Gonzalo Melero lleva tres de los cinco goles de su equipo este año y, aunque juega de centrocampista, desde el curso pasado ya registra buenos datos goleadores

Cuando el problema del gol acecha sobre un equipo o los delanteros de un conjunto atraviesan la sequía anotadora, cualquier solución es buena si el resultado es que el balón acabe en el fondo de las mayas. Bien sea a través del balón parado, la estrategia o por medio de otra fórmula, el tener un as bajo la manga para solventar estas situaciones elevan exponencialmente el nivel competitivo de un equipo.
A veces la solución no solo está en la pizarra, sino que la clave reside en un jugador que, pese a no ser un nueve puro ni jugar en la posición de ariete, tiene una gran habilidad de cara a puerta. Lo fueron, por ejemplo, Steven Gerrard en el Liverpool, Kaká en el Milán o Raúl García en el Athletic Club. Todos ellos contribuían sobremanera al juego ofensivo, siendo un diamante en bruto para sus entrenadores.
En la Sociedad Deportiva Huesca, y ya desde la temporada pasada, existe un jugador que ha ido sumando tantos hasta alcanzar registros de alto valor. Su demarcación natural es la de centrocampista, más últimamente parece poseído por el espíritu de los mejores atacantes. Se trata de Gonzalo Melero, futbolista de veintitrés años nacido en Madrid y formado en la cantera de los blancos, que tras su paso por Ponferrada se incorporó al cuadro que a día de hoy dirige Rubi.
Pieza clave para que los oscenses jugarán el último play-off, Melero ha sacado a relucir su lado más goleador con los azulgranas. Uno que no se veía desde sus tiempos de juveniles, cuando en la campaña 2013/14 anotó siete goles como integrante del Real Madrid C.
Precisamente fueron siete las veces que el jugador logró ver portería el anterior curso. Reus, Oviedo, UCAM, Lugo, Sevilla Atlético por partida doble y Mallorca fueron testigos de su olfato y precisión. Algo que le sirvió para ser titular indiscutible en la gran mayoría de partidos, llegando a acumular cerca de 3.000 minutos sobre el césped.
Asentado en el doble pivote, Melero forjó junto con Juan Aguilera una de las duplas más poderosas de la categoría, convirtiendo la medular del equipo en un cortafuegos con capacidad de llegar en segunda linea. Y como era de esperar, apenas había comenzado el verano cuando el cuadro aragonés decidió renovar a su joven perla que, después de convertirse una de las revelaciones de la Liga, acumulaba ofertas de varios clubes. Así las cosas, su contrato se prorrogó hasta 2020 y el madrileño se convirtió en uno de los jugadores mejor pagados de la plantilla.
Un aumento de confianza que el centrocampista ha querido devolver con un fantástico arranque de campaña. Parece que la pretemporada le ha sentado bien, pues no ha perdido ni un ápice de puntería. En las cinco primeras jornadas de competición, el futbolista ha marcado tres goles y tan solo el del pasado domingo, ante la Cultural, no ha servido para que su equipo sume puntos.
Porque las dianas de Melero valen su peso en oro. De no ser por el gol de Yasser en el minuto ochenta en la visita del Huesca al Reino de León, el conjunto de El Alcoraz habría confirmado una estadística digna de elogio: Si Gonzalo marca, el Huesca no pierde. Un total de veinte puntos conseguidos gracias a que el chico veía puerta. De momento lleva el 60% de los goles de su equipo o lo que es lo mismo: tres de los cinco chicharros del Huesca este año. Un auténtico goleador encubierto que sigue progresando sin hacer mucho ruido.
Aparcado en el centro del campo y a la sombra de los Chimy, Edison o ‘Chucho’ Hernández, el verdadero punta, o al menos así lo secundan sus estadísticas, se llama Gonzalo y se apellida Melero. Aciertos que suelen encarrilar la victoria y muchas veces la consiguen. Un dato a tener en cuenta, sobretodo para los zagueros rivales, que a lo mejor empiezan a prestar más atención a este delantero disfrazado.
