Los blanquivioletas doblegan a la Sur (4-3) en una espectacular final que enfrentó a los dos grandes favoritos del torneo

El Real Valladolid B es el campeón del XLIV Trofeo Felicísimo de la Fuente. Coge el testigo del Parquesol, último ganador del torneo, y que tiene algo en común con los blanquivioletas. Ambos doblegaron a la Sur, la anfitriona, que se quedó muy cerca de nuevo de arrebatar el título, que no ganan desde la temporada en la que ascendieron a División de Honor.
Tampoco fue esta vez, pese a volver a llegar a la final. Los encarnados dejaron atrás a Cigales y Juventud Rondilla en el grupo y al Arces en una semifinal muy desigual. Por su parte, el camino de los de Julio Baptista les llevó por Laguna y Victoria B y, en la penúltima ronda, con el Parquesol B.
Este último encuentro tuvo que ser suspendido después de que un jugador del Parquesol tuviera que ser hospitalizado. Por suerte, solo quedó en un susto en la caída, pero en lo deportivo los pucelanos sellaron el pase a la final.
Y no la empezaron bien. Los pupilos de Alfonso Rodríguez cercaron el campo local (la Sur era visitante) y encontraron el gol por la banda de Ayllón, que comenzó con la mejor de sus versiones. El Real Valladolid B parecía perdido, incapaz de conectar con la final, pero pronto aparecieron sus hombres destacados para cambiar el rumbo del choque.
El primero de ellos, Popi, impecable en la primera parte, para servirle un balón excelente a Abel Calleja que, por debajo de las piernas, sorprendió a Jorge. Aunque para golazo el de Cirria. Por toda la escuadra la coló el blanquivioleta, que dio la vuelta al marcador. Pero el fútbol, además de para ver obras de arte, está también para goles de experiencia. Y en ese aspecto había alguien que destacaba por encima del resto de futbolistas sobre el verde.
El incombustible Moli, nombrado jugador más regular del torneo, empató con una falta de las de perro viejo. Con el portero cubriendo el palo largo, la tiró al otro lado del arco donde Aceves no llegó. Así el partido se fue al descanso, pero quedaba el caos de la segunda parte.
La Sur salió de su letargo, pero el esfuerzo le salió rana porque los pucelanos dieron un golpe sobre la mesa, y doble. Toper apareció para marcar un gol y regalar otro y dar un colchón a su equipo, que se vio trastocado con el tercer gol encarnado. Fue obra de Davo, el gran luchador del partido y que llevó en volandas al cuadro rojillo hacia una remontada que no llegó.
Ni siquiera cuando, a falta de pocos minutos, le anularon a su equipo el gol del empate por un fuera de juego muy justo. Ni esa acción ni otras claras sirvieron para empatar y el Felicísimo se va a casa de otro vecino: el Real Valladolid B. Aun así, todavía es tiempo de preparación porque la semana que viene la Liga Nacional echa a andar. Eso ha sido solo un aperitivo.
