El conjunto vallecano sentenció en la primera mitad, en la que castigó los errores del Real Valladolid
El Rayo Vallecano ha encontrado el antídoto para el Pucela, y no pasó por hacer el campo pequeño. Aunque Luis César lamentó días atrás los espacios reducidos de Vallecas, a quien empequeñecieron los de la franja fueron a los blanquivioletas a partir de una buena presión sobre la salida que provocó errores letales.
Si hay que ponerle un nombre más allá del propio de la entidad, es el de Embarba, clave en el triunfo gracias a su posición y movimientos. Arrancó desde la izquierda, a pie cambiado, con una tendencia interior, y así, de fuera a adentro, generó mucho peligro, para empezar, como autor del uno a cero. Contó con la inestimable ayuda de Trejo, que fue quien provocó la pérdida –grosera– de Borja cuando solo habían pasado ocho minutos para lanzar la contra y que el extremo marcase.
El argentino hizo el segundo al cuarto de hora después de otra rápida jugada, en la que Raúl de Tomás giró sobre sí mismo en mediocampo y se la sirvió al espacio para que nuevamente por el pasillo interior izquierdo (el lado derecho de la defensa) se produjera una arrancada determinante, que el conjunto rayista aprovecharía para castigar la muy ofensiva disposición de un Real Valladolid anulado en la fase inicial y cortocircuitado a partir de ello.
Así, el problema no fue de espacio, sino de ocupación: el Rayo presionaba o amenazaba arriba y provocaba muchas pérdidas, por ejemplo, de un Borja completamente desbordado y que no encontró líneas de pase, ya que Luismi tampoco estaba cómodo y no aparecía cerca de él, los laterales no estaban, los hombres más adelantados no hacían desmarques de apoyo… Míchel fue el espartano aquel que dijo que si las fechas cubrían el sol, lucharían a la sombra. Si su rival iba a estar tanto en su mitad de campo, lo iban a evitar con transiciones rápidas y balones al espacio que generaron inseguridad atrás.
Antes del descanso llegaría el tres a cero desde el punto de penalti, obra de Raúl de Tomás, tras una infracción de Iban Salvador. Dio carpetazo al encuentro con 45 minutos por disputar, puesto que si bien quedaba tiempo para la machada, las sensaciones eran bastante malas, con un Real Valladolid que tenía el balón, sí, pero que no era capaz de hacer nada con él más que perderlo y permitir situaciones de ventaja a los vallecanos.
Los dos cambios que introdujo Luis César al descanso dieron otro aire a su equipo, por lo menos el de un Míchel que mejoró a Luismi. Otra lectura, claro está, podría ser que con una diferencia tan amplia el Rayo no necesitaba correr tanto y, sin cerrarse, sí dio un paso atrás, o por lo menos fue menos decidido en la búsqueda de la provocación del error. No obstante, y aunque Plano acortó distancias pronto, no pareció que hubiera una reacción contundente.
Óscar Plano aprovechó la jugada más imaginativa del partido, un quiebro de Toni, que debutaba en liga como titular, para rematar a gol a falta de más de un tercio de encuentro. Si acaso, con la entrada de Hervías hubo algo más de mordiente por fuera, aunque tampoco se concretó en forma de ocasiones más allá de una bastante clara de Villalibre que se marchó fuera por poco. El punta vasco, que se sumó a Mata en la segunda mitad, cayó dentro del área y se pidió penalti de manera tímida, salo por parte de un Luismi que acabó expulsado (estaba en el banquillo).
Igual que lo abrió, Embarba cerró el triunfo al aprovechar un envío largo de Alberto García prolongado por Diego Aguirre en una acción en la que Antoñito se quedó colgado en el fuera de juego. Sirvió para empatar el segundo periodo, algo que no tiene reflejo más allá de lo anecdótico pero que sí hizo justicia: el Real Valladolid no mereció ni siquiera ganar una parte.
Cierto es que el resultado puede parecer excesivo, puesto que la diferencia entre los dos equipos a buen seguro ni fue ni es tanta, pero vino a dejar claro que el Rayo ejecutó a la perfección su plan y el Pucela, no. Al contrario, se vio neutralizado por un rival que si hizo valer el espacio no fue encerrándose, sino corriendo hacia él, como si el tamaño no importase.
Después del segundo frenazo consecutivo como foráneo, el conjunto que dirige Luis César tendrá el jueves una nueva ocasión para reencontrarse contra el Alcorcón, en el José Zorrilla. Con metros cuadrados suficientes como para estar más cómodos, si es que eso fue un problema en Vallecas.