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Raphinha, la llave que todo lo abre

El brasileño Raphinha cambió la cara a todo lo que fue en el Leeds para darle al Barça un horizonte nuevo de posibilidades con sus virtudes

por Miguel Ruiz
30 de abril de 2025
Raphinha Barcelona

Foto: LaLiga

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Raphinha fue un jugador eléctrico, vertical, de esos que parecían jugar siempre con prisa. Querían llegar a campo contrario, recibir en banda, buscar socios y centrar o definir el destino de la jugada. Lo suyo era eso. Casi siempre desde la derecha, además, como un puñal. Fue en el Barça donde aprendió a no correr tanto y pensar mejor. Es en el Barça donde esa capacidad para mirar alrededor le dio la opción de mejorar. A pensar más, a respirar, a tocar y a entender que, para destacar en banda, había otros. Y, en ese cambio, el brasileño se convirtió en algo mucho más grande que un extremo para el Barça. Se convirtió en una llave.

Aunque no fue un botón pulsado de un día para otro. Raphinha llegó al Barça siendo lo que era: un extremo diseñado para el vértigo. De los que rompen esquemas por fuera y tratan de ser protagonistas pegados a la cal. Pero en la banda derecha del Camp Nou parecía no respirarse el mismo aire que en Elland Road y se dio cuenta de que la pausa iba a pasar a ser la norma. En Inglaterra, Raphinha era un martillo. Un jugador de banda diestra que en el Barcelona no aguantaba la comparación con el emergente Lamine Yamal. Allí se hablaba otro fútbol y necesitaban, en cambio, no golpear las puertas, sino abrirlas.

Raphinha Barcelona
Foto: LaLiga

El brasileño se ha quitado de encima esa urgencia de deslumbrar en cada jugada para entender que, a veces, merece la pena ser parte del engranaje. Ya no necesita una velocidad de vértigo para hacer daño, porque le ayuda el sistema. En ese nuevo espacio, con algunos metros para pensar, levantar la cabeza es indispensable para valorar su importancia. Gracias a ese cambio, Raphinha se ha vuelto imprescindible. 

Los buenos futbolistas no son los que se quedan congelados en el tiempo, sino los que evolucionan en base a las necesidades y al cambio en sus virtudes y Raphinha ha demostrado, con mucho más trabajo y humildad que sentido estético, que era muy capaz de ser el que necesitaba el Barça. Ya con Xavi, se fue metiendo en ese rol por dentro, siendo casi un interior, y aprender a leer mejor la jugada, pensando como un centrocampista llegador más que como un extremo natural. Sin abandonar su alma de delantero, el brasileño empezó a sumar enteros en su nuevo rol.

El sacrificio de Raphinha bien vale una capitanía

El brasileño ex del Leeds ya no vive pegado a la cal. El futbolista sabe vivir en una zona más de frontera, mucho más interesante futbolísticamente, donde el balón lo encuentra con más facilidad y participa más y mejor. Aún con ese hambre para avanzar hacia el área, sus virtudes naturales conviven con esa capacidad para ser notable en el esfuerzo y en la tenacidad para ser parte del plan. No necesita una carrera de 30 metros para desequilibrar, pues le vale con una pared, un control orientado o con una pausa para darle la bola ganadora a un compañero. Y vuelta a empezar.

Un sacrificio que el equipo, desde el inicio de ese nuevo rol con Xavi hasta su conversión total con Hansi Flick, ha sabido honrar. El brasileño ha pasado a ser un ejemplo. No solo a la hora de entender mejor el juego, o contribuir con estadísticas, sino con un esfuerzo colosal que ha marcado su camino. Raphinha no rehúye una carrera para presionar ni da un balón por perdido. Físicamente, su esfuerzo está a la altura de los mejores para que el equipo tenga oportunidad de crecer en cada partido, subido al barco de Flick en cuanto a esa presión alta de la que es partícipe convencido.

Con un portentoso Lamine Yamal necesitando libertad por fuera y con esa tendencia a ser el “extremo” trabajador, Raphinha es capaz de dar continuidad al juego cuando los interiores se atascan, ser segundo lateral cuando toca sufrir y un diez cuando el partido se abre. Ha arcado goles con asiduidad y ha repartido asistencias sin parar (ya son 30 goles y 21 asistencias en la 2024/2025). Virtudes que lo han convertido en un capitán reconocido y valorado dentro del vestuario del Barça. Todo desde ese nuevo rol que supo asumir.

Eres gigante, Rapha pic.twitter.com/3u1n0FhMCq

— FC Barcelona (@FCBarcelona_es) April 27, 2025

Y, quizás, lo más valioso de todo ha sido su silencio. En un vestuario lleno de exigencia, jerarquías y egos, Raphinha no se ha hecho notar por lo que dice, sino por lo que hace. Ha jugado donde le han pedido, ha corrido lo que tocaba y ha callado cuando no le tocaba jugar. Ese hecho ha provocado que en esta temporada 24/25 se haya consolidado como un futbolista de valor que sabe no vivir en las portadas y que siempre deja su firma. Su cambio no ha sido solo futbolístico, ha sido mental. Ha entendido que no se trata de ser el más brillante, sino el más útil.

Y todo eso sin perder su esencia. Raphinha sigue teniendo ese cambio de ritmo que desarma y esa velocidad de vértigo para romper defensas, además de ese disparo con rosca que intimida a cualquier guardameta. El brasileño es capaz de hacer todas esas cosas cuando toca. Sin ansiedad y sin repetir trucos conocidos. Siempre sorprendiendo cuando el juego lo pide.

Raphinha no se ha perdido como extremo, sino que el Barça lo ha ganado como algo mucho más grande. Un líder futbolístico más completo, más inteligente y con capacidad para entender los ritmos y los roles necesarios que ha tiene el Barça. Un paso que le ha abierto puertas como las que él mismo consigue abrir durante los partidos, pues donde muchos ven muros, Raphinha es capaz de ver cerraduras. Algo siempre ventajoso cuando, como Raphinha, sabes que tienes la llave en el bolsillo.

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