La victoria de los de Sergio González y la derrota del Girona permite conseguir la salvación matemática en una jornada en la que todo salió cara y será difícil de olvidar
El Real Valladolid hizo equilibrismo en Vallecas con el sufrimiento incluido por bandera que es tan marca de la casa. Muchos aficionados blanquivioletas esperaban el partido ante el Rayo entre la expectación y la ilusión, pero con el acecho de fantasmas pasados suspirando en el cogote. Por momentos se los vio, claros y diáfanos, pero el Pucela se mantuvo de pie. Casi milagrosamente.
Se volvía a repetir la ecuación de encuentro a todo o nada contra un equipo descendido. Aquel Valladolid de JIM no es este de Sergio, y eso se ha demostrado durante toda la competición: este sí es el Real Valladolid, el del sufrimiento, el de celebrar solo al final. Y este equipo se queda en Primera División. Contra viento y marea. Contra sí mismo. Contra todos.
La primera mitad conjugó la relativa tranquilidad inicial de verse por delante con el tempranero gol de Ünal de penalti y los nervios de poder rematar la faena con un 0-2 que no llegó. A partir de ahí, fue el Rayo quien asustó una y otra vez. De Tomás tuvo el 1-1 pero la mandó por encima del travesaño. Quizá por eso de ser un viejo conocido. Lo mismo ocurrió con las oportunidades de Álvaro García y Catena, cuando lo más difícil era fallarlas, pero la moneda caía cara. ¿El jersey del míster? Quién sabe.
Lo cierto es que los vallisoletanos acabaron defendiendo en su campo y sin balón, con un naufragio absoluto del centro del campo, y a verlas venir. Sergio González se mordía las uñas de camino al vestuario tras el pitido que indicaba el tiempo de descanso. El resultado propio y la suma de los ajenos salvaban al Pucela matemáticamente.
El inicio de la segunda parte comenzó como un calco de la primera. Los visitantes recuperaron las constantes vitales y ganaron metros de cara a la portería de Dimitrievski. Aun así eran los de Jémez quienes contaban con las ocasiones. El marcapasos de los seguidores pucelanos se paró con la ocasión desbaratada por Masip a remate claro de Pozo. El Real Valladolid aguantaba golpe tras golpe. Agitaba el árbol Sergio buscando recomponer a su equipo sacando a Antoñito por Waldo al terreno de juego. Los tres puntos pasaban por nadar y guardar la ropa porque apenas podían salir de su propio campo.
El drama llegó con el gol de Medrán en el 73. Nadie podía decir que no se vio venir. La afición trasladada a Vallecas no se lo podía creer. Pero de nuevo, cuando el Pucela estaba en la lona, agotado y sin esperanza, resurgió. Una vez más. Un golazo antológico de Sergi Guardiola devolvía los tres puntos camino de Valladolid y la permanencia matemática. Mientras, en Montilivi, el VAR anulaba una expulsión que dejaba con uno menos a un Levante que terminó sentenciando al Girona. Se dieron todos los resultados y se cumplió el milagro: el Pucela será de Primera un año más.