El Real Valladolid mejoró en intenciones, aunque volvió a quedarse con las ganas en el José Zorrilla una vez más. Ante un FC Barcelona atípico y con un ritmo muy bajo, el equipo de Álvaro Rubio lo tubo en la mano por momentos para sorprender y sacar algo positivo, pero no supo sostener el marcador a favor. El Barça de Flick, que no mostró brillantez en la primera parte, logró, eso sí, imponerse al final en un partido que dejó en la grada blanquivioleta esa sensación de desánimo tras la derrota. Como siempre, hablamos de las tres claves esenciales de lo que fue una derrota del equipo pucelano.
Mejoría insuficiente
El Real Valladolid alimentó durante un tiempo las esperanzas de animar el campeonato y, de paso, dar una mínima alegría a una afición que está instalada en el pensamiento de que, esta campaña, el equipo no volverá a ganar en casa. Realmente, el Valladolid hizo un partido serio en términos de presión y con un carácter competitivo que no se ha visto demasiado esta campaña. Hay que remontarse, precisamente, al partido ante el Real Madrid en los primeros compases de la temporada para hallar algo parecido.
Y lo cierto es que el guion del Real Valladolid de inicio fue muy ambicioso, planteando una presión alta sobre la salida de balón del Barça, marcajes individuales en zona media y, sobre todo, transiciones verticales a partir del robo, buscando la espalda rápidamente a una defensa muy adelantada. Una apuesta que tuvo el premio temprano del gol de Iván Sánchez, fruto de un ataque bien armado desde la derecha y que tuvo incluso un par de réplicas, ante todo la de Raúl Moro, malograda ante Ter Stegen.
Una propuesta que fue perdiendo consistencia con el paso de los minutos, a medida que el FC Barcelona encontraba mejor la velocidad a la hora de circular. La presión, mal coordinada por momentos, permitió al equipo de Flick encontrar salidas más fácilmente con los centrocampistas hacia la banda, hundiendo demasiado a los centrales del Valladolid y sumando opciones en llegada desde segunda línea a partir de la segunda mitad. Un momento en el que el equipo pucelano comenzó a correr más detrás del balón que con él.
Un Barcelona muy cambiado por las rotaciones de inicio (nueve cambios con respecto al partido de Champions League ante el Inter), reaccionó mediante la inclusión de Lamine Yamal, que ya desarboló gran parte de la estabilidad conseguida. La aceleración en construcción del Barça hizo el resto en la segunda mitad y, aunque el Valladolid no se rindió, el empuje defensivo fue insuficiente para frenar a un Barcelona que llegó a jugar con fuego en los últimos minutos.

Falta de conexión interior y dependencia de los extremos
En ataque, aunque se adelantó y creó peligro al inicio del encuentro, el Real Valladolid de Álvaro Rubio mostró una versión muy manida que les ha acompañado toda la temporada, pero que acaba por ser muy deficiente ante un rival como el Barcelona. Tras el gol inicial, el equipo apenas generó peligro salvo en acciones muy aisladas con Moro o Latasa como protagonistas. Faltó mucho juego interior, circulación entre líneas y apoyos en corto para progresar. Esa falta de jugadores de ese perfil asociativo le restaba opciones al Valladolid incluso para lanzar la contra. Todo era previsible y lento, atropellado y falto de acierto.
Los interiores apenas pudieron activar a los hombres de banda a pesar de que, cuando lo hicieron, casi siempre se creó cierto peligro a la espalda de la defensa rival. Es tras ver esa realidad cuando Flick ajustó su presión tras pérdida y cerró los pasillos interiores que el Valladolid optó por balones largos sin demasiado sentido que apenas pudieron luchar. El equipo no encontró alternativas para salir con limpieza desde atrás y terminó dependiendo de acciones individuales que no llegaron a concretarse por estar demasiado alejados de la acción. Algo que no acabó por resolver Álvaro Rubio desde el banquillo, con cambios que no alteraron el guion del partido en ningún momento.
Ni se logró agitar el juego por fuera ni la entrada de piernas nuevas le dio gasolina a la defensa para probar a intimidar con la presión al Barça. La estructura se mantuvo y el Barça fue ganando espacio y confianza, así como velocidad de asociación, lo que condenó al Valladolid con relativamente poco trabajo, defendiendo con orden y sabiendo apagar cualquier intento de rebelión local. Los últimos diez minutos, con alguna acción tímida, fueron más voluntad que juego. El equipo quiso, pero no tuvo herramientas ni energía para exigir más. El Barça bajó el ritmo, pero lo hizo con la seguridad de tener el partido en el bolsillo.
Problemas en el eje defensivo
Una vez más, la zaga del Real Valladolid volvió a mostrar bastantes fisuras cuando el rival aceleró y consiguió dominar. El gol del 1-2 refleja un problema de concentración y vigilancia defensiva, con Fermín López apareciendo completamente libre en una zona de remate imperdonable tras una jugada colectiva del Barcelona. Durante buena parte del segundo tiempo, el equipo pucelano defendió en bloque medio-bajo, pero sin agresividad en las vigilancias ni capacidad para corregir, así como recurriendo en demasiados casos al hundimiento de los centrales y los pivotes, facilitando la entrada en segunda línea de jugadores que pudieran encontrar remate.
La pareja de centrales no ajustó bien las marcas y el doble pivote llegó siempre varios segundos tarde para cortar la jugada. La ausencia de un perfil claro de líder en la línea defensiva sigue siendo una losa que ha perseguido a los blanquivioletas durante toda la temporada, especialmente sabiendo que las salidas de Boyomo, Lucas Rosa y Juma Bah hanm debilitado una zona especialmente débil todo el año.
			