Pedro Porro, cuyo debut en Liga fue ante el Real Valladolid la pasada campaña, ha despuntado en un año gracias a su explosividad y su buen hacer en el Girona
Foto: Federación Extremeña de Fútbol
Hasta hace apenas un año, a Pedro Porro aún se le conocía como el nieto de Antonio. En su Don Benito natal, nadie se extrañaba de ver al abuelo constantemente en las gradas de cualquier campo, siguiendo atentamente la evolución de un chiquillo que, en solo una temporada, ha pasado de debutar con el Girona a cerrar el mercado en la Premier League y convertirse en el traspaso más caro de la historia del club catalán.
El extremeño dio sus primeros pasos en el fútbol sala, formando parte del AD Don Benito FS. El club terminó integrándose en el Gimnástico Don Benito y Porro, que había cambiado la pista por el césped, empezó a despuntar. Tanto es así que el Rayo Vallecano se fijó en él y lo incorporó a su juvenil. Su carrera acababa de despegar.
En un encuentro, Albert Siria, coordinador del área de fútbol base del club gerundense, se quedó prendado. Solo jugó la segunda parte, pero fue más que suficiente para saber que aquel muchacho tenía que estar en su equipo.
De este modo, el lateral llegó a Girona, donde disputó una temporada con el juvenil A y un par de choques con el Peralada, filial que milita en Segunda B. Fue suficiente para hacer gala de su talento: en tan solo 88 minutos, anotó tres goles.
El pasado verano, mientras realizaba la pretemporada con los juveniles, Eusebio Sacristán le llamó para entrenar con el primer equipo. En el primer partido de liga, precisamente ante el Real Valladolid, el técnico sorprendió apostando por él para cubrir el lateral derecho. Lo que podría haber quedado en una mera anécdota se fue tornando realidad con el paso de las jornadas.
Solo una temporada le ha hecho falta a Porro para demostrar que su meteórico ascenso no fue fruto del azar. En el costado derecho, su presencia fue una de las mejores noticias para los gerundeses el pasado curso. En un sistema basado en una defensa de cinco hombres, heredado de la época de Machín, su velocidad a la hora de conducir el balón ha servido para desatascar los partidos cuando más cuesta arriba se ponían.
Además, el extremeño destaca por su explosividad y su golpeo en carrera, así como por su capacidad regateadora y su buen hacer a la hora de centrar balones al área.
Todas estas virtudes han provocado que, paulatinamente, la lista de interesados haya ido en aumento: Real Madrid, Valencia, Sevilla o FC Barcelona fueron tan solo algunos de los nombres que sonaron en este mercado estival como futuros destinos.
El Girona lo vio venir rápidamente y, un día después de su debut en Liga, firmó su renovación hasta 2023, pasando de los cinco a los cincuenta millones de cláusula. No obstante, la cifra se queda lejos de los doce millones que ha pagado el Manchester City en una operación que, finalmente, le ha llevado a vestir la elástica blanquivioleta este año.
Su llegada al Pucela se presenta como la oportunidad perfecta para seguir con su veloz ascenso. Llega para reforzar el carril derecho, una posición en la que, durante la pretemporada, se han visto carencias, pese a la presencia de Moyano y Antoñito.
Además, en la cabeza del extremeño continúa el sueño de ir convocado con la Selección Española. En un primer momento, formó parte de la lista de la sub21 para el Europeo de Italia, donde el combinado nacional se proclamó campeón, pero una rotura en el psoas frustró sus intenciones.
Nombrado por La Liga como uno de los jóvenes talentos más destacados la pasada campaña, todas las miradas se posan sobre él. Pero solo una importa: la de su abuelo Antonio.