Ashley Kale tenía una rutina como la de tantas otras personas, vamos, un trabajo de oficina, una casa propia y un día a día marcado por el reloj, el estrés y los quehaceres diarios. Pero todo cambió tras un viaje a Honduras en 2019, momento en el que, durante una inmersión de buceo, conoció a un viajero que le habló de una vida distinta, sin jefes ni horarios, sin alquiler ni hipoteca. Esa simple conversación fue suficiente para hacerle pensar de nuevo las cosas y dudar sobre si de verdad era feliz así, algo que poco tiempo después le hizo cambiar su rutina por completo, dejar su empleo y lanzarse a la carretera.
Un año más tarde, con algo más de 37.000 dólares ahorrados, Ashley dejó su trabajo y comenzó a practicar overlanding, una forma de viajar de manera autosuficiente a bordo de un vehículo. Lo que comenzó como una escapada puntual se convirtió en una forma de vida y desde entonces, su rutina ya no incluye atascos ni reuniones, sino rutas por África, Sudamérica o el sur de México.
Cuando la rutina se rompe y se transforma en libertad
Antes de dar el paso definitivo, es decir, vender su casa y comprarse una Toyota Tacoma, Ashley estuvo casi dos viajando por diferentes lugares, pero en 2022, una pareja que la seguía en toda esta experiencia por redes sociales, le propuso compartir su historia. Y dicho y hecho, ya que invirtió más de 50.000 euros para adaptar su camioneta para tener todo lo necesario en su nuevo estilo de vida, es decir, en poner paneles solares, hacerse con neumáticos especiales, una serie de mejoras mecánicas y, obviamente, en tener un espacio habitable.
Desde ese momento, su rutina es recorrer la Carretera Panamericana, un camino que va desde Alaska hasta Argentina y donde puede detenerse donde quiere, cuando quiere y durante el tiempo que le venga en gana, algo que demuestra con sus propias palabras: “viajar así te permite marcar tu propio ritmo”. Ashley ya no tiene despertador o domingos de bajón en los que se plantea toda su existencia ante la perspectiva de lo que se le viene encima el lunes, viviendo con algunas complicaciones (que si trámites para cruzar fronteras o el sentirse un poco solo al volante), pero segura de que todo esto merece la pena.
Cómo es la rutina de Ashley sobre ruedas
En los días de viaje, madruga para recoger todo, asegurar las pertenencias de la caravana y conducir entre cinco y siete horas, gastando unos 550 dólares mensuales en gasolina y algo más de 450 en comida. No hay cocina de diseño ni baño con vistas, pero tiene lo justo, es decir, un inodoro portátil, una bolsa de ducha y un pequeño rincón que ha hecho suyo.
Aunque esta rutina no es para todo el mundo, ella asegura que se ha adaptado con gusto a los espacios reducidos, ya que puede pasarse horas dentro de la camioneta sin agobiarse. Eso sí, reconoce que montar y desmontar la caravana cada día puede resultar pesado. “No es difícil, pero es una de esas cosas que tienes que hacer sí o sí”, explica.
También tiene gastos fijos como los 200 dólares mensuales que paga por el internet de Starlink o los 96 de su móvil, pero aún así, no echa de menos la rutina anterior, sino todo lo contrario, ya que para ella, vender su casa y dejar la vida convencional ha sido la decisión más liberadora de todas las que ha tomado.
Si bien es cierto que no ha terminado aún de recorrer la Panamericana, obviamente Ashely se plantea si este estilo de vida tiene fecha de caducidad, confesando que “Una parte de mí quiere seguir viajando. Otra cree que ha llegado el momento de encontrar un nuevo rumbo”. Lo que sí que tiene muy claro es que se niega a volver a su rutina de antes, con una vida de oficina, pagando religiosamente una hipoteca y con la sensación de estar encerrada en un ciclo que se repite día sí, día también.
 
			