No cenar, el último remedio milagroso fallido. Llega el verano y con él los cambios físicos ‘in extremis’ y las dietas milagrosas. Intentos por perder peso que en muchos casos incluso pueden ser perjudiciales para la propia salud de la persona. A diario son cientos los métodos que encontramos en redes sociales para poder alcanzar esos cambios físicos tan radicales.
Sin embargo, casi ninguno o ninguno de ellos suele tener un cambio adecuado. Uno de ellos tiene que ver con la falta de comida. Concretamente con el no cenar. Una especie de ayuno intermitente que en algunos casos se suele utilizar como último recurso, más por desesperación o desconocimiento y que, pese a tener pequeños cambios a corto plazo, normalmente suele ser algo que no se puede mantener a un medio-largo plazo. La nutricionista May Morón, en una entrevista para CuidatePlus confirma las complicaciones que esto puede generar para el propio cuerpo humano.
Los efectos de no cenar
Para May Morón, este no es si no un método erróneo más de los muchos que encontramos a diario en redes sociales para intentar perder peso. Fruto de la desesperación de las propias personas cuando llega el verano y no están a gusto con su físico, lo que buscan, más que un estilo de vida, lo que de verdad hacen es “una lucha antigua de cambiar el cuerpo para sentirse mejor consigo mismos”, asegura la nutricionista. En cambio, lo que sí recomienda es “más autocuidado durante todo el año y no una dieta estricta”.
Dentro del mundo de la nutrición, lo que más problemas genera es el desconocimiento y ante las prisas por realizar ese cambio físico, lo que hacen es buscar soluciones que pueden parecer rápidas y que, sin embargo, pueden ser muy perjudiciales. El no cenar puede ser una de ellas. Existe una teoría difundida de manera errónea que habla de que sí “como menos, peso menos”. Esta afirmación puede producir muchas complicaciones y May advierte de que el cuerpo humano “no es una calculadora y que va mucho más allá”.
Normalmente, este método, impuesto a la fuerza en la mayoría de los casos puede producir un efecto totalmente contrario y que incluso puede generar en la propia persona una ansiedad que puede ser fatal. Según la nutricionista, “puede que se baje algún kilito, pero en la gran mayoría de los casos también se intensifica la ansiedad“, ya que eso puede producir el efecto contrario y un deseo de “comer más” durante el resto de comidas. Es cierto que puede producir cambios en un periodo corto de plazo. Sin embargo, la complejidad del proceso y la falta de costumbre es más que probable que lleve a un abandono y posteriormente al conocido como ‘efecto rebote’.
Las alternativas para llevar una dieta equilibrada
Ante este modo de actuar tan complejo y que puede desarrollar otros problemas, lo ideal es llevar una dieta equilibrada. Un proceso mucho más lento, sin dietas milagrosas y que, sobre todo, se pueda adaptar a nuestro estilo de vida. Por supuesto, si el objetivo es perder peso, lo primordial debe ser tener un déficit calórico. Pero para lograrlo, no se trata de no cenar, sino de llevar una alimentación saludable y comer productos que no tengan demasiadas calorías.
Una alternativa es repartir de manera equilibrada las comidas. Tener un desayuno y comida saciantes y que puedan permitir al cuerpo llegar con energía a la hora de cenar. Dar un espacio entre las comidas para poder repartirlo de una manera correcta. A la hora de comer, si no podemos hacerlo en casa, evitar las comidas copiosas en los restaurantes o los fritos. También es muy recomendable reducir el consumo del alcohol y las bebidas azucaradas, claves para poder conseguir tener ese déficit calórico. Si cenas en casa, evita cenar muy tarde y hazlo de una manera relajada y por último, evitar el picoteo y por supuesto, hacer ejercicio diario.
