De un partido como el jugado por el Real Valladolid ante el Colo-Colo este miércoles, habrá quien decida que no hay mucho que se pueda sacar en claro. Yo estoy en contra de esa premisa. Lo cierto es que, más allá de la profundidad del análisis y del camino que aun queda por recorrer en el ámbito físico, ya hay detalles que nos pueden enseñar cosas sobre lo que que parece la idea básica de Almada. Este equipo ya quiere hacer cosas que puede que veamos replicadas en la temporada 25/26 y Biuk y Garri parecen piezas que pueden ser parte de esa idea, al menos de momento.
Y sí, es lógico que debamos separar la paja del grano, por aquello de no hacernos ilusiones o, incluso, no lanzar las campanas al vuelo antes de tiempo, pero lo que está claro es que Guillermo Almada está caminando ya en torno a su pretensión de este Pucela. En su banda izquierda, por ejemplo, ya hemos podido ver situaciones que se pueden entender como parte de la necesidad del contexto de partido y, por supuesto, una intención clara de generar sinergias positivas en torno a la función de lateral y extremo en el perfil zurdo.
Stipe Biuk e Iván Garriel ‘Garri’ ya han conseguido algo complejo para una pretemporada, como cautivarme con su presencia en banda izquierda. Si bien es cierto que el comienzo, dudoso, del croata en banda derecha al inicio del partido no auguraba nada bueno, el cambio de perfil recuperó algunas de las cosas buenas que me gustaron de la primera prueba ante el Pafos. Por su parte, Garri está demostrando que su crecimiento físico en Vigo le ha dado capacidad para entender que ir y volver no solo es cuestión de movimiento, sino de entendimiento. Ambos, para mí, conforman la parte más positiva en lo colectivo de este primer Real Valladolid de la 25/26.
Stipe Biuk, un extremo que destaca como interior
Ha costado ver asomar la calidad de Stipe Biuk en Pucela. Si algo está consiguiendo, no obstante, es mostrar una serie de habilidades que se alejan de su naturaleza como extremo, pero que da multitud de posibilidades a Almada, entendiendo su rol como una pieza más tendente a interiorizar que a dar profundidad. Se podría mirar esta realidad como una novedad en lo que sabemos de Biuk, aunque siempre dio muestras de ser más un extremo hacia dentro que un centrador nato. Esa capacidad para crecer por dentro, además, casa bien con Almada, que puede tender a una asimetría en el juego que beneficie el rol del croata.

En muchos momentos del partido, no solo se vio una presencia del extremo izquierdo hacia zonas más interiorizadas en el campo, casi posicionándose tras los delanteros y siendo un escalón posterior a Juric y Alani, sino que dio cierta facilidad a Garri para hacerse con su trono en banda a nivel ofensivo. Ese “permiso” de Biuk facilitó, no solo un interesante intercambio posicional, sino una ocupación de espacios interesante para paliar la evidente falta de presencia del equipo en zonas de creación, aún muy verde en la frontal.
En un equipo que parece querer correr más que relacionarse en construcción, Biuk aporta contexto y distintas opciones para progresar con cierta capacidad. Una gama de posibilidades que, de momento, ni Amath, ni Alejo, ni Xavi Moreno han conseguido mostrar en sus minutos de juego, unos por falta de oportunidades y otros, seguramente, por falta de recursos. Está bien que Almada maneje distintos tipos de extremo para lo que persigue con este Pucela, pero sobre todo es buena noticia tener un jugador que te puede aportar tanto por fuera y por dentro más allá de su propio rol, sino mostrando el camino y relacionándose con otra pieza en el campo.
Iván Garriel, profundidad y atención constante
Toda esa realidad comentada sobre Stipe Biuk conjunta muy bien con el papel que Iván Garriel, desde su posición, puede asumir. Esa capacidad del lateral para aportar metros en la banda izquierda y hacerse con ella con cierta sencillez, facilita esa intención de Biuk de abandonar su zona para cederla al defensor lateral zurdo y permitirse crecer por dentro. Garri ha vivido ya con claridad un proceso interesante en Vigo, donde ha sido capaz de crecer en lo físico, reforzar cualidades y asomarse a un nivel competitivo que le ha convertido en un futbolista más maduro y consciente. Algo que Almada , de momento, no parece ignorar.
Garri no solo aporta esa capacidad para ir y venir en banda, algo clave dado el gusto por la transición que está mostrando el Pucela de Almada, sino que también está entendiendo bien su rol y asociación con Biuk. Está siendo un elemento clave para poder reforzar ese perfil y, sobre todo, sumar en sus oportunidades de cara al juego, especialmente en ataque, y en la ocupación de espacios. Garri está leyendo muy bien su función y cómo puede ir complementándose con Biuk, demostrando una compenetración interesante que podría sumar enteros y que no se queda solo en ataque, sino también en defensa.
Los movimientos y los intercambios posicionales de Biuk y Garri favorecen claramente el papel del equipo en defensa, transición y ataque. Si Garri cubre la posición del atacante hacia el área desde la banda, Biuk es un resorte por dentro que impide la relación por dentro. En ausencia de una ayuda más presente o eficaz de Marcos André o Latasa en la relación con el lateral o el central y con el apoyo del central izquierdo para cubrir la espalda de Garri, el movimiento del Valladolid en defensa es óptimo para encerrar las opciones de ataque de los rivales.
Una serie de situaciones que demuestran que el trabajo de estas primeras semanas, ni mucho menos definitivo, sí tiene implementados movimientos y automatismos muy propicios para la voluntad ofensiva de este Valladolid y de su capacidad para crecer ofensiva y defensivamente, siendo capaz de generar esa sinergia entre dos piezas que el año pasado no estaban y que, incluso, en algún momento se han infravalorado para el desempeño competitivo dentro del Real Valladolid. Si demuestran este entendimiento en niveles superiores, tendrán protagonismo. Y no descartemos, como es lógico, que, si la idea cuaja, se conserve en el equipo más allá de las piezas que la pongan en práctica.

