El conjunto verdiblanco parte prácticamente de cero para intentar refrendar su estatus de Liga Nacional
Corren tiempos de cambio en el Luis Minguela. Un ciclo terminó, a las órdenes de Miguel de la Fuente, hoy en el Villa de Simancas, y Luis Marcelino es el nuevo ocupante del banquillo del Victoria CF. Y, con él, ha desembarcado toda una legión de nuevos futbolistas después de confirmar que tan solo uno permanece del curso pasado, el guardameta Adrián Pereira.
El reto de asentarse en la Liga Nacional, por tanto, es mayúsculo, porque el trabajo cuenta con muchos componentes agregados. No obstante, a su técnico no le falta ilusión. Y por eso, por trabajo, no va a ser. “Hacer un equipo con garantías lleva muchísimo tiempo. Llevo desde febrero o desde marzo viendo jugadores, hablando con gente, viajando… Hay que tener en cuenta que muchos de los que a ti te pueden interesar interesan también a otros equipos de la categoría o de División de Honor”, explica.
Pese a ese interés, el conjunto verdiblanco cuenta finalmente, además de con Pereira y con siete u ocho jugadores ascendidos del B, con un buen puñado de fichajes vallisoletanos y cinco de fuera, dos ex de la Real Sociedad de División de Honor, uno del Numancia y dos que competían en equipos de Salamanca en una Liga Nacional que muchos desconocen.
Por la “necesidad de mucho tiempo para acoplar todas las piezas” empezaron bien pronto la pretemporada, el 31 de julio. “Había que enseñarles las características técnicas y tácticas de la categoría, compenetrar un equipo nuevo que no se conoce en lo personal ni en lo deportivo, con un cuerpo técnico y un sistema nuevo”, recuerda Luis Marcelino.
Además, “empezaron 35 jugadores”, a fin de testar el nivel de unos cuantos, y, tras dos semanas, el grupo se quedó en 25, cuya nota es “de 8’5”, ya que ganaron todos los partidos menos uno, contra el San Agustín, en un choque en el que se buscaba resolver alguna que otra duda. Incluso vencieron al Aravaca de División de Honor, que fue capaz de empatar contra el Real Madrid en los primeros compases de su temporada, por uno a cero. “Su entrenador nos dijo que nuestra intensidad era de División de Honor”, comenta orgulloso el técnico verdiblanco.
Y es que esa es precisamente una de sus máximas, la intensidad. Si hasta ahora “se está viendo un vestuario y una compenetración a nivel particular espectaculares”, Marcelino quiere que eso se refleje en el campo. “Queremos jugar con humildad y respeto a todos, pero sin miedo a nadie. Queremos luchar al máximo, correr con y sin balón, y asegurarnos la permanencia lo antes posible. Si lo conseguimos, miraremos cuanto más arriba podamos”, esgrime.
Aunque afronta esta experiencia como “un reto muy duro”, el entrenador se reconoce “muy contento y con ilusión”, aquella que perdió “por los dirigentes y las promesas incumplidas” y que en un primer momento le había llevado a pensar en alejarse “un poco de los campos”. Tal es su nivel de compromiso que a mayores está “echando una mano a la secretaría técnica del club” en labores de confección de plantillas o en la formación interna de entrenadores en ramas como la metodología, las reglas del juego o la gestión de grupo.
Todo “para mejorar” y asentar las bases de un Victoria que quiere seguir creciendo. “El juvenil de Liga Nacional es el equipo representativo, tiene que ser el modelo a seguir en cuanto a imagen y juego y tiene que servir para seguir formando a los jugadores que vienen por debajo. El objetivo es mantenernos, que el Juvenil B y el cadete traten de ascender, como el aficionado, y que los equipos que están en Primera se mantengan”, concluye un ambicioso Luis Marcelino.
