Lo cantó Farruko en 2021, Javi Sánchez hizo su remix en noviembre de 2024 y el Real Valladolid lo ha confirmado estos meses. El reggaetonero, en una proverbial remezcla con Rosalía, Sech, Daddy Yankee y J. Balvin, entona un “Ahora todo cambió, giro 360” que hizo estremecerse a la Fundación del Español Urgente y escandalizó a los matemáticos y trigonométricos. El capitán del Real Valladolid no quiso ser menos y después del bochorno contra el Atlético de Madrid que le costó el puesto a Pezzolano soltó la siguiente perla: “Muy mal, todo está mal ahora mismo y hay que darle un giro de 360 grados porque si no no se va a ningún sitio”. Efectivamente, dando un giro de 360 grados se va al mismo sitio que donde se comenzó, ya seas Farruko, Pitágoras de Samos, Bisbal o el central de un pésimo equipo de fútbol. Quizá el Pucela dio semejante giro aquel 30 de noviembre pero el aficionado sabe que esa rotación comenzó al día siguiente de aquel sufrido ascenso contra el Villarreal B.
Javi Sánchez, comprensivo con las protestas de la afición del @realvalladolid
“Les hemos faltado el respeto con el partido que hemos hecho”#LALIGAenDAZN ⚽️ pic.twitter.com/TJMjwW39MZ
— DAZN España (@DAZN_ES) November 30, 2024
Hemos vuelto al mismo sitio, con la derrota constante como condena, como los dioses al cegado Sísifo, el mejor ejemplo histórico de volver a empezar para volver a fracasar. Hemos vuelto. A Segunda División. A la Liga Hypermotion. A la categoría de plata. A la B. A la Hipertensiones. Al infierno. A la planta baja. Cualquier eufemismo me vale para confirmar lo barruntado desde que tras volver a Primera las decisiones siguieron siendo incorrectas por parte de un presidente desaparecido y una directiva demasiado presente en la perseverancia en el error.
Todos los blanquivioletas tenemos amigos de otros equipos o provincias, posiblemente en divisiones inferiores, hartos de escucharnos protestar por el juego o por los fichajes o por los entrenadores o por el proyecto o por la ausencia del mismo o por el vestuario o por lo que sea. Lo siento de verdad pero más siento que nuestros lloros sean justificados y anticipados, previendo en agosto el drama de mayo o haber solamente competido, por decir algo, tres de los casi nueve meses del campeonato.
Hemos vuelto a donde estábamos pero incluso peor: con peores futbolistas tras convertir Zorrilla en el mercadillo dominical de su aparcamiento, peor entrenador (que ya es decir), peor estado de ánimo social y probable latigazo en la campaña de abonados, peor situación económica al perder los ingresos de la élite, peor situación presidencial ante el desinterés de Ronaldo Nazário, peor imagen para patrocinadores con pocas ganas de ligarse a tal infamia o peor estatus para representantes y futbolistas potencialmente venideros. Vaya mimbres para intentar creer en que el brasileño venderá el Real Valladolid y la nueva propiedad renovará ánimos, traerá un director deportivo en condiciones, firmará un técnico de verdad y unos futbolistas en condiciones y a partir de agosto volveremos a olisquear el aroma de Primera.
Ojalá, pero quizá estemos confiando demasiado en ese giro 360. Ya lo dimos cuando caímos con Sergio y volvimos con Pacheta; ya lo dimos cuando caímos con Pezzolano y volvimos con Pezzolano. ¿Queda todavía margen de rotación, un último empujón de cadera sobre el hula hoop del fútbol, o tenemos que temernos un giro definitivo de 180 grados que nos empuje a penar por Segunda como otros equipos históricos a quienes da genuina lástima ver peleando por la permanencia? Nadie sabe si la respuesta se encuentra en un supuesto cambio de propiedad y la ensoñación fatalista de que peor no se puede hacer, o si se cumplirá el viejo refrán de “otro vendrá que bueno te hará” que alguno, enmascarado por si acaso, empieza a susurrar sobre el no tan ajeno a la situación actual Carlos Suárez.