La noche de Castalia dejó algo más que un triunfo trabajado del Real Valladolid. Más allá de los valiosísimos tres puntos, el Pucela confirmó el peso real de la cantera en el presente inmediato del equipo. Ocho nombres del total de dieciséis jugadores presentes en el feudo castellonense, tenían el sello de garantía de la cantera blanquivioleta. A lo largo del duelo ante el CD Castellón, participaron en la cita David Torres, Amath, Iván Alejo y Chuki, como titulares, y Alani, Maroto, Garri, Xavi Moreno, desde el banquillo.
Todos dibujaron un retrato nítido de lo que el club quiere ser. Un grupo competitivo, para competir hoy y que siga creciendo para el mañana. La fotografía es poderosa, con la vuelta de Iván Alejo o Garri, con el resurgir de jugadores como Chuky. David Torres y Amath o con nuevas apariciones como las de Alani, Maroto o Xavi Moreno. No solo es un uso indiscriminado de la cantera, sino una mezcla de debutantes, jugadores en consolidación e incluso jugadores de la casa que han regresado para liderar el vestuario y ser referentes de un Valladolid que necesitaba pasar página tras la 24/25.
La cantera está dando la cara
Nada de esto es casual si se mira a Los Anexos. El complejo de entrenamiento sigue siendo el corazón de una metodología que prioriza la formación integral. Identidad de juego con base de juego compartida, sesiones que replican contextos de partido y un seguimiento individualizado que acompaña al jugador desde las primeras categorías hasta el filial. De ahí sale la naturalidad con la que los canteranos saltan a escenarios como Castalia, pues hablan con un idioma común, con automatismos trabajados y con la cultura de competir en cualquier campo. Y, ante todo, con el mismo vínculo en torno a los colores blanco y violeta.

Apuesta clara desde la dirección deportiva
La dirección deportiva del Real Valladolid ha verbalizado en no pocas ocasiones esa hoja de ruta y esa confianza. Víctor Orta ha insistido en que la cantera no es un recurso coyuntural, sino una estructura estratégica del club. El objetivo, trasladado puertas adentro, pasa por estabilizar un núcleo de futbolistas formados en casa que roten entre titularidad y banquillo sin que se resienta el nivel.

Blindar esa progresión con renovaciones a largo plazo e incluso acompañarla con cesiones muy seleccionadas cuando el contexto lo exija, puede ser un mecanismo solvente para seguir considerando a Los Anexos un paso importante para hacer crecer el nuevo proyecto. En el corto plazo, el mensaje es igual de claro, pues el entrenador está contando con ellos para completar las necesidades del Pucela, pero, a largo plazo, estos resultados y esta sensación continua hablan también de cohesión y coherencia.
El del partido contra el Castellón, en definitiva, fue un examen aprobado con nota para una generación que se ha ganado la confianza del cuerpo técnico y de la grada. El Valladolid encontró en sus chicos la frescura que pide el plan de Guillermo Almada y, al mismo tiempo, una declaración de intenciones para ir más allá. Competir con los mejores sin renunciar a la propia identidad es la base. Si Los Anexos siguen produciendo futbolistas listos para el reto y el vestuario mantiene esta mezcla de hambre y solidez, el club tendrá algo más que una buena noticia circunstancial.
