Luis César decidió variar el estilo de juego al inicio de la segunda vuelta y le dio resultados; en el mismo período de tiempo ya lleva tres puntos más con menos goles tanto en contra como a favor
En fútbol se divierte el equipo que gana. Y sobre todo el que celebra algo a final de temporada porque se han cumplido las metas propuestas al principio. Es cierto que el aficionado prefiere ver a su equipo jugar como en su día lo hizo la Selección Española, por poner un ejemplo. Pero al final lo que cuenta cada fin de semana es una victoria y tres puntos más en el casillero. Da igual el cómo, el dónde y casi, casi, el cuánto.
Y de esto se dio cuenta Luis César hace relativamente poco, pero con el tiempo suficiente como para poder optar a todo. El Real Valladolid inició su periplo por esta temporada practicando un juego vistoso, que aseguraba muchos goles y que no dejó indiferente a nadie. El único problema fue que no dio los puntos esperados para poder optar al ascenso mediante cualquiera de las dos vías.
Al comienzo de la segunda vuelta, el técnico blanquivioleta hizo examen de conciencia y optó por dar un lavado de cara a su idea de juego que pasó de ser más alegre a quizá más aburrida pero donde se garantiza más el resultado en cierto modo.
Todavía quedan nueve partidos para la conclusión del campeonato liguero, pero el Real Valladolid va por un mejor camino que en la primera vuelta, al menos si comparamos el tramo que va desde el partido frente al FC Barcelona B en el Mini Estadi hasta el del Reus el pasado domingo en Zorrilla. Los blanquivioletas suman tres puntos más en los doce primeros encuentros de la segunda vuelta que los homólogos de la primera. La clave ha sido, evidentemente, haber conseguido una victoria más, pero el verdadero transfondo de la cuestión está en los goles marcados y encajados.
Desde el inicio liguero frente al Barça B en Zorrilla hasta la visita del Pucela al Reus, los blanquivioletas cosecharon cinco victorias, cuatro empates y tres derrotas, lo que suma diecinueve puntos. En ese tramo, el equipo marcó la friolera de veinticinco goles, pero recibió diecinueve. Destacan encuentros como el de la Cultural, Córdoba o Rayo Vallecano, en los que se se vieron diecisiete tantos nada más y nada menos. Una vez acabó el primer tramo de liga y tras la derrota frente a Osasuna, Luis César asumió la culpa y empezó a enmendar errores. “He escogido una manera de jugar arriesgada y he cosechado veintinueve puntos y mucho de todo, muchos goles a favor y en contra, y no necesito eso. Aposté por una manera atractiva de jugar y me confundí. He fallado y mi obligación es cambiarlo”, reconoció.
Por eso, solo un partido después ya se vio un cambio en el equipo. Fue ante el Barça B en el Mini Estadi, donde el Real Valladolid consiguió la segunda victoria a domicilio, pero sobre todo, inició un nuevo camino, uno que ya le ha reportado tres puntos más que el el mismo período y le hace sumar veintidós unidades en esta segunda vuelta gracias a seis victorias y cuatro empates (con dos partidos perdidos). Los goles claramente han disminuido, puesto que a favor solo lleva trece y en contra nueve.
La primera conclusión que se extrae es que el equipo ha aprendido a rentabilizar cada gol de una mejor manera. La segunda, que con la portería a cero se suma más. En estos doce encuentros, Masip no ha tenido que recoger el balón de la meta en seis ocasiones, mientras que si comparamos con la primera vuelta solo lo pudo hacer en dos. Algo que se debe a una mayor solidez defensiva que hace que el Real Valladolid ya no sea el segundo equipo más goleado (ahora es el quinto). Mejorar para crecer, aprender para continuar en la pelea, luchar por un puesto en play-off que ilusione, de una vez por todas, a una afición que ya lo merece.
