La plantilla del Real Valladolid de División de Honor regaló una camiseta firmada a un joven aficionado que sufre parálisis cerebral al término del choque contra el Unión Adarve

Aquellos que acuden con frecuencia a los partidos que el Real Valladolid de División de Honor juega de local en Los Anexos seguramente se hayan fijado en que a la conclusión todo el plantel se reúne en círculo para hacer los típicos estiramientos antes de encaminarse hacia vestuarios. Este sábado no iba a ser diferente, o sí, porque con el silbatazo final se gestó una bonita sorpresa.
Como si se tratara de una de esas propias de los programas de televisión, el pitido que puso fin a la victoria contra el Unión Adarve comenzó un breve e inocente trasiego coordinado que iba a tener como protagonista a Michael, un joven aficionado del Real Valladolid que tiene quince años. Acompañado de su madre, se aproximó a la entrada al verde mientras José Gaitán, el delegado de campo, impedía que se moviera del césped ni una pequeña bolita de caucho. Era su momento.
Una vez el equipo acabó sus ejercicios de prevención y relajación post-partido, todos se reunieron en el centro del campo para recibir a Michael, que sufre parálisis cerebral. Sonriente, llegó a la altura de sus nuevos amigos, que lo recibieron con los brazos abiertos. Todo había salido bien. Todo había sido por y para él. Las risas y los saludos. La alegría y los tres puntos. El pequeño homenaje organizado en el que le regalaron una camiseta firmada por todo el equipo, como señal de que sí, de que es uno más.
Una muestra de humanidad aparentemente tan simple sirvió para ver que el equipo que dirige Javier Baraja es eso, un equipo, más allá de que al término de la temporada acaben terceros o cuartos; más allá de victorias, de empates o de derrotas. Lo que queda cuando la pelota deja de rodar, al fin y al cabo, es un grupo de personas que demostró tener un gran corazón con un hincha al que se han ganado para siempre.
“Michael, esta victoria es para ti”, vino a decirle la plantilla del División de Honor con ese gesto, aunque poco habría importado no haber logrado los tres puntos. En el fútbol, como en la vida, lo que importa es luchar; ahí está el verdadero triunfo, en seguir adelante por más adversidades que uno se encuentre en el camino. Michael y su familia bien lo saben. Los primeros luchadores, los primeros ganadores, son ellos. Por eso puede decirse que en el fondo, más que regalo, lo que vivieron fue un agradecimiento por ser todo un ejemplo.
Por todas las batallas vencidas y por las que quedan por librar: enhorabuena y gracias, Michael.


