El Real Valladolid Promesas cierra la competición liguera este domingo a partir de las 18:00 horas en Los Anexos frente al Real Madrid Castilla con los deberes hechos

La temporada del Real Valladolid Promesas es una de esas historias que merecen ser contadas. Comenzó apático y sin confianza, como el técnico que empezó el curso en el banquillo, pero no tardó en romper y ver a Miguel Rivera sentado donde antes estaba Carlos Salvachúa. Las jornadas fueron pasando y el andaluz se iba afanando en compactar un vestuario que, de inicio, no era un grupo, pero luego sí. Y sobre eso vertebró todo. Sobre la unidad, fomentada y facilitada por los cambios experimentados en el mercado invernal, trajo algo que tiempo atrás pareció un milagro.
Porque hubo un tiempo en el que el filial pareció desahuciado para muchos, quien escribe incluido. Pero el fútbol tiene estas cosas, esta magia que convirtió todo aquello en un señor equipo, muy difícil de batir y de los mejores de la categoría en la segunda mitad del campeonato. Uno que sufrió lo indecible, y sobre el que se volvió a cernir alguna duda cuando cayó ante el Coruxo y contra el Pontevedra, aunque entre bambalinas no hubiera ninguna: se iban a salvar, creían, y así fue.
A falta de jugar el último partido, los blanquivioletas están matemática y completamente salvados, incluso de aquel play-out que se pudo considerar en algún instante un mal menor. Con el mejor escenario cumplido, contra el Real Madrid Castilla solo queda disfrutar y rendir tributo a un conjunto gracias al cual el filial blanquivioleta estará por quinta temporada seguida en Segunda B por primera vez en lo que va de siglo.
Que ante los de Santiago Hernán Solari jueguen los habituales en las últimas fechas u otros con menos minutos durante la campaña –o, por qué no, incluso algún juvenil– depende del técnico andaluz, no así su continuidad ni la de parte del bloque con el que consiguió la permanencia, toda vez que tanto él como unos cuantos de sus jugadores cumplen contrato. Pero para hablar del futuro ya habrá tiempo por delante. Este domingo, a partir de las 18:00 horas, la idea es otra; ver los toros desde la barrera y, a poder ser, cerrar una temporada difícil con un sabor de boca aún mejor en forma de tres puntos.
