A primera hora de la mañana suena el despertador y abres los ojos, para después hasta la cocina… y hacer lo mismo todos los días, de hecho, se puede decir que lo podrías hacer hasta con los ojos cerrados. Sin embargo, a pesar de que sea algo rutinario y hasta robótico, tu cuerpo responde de otra manera y puede que no quiera desayunar todos los días lo mismo. Pide algo distinto.
Desayuno: la primera comida del día que no ha cambiado
A días de hoy hay ciertas personas que desayunan los mismo desde que iban al colegio. Y si ha habido algún cambio, este ha sido en su apariencia.
«No todo el mundo debería desayunar lo mismo, ni siquiera dentro de la misma familia», explica Vanesa León, Dietista-Nutricionista de Biográn. “¿De verdad un niño y un adulto necesitan lo mismo por la mañana? La respuesta es no”.
Y la ciencia le da la razón. Según una revisión de la National Library of Medicine, desayunar de forma habitual se asocia con un menor riesgo de sobrepeso en adolescentes y una mejor gestión del hambre durante las horas siguientes. Asimismo, desayunar de manera saludable ha demostrado ser un gran beneficio para la memoria, la atención y la velocidad de reacción, sobre todo, para aquellos que se encuentran en la edad de los 10 y los 14 años, en el momento en el que el cerebro está a pleno rendimiento (y el cuerpo, también).
Un desayuno, varias posibilidades
«Si hoy me espera una jornada muy mental, el Omega 3 será clave: frutos secos, semillas de lino o chía, incluso un poco de pescado azul si se puede. Si el día va a ser más físico, necesitaré más energía, más proteína y grasas buenas como las del aguacate o las semillas de cáñamo».
Razón no le falta, ya que un estudio de Nature demostró que aquellos que desayunan más azúcar y grasa tienden a comer peor el resto del día. Sin embargo, por otra parte que quienes empiezan con fibra, proteínas y grasas saludables mejoran también la calidad de la cena. En esta misma línea, para las personas mayores una fórmula rica en proteínas y grasas saludables se relaciona con un menor deterioro cognitivo. Tiene que haber una razón real detrás.
Cerebro y desayuno: lo que hay más allá del café
Aquí entra otro clásico dentro del mundo del desayuno, es decir, el café como pilar básico. El café estimula rápido, pero también provoca una caída brusca, sin embargo, con el té no ocurre eso, ya que es más suave, más sostenido. En el caso de que necesites un rendimiento cognitivo sostenido, puede ser mejor opción».
Y si estás en la búsqueda de un empujón real para la cabeza, que no se te olviden las nueces. La Universidad de Reading demostró que un desayuno con 50 g de nueces mejora la memoria y los tiempos de reacción hasta seis horas después. Dejando atrás los picos de azúcar.
Y si a parte de todo esto, te mueves —30 minutos de actividad aeróbica ligera tras desayunar— tu cerebro lo celebra. De hecho, rinde más, sobre todo en aquellas tareas como cálculo o toma de decisiones.
Orden y sentido: dos ingredientes subestimados
Mucha gente tiene a empezar el desayuno con un zumo de naranja, pero es un error muy común. Además, hay una subida brusca de la glucosa y un bajón posterior. Lo perfecto al fin y al cabo es empezar con proteína y fibra, y dejar los azúcares —fruta incluida— para después.
Esto no es obsesión, es fisiología. Y el cuerpo lo nota: menos picos de insulina, más saciedad, mejor gestión del hambre a lo largo del día.
La clave: cambia lo que vas a desayunar antes de que te cambie a ti
En el caso de que en algunos días trabajas con la cabeza y otros con las piernas, si en verano no comes lo mismo que en invierno, ¿por qué desayunar igual todos los días?
«Nos encanta comer, pero luego lo hacemos deprisa, sin pensar. Si comes frente al ordenador en diez minutos, tu aparato digestivo tendrá que hacer el trabajo por ti. Y eso se nota: hinchazón, gases, digestiones pesadas…».
La ciencia y el sentido tienen una base común: desayunar con cabeza mejora el peso, el humor, la energía, la memoria, el metabolismo y hasta la cena. Lo demás es rutina. Y la rutina, como el pan de molde, se endurece con el tiempo.
 
			