El otrora compañero de fatigas de Manolo Hierro en la defensa del Real Valladolid feneció este miércoles a los cuarenta y nueve años.
Enrique Moreno, otrora jugador del Real Valladolid, falleció este miércoles a los cuarenta y ocho años en Valencia, localidad en la que nació y en la que regentaba un restaurante a pie de playa desde su retirada de la práctica del fútbol, allá por 1992, como consecuencia de un infarto.
Central alto, fornido, fue compañero de fatigas de zagueros como Manolo Hierro o Gonzalo Arguiñano. Antes, tuvo ocasión de prestar sus servicios al Rayo Vallecano en la segunda división, después de debutar en la máxima categoría en el Valencia Club de Fútbol, de cuya cantera salió.
Acostumbrado a desempeñar las labores de la casi desaparecida función de líbero, pasó por ser una de las grandes promesas del fútbol español hasta que topó con Arias, quien le cerró el paso en el conjunto che. Sin llegar a confirmarse como el jugador que amenazaba ser, en Valladolid alcanzó su máximo rendimiento profesional.
Dirigido en su primera temporada por Xabier Azkargorta, fue pieza clave en sus tres primeras temporadas como blanquivioleta y yllegó a compartir vestuario con Alberto López Moreno, actual galeno del club, si bien, como él, no disputó un solo minuto en la final de Copa del Rey de la temporada 1988/89.
Se retiró tras finalizar la temporada 1991/92, después de disputar 138 partidos (122 de ellos como jugador del Real Valladolid) en primera división y anotar un gol. Más allá de los números, para el recuerdo quedan su bigote, su melena, su gol con el Valencia CF al Spartak de Moscú en la temporada 1982/83, después de recorrerse el campo lanzando paredes hasta batir a Rinat Dasaev o el anotado a Las Palmas en la victoria del Real Valladolid al conjunto canario el diecisiete de diciembre de 1986 en el Nuevo José Zorrilla.