Contracrónica del Villarreal 2-0 Real Valladolid
El Real Valladolid sigue desangrándose tras cosechar otra derrota, esta vez en Villarreal. Después de 45 minutos nefastos, “regalados”, en opinión de Kike Pérez, el conjunto blanquivioleta fue a más tras el descanso, migajas del pobre que pueden servir en el seno del equipo para ser optimistas de cara al futuro más inmediato contra el Athletic y que, pese a las ocasiones, no fue más que un ínfimo acicate en la quinta derrota en ocho partidos, además, merecida, ya que ni el afán de reencontrarse con lo viejo sirvió para evitar que los locales fueran muy superiores cuando lo necesitaron.
45 minutos “regalados”. Kike Pérez fue muy claro en el flash interview posterior al choque: el equipo regaló la primera parte a un Villarreal que se sintió muy cómodo. Sergio buscó el aroma añejo con el inmerecido cambio en la portería y acercando el equipo a su puerta para ver si así recobraba la solidez defensiva. Ni por esas. La banda derecha fue una autopista que aprovechó Pedraza, el centro del campo no achicó –fue curiosa la vuelta de Míchel, cuando ha quedado comprobado que no está para perseguir sombras– y los jugadores interiores amarillos jugaron demasiado cómodos.
Mejor con dos delanteros. El Real Valladolid mejoró tras el descanso (tampoco era muy difícil) solo con poner voluntad. Voluntad no de correr (que también se ajustó, por ejemplo, en las ayudas en la banda derecha), sino de ir a por el resultado y de mejorar la mala imagen del primer periodo. Weissman fue un islote en la primera parte y Pau Torres –más que Albiol– jugó demasiado fácil, incluso en la mitad del campo blanquivioleta. Esto cambió con la presencia de Marcos André y con el paso dado hacia adelante, empezado con la presión. Ese parece ser el camino: dos delanteros… y ganas de atacar.
Afición hastiada; el Athletic decide. A pesar de las muestras de apoyo que ha recibido por parte de todos los estamentos del club –por otra parte lógicos; qué se va a decir desde vestuario y oficinas–, reina la sensación en el ambiente de que el hastío de la afición con Sergio (cada vez más grande) y su pésima racha de resultados (la peor en un inicio en Primera) harán que el partido del Athletic decida sobre su puesto. No ganar el próximo domingo en Zorrilla, digan lo que digan tantos, podría suponer el fin de una era. Y de no ser así, Ronaldo debería dar la cara. Un líder debe ejercer como tal en una situación como esta.
