Debutó en Primera nada más dejar el Real Valladolid y, tras crecer en Mallorca y Valencia, volvió a su origen, el Athletic Club. Sus últimos minutos como león fueron en el José Zorrilla

Foto: Diario As
Solo el coronavirus ha podido con uno de los grandes delanteros que ha disfrutado el fútbol español y, entre muchos equipos, el Real Valladolid. Aritz Aduriz anunció su retirada hace solo unos días, puesto que era inviable la vuelta a los terrenos de juego después de tanto tiempo parado. Atrás ha dejado una carrera meteórica, en cuyos inicios recaló en el Pucela, si bien no había explotado por aquel entonces.
El equipo blanquivioleta fichó en 2004 a un joven delantero de 23 años, procedente del Burgos, es decir, con experiencia solo en Segunda División B, después de empezar en el fútbol semiprofesional con el filial del Athletic Club. Venía de anotar 16 goles y de hacer una temporada espectacular y a orillas del Pisuerga continuó con la racha. Un inicio fulgurante de seis tantos en los primeros tres partidos acabó con una cifra de 14 goles en su primer año en Segunda.
Sin embargo, en el siguiente curso, los leones decidieron pagar la ficha y Aduriz encaró una etapa de dos temporadas y media en Primera División, en las que logró 23 tantos de rojiblanco y debutó con la selección absoluta, de la mano de Luis Aragonés.
Fue en el destino posterior, en Mallorca, donde adquirió el protagonismo que le faltaba y siguió con el olfato de gol intacto: 24 dianas en esas dos campañas. La alegría pudo ser completa, pero en la última jornada perdió la opción de clasificarse con el equipo bermellón para la Champions en 2010.
Por eso, y en vista de su potencial, puso rumbo al Valencia, con quien sí debutó en la máxima competición continental –y, por supuesto, con gol ante el Bursaspor–. Con el cuadro ché fue con el que más cerca se mantuvo de ganar su primer gran título, y además continental. Fue en su segundo curso, cuando tras caer de la Champions el equipo llegó hasta semifinales de la Europa League.
Llegó el momento de explotar de manera definitiva y no podía haber mejor sitio que su casa: San Mamés. Regresó en 2012, en un momento delicado en el Athletic Club. Marcelo Bielsa había acercado el sueño de la gabarra con una temporada casi perfecta. Llegó a dos finales: Copa del Rey y Europa League. En las dos cayó goleado y Aduriz sirvió como estímulo para volver a creer.
Ironías de la vida, el estreno (reestreno) goleador del ariete con los rojiblancos llegó frente al Real Valladolid. Fue el primero de los 18 de esa campaña. Otros 18 en la siguiente y en la 2014/15, 26. Pero el talón de Aquiles volvió a ser ganar un título, pues ese año cayó en la final de Copa contra el FC Barcelona. Aduriz llegó a la cima personal en 2016, cuando alcanzó la escalofriante cifra de 36 goles –20 en liga y 10 en Europa League–, después de haber conquistado la Supercopa de España, ni más ni menos que ante el Barça y con un póker de goles en el Nuevo San Mamés. De ahí que regresara a la absoluta. Esto le hizo convertirse en el goleador más veterano de la historia de la selección, con 35 años.
Y pese a la edad no aflojó, rondando la treintena de goles, lo que le ha permitido convertirse en el pichichi del Athletic Club en el siglo XXI, si bien este año 2020 su físico dijo basta. No podía jugar 90 minutos, pero sí intentó aportar. De hecho, su último gol como futbolista valió los primeros tres puntos frente al Barcelona, con una chilena que ya es historia. Como él, que decidió poner fin a su carrera, irónicamente y sin saberlo, en el José Zorrilla, pero no a su recuerdo. El Real Valladolid tiene parte de culpa de que este sea imborrable.
