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El Promesas, entre la formación y la competición

El eterno debate de los filiales; luchar por objetivos ambiciosos o priorizar el progreso del jugador independientemente del resultado

por Pablo Marcos
29 de abril de 2025
en Opinión
Real Valladolid Promesas

Foto: Real Valladolid

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Hace poco más de un mes, mi compañero Miguel Ruiz os invitaba a vosotros, lectores de Blanquivioletas, a creer en Los Anexos. En el punto en el que se encuentra el Real Valladolid actualmente, es algo necesario a nivel de proyecto, así se verá reflejado el curso que viene y por eso, sobre todo esta temporada, se ha sembrado una semilla en el Promesas en pos de que florezca en el primer equipo. Para lograr brotes verdes es necesario que se cumplan diversos factores y la botánica en este aspecto es un mundo misterioso. Más aún cuando ésta se practica con fines herbológicos para sanar una brecha en la primera plantilla.

El filial del Pucela se acercó por momentos esta temporada a los puestos de play-off para acabar coqueteando con el de play-out, la Segunda RFEF es también un lugar complejo y todo se mueve en cuestión de muy pocos puntos. El Promesas vivió un cambio de entrenador provisional, otro definitivo y vio cómo algunos de los jugadores que fueron importantes en Los Anexos durante la temporada y en años anteriores se marcharon en invierno. Pero en ese proceso experimentó una metamorfosis grande, con muchos juveniles participando incluso de manera simultánea y mayor riqueza táctica. Por los resultados que se dieron en la penúltima jornada de la fase regular de la liga, el conjunto de Manu Olivas logró la permanencia de forma matemática.

“Estas categorías son súper competitivas para los filiales y preparan a los chicos para el fútbol profesional. Hay clubes históricos, ambiciosos y con un nivel competitivo muy alto. Ojalá el año que viene estemos aquí y el filial esté peleando por un ascenso a Primera RFEF“, expuso Manu Olivas tras la derrota contra el Numancia. Pero el míster, con todo, matizó – siempre lo hizo – que la prioridad es la formación y “cada año dar pasitos”. Dentro de la opinión popular existen dos corrientes: la que exige al Promesas luchar por ascender de categoría y la que pide paciencia y experimentar para que los futbolistas, en lo personal, progresen lo máximo posible y alimentar así al primer equipo cuando sea necesario.

Como en todo, quizás la verdad se encuentre entre medias. Si bien es cierto que un descenso supondría un fracaso para un equipo que en Tercera RFEF se vería tan superior que la lectura de su rendimiento sería irreal, aparte de que no sería un destino tan atractivo para convencer al talento joven, exigirle resultados al Promesas para ser claro candidato al ascenso es un arma de doble filo. Podría significar un tapón para la juventud y a efectos prácticos, para lo que busca un club como el Real Valladolid, el esfuerzo por subir y mantener al equipo no estaría compensado con su objetivo mayor, que reside más arriba.

Jugadores que competían en Segunda RFEF también lo han hecho en las categorías profesionales con un rendimiento casi inmediato: Lucas Rosa, que estuvo a punto de salir del club cuando estaba en el filial, César Tárrega, desde el Valencia Mestalla, o Iván Fresneda, que dio el salto directamente desde División de Honor, son algunos ejemplos, a los que hay que sumar otros que fueron importantes en momentos puntuales la campaña pasada, como Isra Salazar o Cédric, aportando con goles. Arnu, Maroto, Koke son otros futbolistas que siguen y seguirán en la entidad que han ayudado cuando ha sido necesario.

El Promesas debe dar continuidad

Uno de los puntos positivos del Promesas a lo largo de esta temporada es que ha servido de puente para muchos juveniles que se han adaptado a la perfección e incluso se han hecho con un puesto en el once titular, como es el caso de Alani o Arco. La juventud de la plantilla no tiene precedentes y el objetivo es que la edad media de los jugadores sea lo menor posible, ya que esto abre las puertas a la continuidad desde las categorías inferiores. La vía para lograr un posible ascenso pasa por asentar un proyecto, acumular experiencia y, por tanto, contar con jugadores de una edad más avanzada, más hechos, pero a cada año con menor probabilidad de proyección al primer equipo.

Arco | Promesas
Foto: Real Valladolid

Esta situación hipotética, además, cortaría el progreso de jugadores de la cantera que no tendrían hueco en el filial y deberían abandonar la entidad de una forma, en algunos casos, demasiado temprana. Lo difícil es encontrar el equilibrio, pero es lo que debe buscarse. El trabajo en las últimas campañas se ha creado un buen contexto para recoger frutos de la cantera y en el Promesas hay varios nombres que estarán en el primer equipo y otros que pueden tirar la puerta abajo. Del Promesas para abajo, hay que pulir esta idea aún más para llegar al punto deseado, pero se han dado muchos pasos hacia adelante. Entre la formación y la competición, lo primero no se entiende sin lo segundo, pero unas derrotas de más pueden enderezar el rumbo de los jóvenes hacia el camino correcto, que no debe ser otro que abandonar el filial para llegar al fútbol profesional. Ya sea como blanquivioletas o lejos de Zorrilla.

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