No pretendo engañar a nadie. No creo que este debate sea habitual en la barra de algún bar o en la mesa de cualquier restaurante de la ciudad. Ni mucho menos abrirá los informativos. Pero sí creo que en la grada de Zorrilla se ha llegado a oír, en medio del run-run de los partidos, el debate de si salir o no en corto es una buena idea para un equipo como el Pucela.
Es cierto que la idea de que los equipos inicien sus jugadas desde atrás por norma general es algo “moderno”. No es nuevo, pero sí se ha extendido con cierta frecuencia desde hace unos pocos años. Y el balón raso, en algunas zonas, genera un nerviosismo atávico. No es sorprendente apoyarse en el portero y los centrales como punto de partida, pero en ocasiones se ha convertido casi en una doctrina.
Sin embargo, en el contexto de la Segunda División española y de un Real Valladolid por concretar, esa propuesta no siempre es tan sencilla (a veces, tampoco recomendable). De cara a la temporada 2025/26, con un nuevo cuerpo técnico (y plantilla) por definir, el Real Valladolid deberá decidir si quiere o no construir su identidad ofensiva a partir de una salida de balón desde su propio área o si, por el contrario, deberá optar por otras soluciones. O alternar registros según el escenario.
La salida en corto como recurso
Quizá lo fundamental es entender bien que la salida de balón en corto no es solo una decisión estética que condicione que se hable de ti como un equipo con gusto por el pase y la capacidad para ser dominante. En los libros de estilo de muchos entrenadores, es una solución a falta de efectivos con recursos para sostener el balón largo o darle peso a la capacidad para generar juego con balón y comenzar desde abajo para evitar pérdidas innecesarias.
La salida de balón condiciona mucho más de lo que parece. Cómo se colocan los centrales en el campo, qué se espera de los laterales, qué tipo de portero se elige para ser el principal, qué apoyos se necesitan en los mediocentros, cómo se escalona y distribuye el centro del campo… Para que sea efectiva esa salida en corto, hacen falta perfiles técnicos específicos y mucho entrenamiento para pulir, no solo la capacidad, sino los automatismos de seguridad. Saber quién aparece y por dónde para dar salidas al poseedor.
No se trata solo, por tanto, de pasar con la debida corrección el balón, sino de generar superioridades a través del movimiento y de la toma de decisiones. Si una de las bases de la elección es atraer presión rival, es básico saber cómo encontrar vías y momentos exactos para romper esas líneas provocadas. No debe ser un capricho, sino una vía para eludir problemas o potenciar virtudes para encarar al rival.
¿Cabe en el Valladolid 25/26?
Con esas pautas, cabe destacar que, en la plantilla actual del Real Valladolid, las condiciones no son las ideales para poder confiar en la salida de balón en corto, aunque pueda parecer que es la vía más sencilla para tratar de construir ladrillo por ladrillo en lugar de querer llegar, cuanto antes, al tejado. En una observación rápida, pinta a que el Valladolid debería ir a por varios de los perfiles necesarios al mercado, sabiendo que las apuestas de cantera no son figuras asentadas para poder confiar a priori en una idea tan arriesgada, al menos de inicio y con los mimbres disponibles a día de hoy.
En portería, de cara al año que viene, Álvaro Aceves sería una apuesta arriesgada para confiar plenamente en sus capacidades en este tipo de salida. Siendo un futbolista que ha mejorado con claridad en ese aspecto, necesita el Valladolid no depender de manera única de esa realidad, dándole opciones para elegir seguridad si no lo ve claro. Con jugadores de reemplazo como André Ferreira, la lectura sería aún menos optimista.
En defensa, será vital que los elegidos en esa línea puedan demostrar, además de solidez en el corte y en los duelos (básico para huir de líos en LaLiga Hypermotion), criterio para no ponerse nerviosos a la hora de iniciar el juego cuando los rivales decidan apretar alto (una invitación, como ya anoté, básica para esta idea). Con perfiles conocidos como David Torres o Javi Sánchez pueden tener a priori cierta capacidad para ese inicio en corto, pero sin capacidad real para poder ser recursos clave en ese sentido.
El perfil de Javi Sánchez, quizá el mejor de los que hereda el Valladolid de la 24/25, ha caído en cuanto a fiabilidad en la zaga por su inseguridad a la hora de gestionar el balón desde la base, así como para tomar las mejores decisiones. Un caso que contrasta con el de David Torres, que directamente no parece tener todos los recursos necesarios para ser dominante en el centro de la defensa con balón, lo que crea un marco complejo ya para apostar por la salida en corto, sabiendo que hay dudas acuciantes y dependientes de una dirección deportiva y entrenador aún desconocidos.
La vía mixta, la mejor solución
Los perfiles que se buscan para alimentar esta idea no son solo los contenidos en la zona defensiva o de mediocampo, aunque sean estas las que refuercen esa solvencia. Arriba, los perfiles de referencia (Latasa, Marcos André o Sylla), dan diferentes opciones para optar o no por una salida combinada, así como las armas constructivas, que a día de hoy brillan por su ausencia en la plantilla actual y disponible para la temporada que viene a la espera de los necesarios movimientos del mercado.
En este sentido, sí parece complejo plantear una realidad en la que el Valladolid pueda ignorar la solvencia que puede tener el equipo si pulen las opciones que da un delantero como Latasa en los envíos en largo, siempre que se alimente esa posibilidad con presencia en banda o incluso con perfiles determinantes en la zona interior para que el delantero pueda dejarla de cara o hacia los lados y encontrar una opción de dar continuidad a la jugada tras ganar el duelo.
Esa realidad también ha sido muy difícil encontrar en el Real Valladolid de la pasada campaña, muy poco activado en esas segundas acciones que consiguieran comprometer la presión alta de los rivales e incluso fomentar jugadas armadas en pocos pases con juego directo al área rival. Una incapacidad que ha dado poco margen al equipo para transitar diferentes posibilidades para hacer daño.
Trabajar una posible salida mixta que pueda ser interpretada en función de las posibilidades dependiendo de cada partido o situación, puede llegar a ser la mejor fórmula para aprovechar las circunstancias de tener un delantero que puede ganar duelos (las cifras de Latasa fueron de menos a más claramente), puliendo esas posibles salidas y fomentando que las debilidades puedan ser minimizadas.
El mercado, clave para esa decisión
No se puede, sin embargo, ignorar que hablar de estas cuestiones sin saber qué plantilla debe defenderlas es un brindis al Sol que vale de poco más allá de comprender que, a veces, más que una salida es una defensa. Intentar que los equipos rivales no tengan tantas opciones con balón tratando de hacerte responsable de tu porcentaje de posesión y minimizar los efectos de un rival provisto de oportunidades y conociendo tus debilidades.
Esa realidad deberá ser contrastada cuando, una vez activado el mercado de un Valladolid que deberá competir en LaLiga Hypermotion, defina los perfiles que deberán defender los objetivos esta campaña. El trabajo, pues, debería seguir un patrón transversal y lógico: definir modelo, escoger entrenador, pulir idea y captar jugadores que sean capaces de defenderla.
La realidad del mercado y de las indefiniciones del Valladolid en los últimos años nos pueden hacer ver que, tras los pasos previos de definición de un modelo y elección de un entrenador, este último deba hacerse cargo de una plantilla e improvisar una idea que pueda ser competente en la categoría. Huyendo de esa posibilidad y confiando en un trabajo que, si ha empezado, aún no se conoce, el Pucela debe ir definiendo poco a poco qué quiere ser en la 25/26 y a qué debe jugar.


