El Real Valladolid remonta el encuentro ante el Elche gracias a una buena segunda mitad, en la que pareció recuperar juego y sensaciones.
El Real Valladolid logró reencontrarse consigo mismo en el Estadio Martínez Valero frente al Elche en una buena segunda mitad, después de que el conjunto ilicitano se pusiese por delante al borde del descanso e hiciese de menos a los de Djukic, que a la vuelta de vestuarios parecieron recuperar el juego y las sensaciones dejadas semanas atrás.
Hasta entonces, la fuerza franjiverde había sido capaz de imponerse a la imaginería vallisoletana, especialmente en un centro del campo donde Generelo y Mantecón se erigieron primos de Zumosol de Álvaro Rubio y Víctor Pérez. En su exceso de protección se perdieron los dos medios blanquivioletas, especialmente Pérez, así como Alberto Bueno.
Jofre, Sisi y Javi Guerra buscaron llevar el peligro en un par de contras, más por dentro que por fuera, hábida cuenta de que parecía ser el único modo de hacer daño a un equipo que salió muy unido y con las líneas muy adelantadas, obligando a los albivioletas a manejar el cuero casi de forma exclusiva en su mitad de campo y a sentirse incómodos en la triangulación.
El conjunto adalid de la intensidad en la segunda división les obligaba a disfrutar de una posesión inofensiva y que no se traducía en un dominio real, pues de la fuerte presión alicantina provenía un buen número de pérdidas de balón y pases defectuosos que si bien llegaron a convertirse en peligro en un primer momento a la postre no tendría mayor repercusión… salvo en el gol.
Con el transcurso de los minutos el partido se ilicitanizó en demasía. Esto es, el férreo juego de los de Bordalás envolvió al esférico y provocó la caída de propios y extraños en una somnolencia que acostumbra a ser mortal. Entre parón y refriega, Xumetra envió un balón profundo hacia donde estaba Marc Valiente, que erró en la cesión y permitió a Bille encarar a Rueda y anotar ante Jaime al filo del descanso.
A la vuelta de vestuarios el Real Valladolid dio un paso atrás para coger impulso. Álvaro Rubio empezó a encontrar a Víctor Pérez, y éste con Alberto Bueno. Prueba de ello fue el gol, llegado a los diez minutos de la reanudación. Pérez sirvió a Bueno, Bueno se deshizo de dos zagueros y se la ofreció a Guerra para que Heartbreak Nine pusiese el empate.
Entonces Bordalás y Djukic decidieron jugarse el partido al ajedrez, quizá sin darse cuenta el primero que entre peón y peón se coló un tío que es, como mínimo, alfiler. Óscar González apareció para hilar tan fino como tan solo él y Valerón saben hacer en la categoría. Para arrojar luz sobre la oscuridad que hasta entonces había reinado en la cabina de mando de los men in black.
Cogió el timón y sus compañeros cerraron filas entonando el “Oh capitán, mi capitán!”, sabedores de que si le das el balón al que mejor lo maneja puedes fallar, pero en la segunda división lo habitual es que aciertes si lo haces… y, aunque suene a perogrullo, si tiras a puerta.
El Real Valladolid no tiró todo lo que debía frente al Celta, y quizá por ello arrojó el pasado fin de semana la victoria por la borda. En esta ocasión no parecieron los de Djukic estar dispuestos a repetir errores, bien porque Óscar así lo quiso -lanzó un balón al travesaño y se topó con Juan Carlos en otro- o porque lo quisieron todos. Sea como fuere, la cuestión es que esta vez de verdad se abrió la tumba y se enterró al rival gracias al gol de Sisi.
A falta de menos de cinco minutos para el final, Álvaro Rubio volvió a dar inicio a la jugada, esta vez para Carlos Peña, que puso el cuero para Javi Guerra, que no acertó a rematar, algo que sí hizo el pequeño extremo hiperactivo para así dar la puntilla a un rival que en la segunda mitad se mostró casi inofensivo, agotado.
Lo mejor del partido, además de la consecución de tres puntos dulces, es el ver cómo en el segundo periodo el Real Valladolid se reencontró consigo mismo en uno de los estadios más difíciles de la categoría. Jofre y Marquitos dieron una sensación de peligro apenas conocida en las últimas semanas, como Bueno, y el equipo fue capaz de generar fútbol y ocasiones. Sin Óscar González, pero sobre todo con él.
