta superará al defensa.
Mata ha vivido este verano un punto de inflexión. A su felicidad personal, que se debe principalmente al nacimiento del pequeño Teo, se le suma la felicidad laboral. Luis César le ha señalado el camino para un mundo nuevo donde el nueve, en esa posición, se reivindica jornada a jornada como el delantero ideal para el Real Valladolid y, de momento, como pichichi de plata. Y que dure mucho.
