Otro empate a la mochila para el Real Valladolid ante el Real Zaragoza, tras hacerlo por primera vez contra el Córdoba. El Pucela no sabe lo que es perder en la temporada 25/26, pero hay varias cuestiones que son difíciles de manejar y que argumentan que, o mejora, o tendrá complicado no caer en el futuro ante rivales más duros. Entender que el vaivén es una herramienta que el Valladolid usa a su favor no es excusa para que, en partidos de nulo ritmo no proponga algo más. Volvió a ser, de nuevo, un equipo plano y sin inventiva, lo que enciende, al menos, la alarma de la mejora necesaria y constante en estas primeras jornadas.
No es casualidad que los tres elegidos estén comprometidos en la defensa, en el orden y en esa primera fase de juego, puesto que hay otros cuantos nombres dignos de ser señalados, para mal, más allá de ese equilibrio. El Valladolid necesita más. Más creatividad, más ritmo, más efectividad. En un partido en el que, de nuevo, faltan las oportunidades, se echó de menos incluso una presión más eficiente para evitar que el rival pudiera posicionarse en campo propio y buscarle las vueltas a un Valladolid que se encontró con varias acciones sonrrojantes.
En un choque que debería, una vez más, invitar a la reflexión, cabe destacar las individualidades que merecen mención en el duelo en Zaragoza. Tres nombres que reflejan la búsqueda de la mejor versión de un Valladolid que volvió a no lograr el triunfo, pero que sigue invicto en liga. Como en cada jornada, el repaso del partido deja algunos detalles suficientes para hablar de mis tres favoritos entre todos los artífices del empate de la Jornada 4: Pablo Tomeo, Stanko Juric y David Torres.
Tomeo, otra vez un héroe en medio de las dudas
Pablo Tomeo emergió de nuevo como una figura determinante en el centro de la zaga del Valladolid durante el enfrentamiento ante el Zaragoza. Su presencia fue clave para desactivar cada intento ofensivo del rival, particularmente en las jugadas de estrategia y centros laterales, pero también en juego vivo, adelantándose a cada intentona rival. Su control de las segundas jugadas reforzó la solidez colectiva del equipo y fue clave en mantener a salvo una portería que llevaba varias jornadas imbatida hasta que ayer, Dani Gómez, logró romper la racha.

Más allá de su dominio físico, Tomeo mostró lectura táctica y calma en todas sus acciones. Gestionó las situaciones de presión con inteligencia, orientando el juego desde atrás y facilitando la salida limpia del balón para sus compañeros. Su capacidad para anticiparse al peligro y reorganizar los bloques defensivos resultó especialmente útil en momentos en los que el Valladolid tuvo que retroceder y soportar fases de asedio. Confiable en el uno contra uno y certero en la toma de decisiones, contribuyó decisivamente a que el equipo no sufriera goles, algo que él mismo valoró tras el partido como una señal de solidez que deseaba que se prolongara a lo largo de la temporada.
Su rendimiento en el IberCaja no solo reafirma su valía como defensor sino que también representa el núcleo de liderazgo que el Valladolid necesitaba. En un grupo en plena construcción, su seriedad, compromiso y calidad brindan un referente palpable. En partidos tan exigentes como este, donde el rival empuja fuerte y exige concentración, contar con un futbolista que controla cada fragmento de peligro aéreo y que organiza desde la defensa supone una ventaja estratégica que puede marcar diferencias en el marcador final.
Juric, un capitán a la altura
Stanko Jurić fue una de las piezas fundamentales en el centro del campo del Real Valladolid durante el empate frente al Real Zaragoza. Su actuación se caracterizó por un despliegue físico sostenido y una presencia estratégica en la recuperación del balón. En un enfrentamiento donde el juego estuvo muy disputado y los espacios parecían mínimos, Jurić insistió en las ayudas inmediatas y en los apoyos defensivos, neutralizando las transiciones del rival y espesando las líneas de pase en zona ancha.

Más allá de la contención, el croata mostró un gran liderazgo táctico. Fue frecuente verlo orientando la línea de presión o anticipándose a las transiciones aragonesas. Su capacidad para frenar los intentos de despegue rápido del conjunto local fue clave en la construcción del resultado. A pesar de recibir una tarjeta amarilla por una falta, su lectura del partido fue muy acertada y cercana a lo que se espera de un perfil de contención como el suyo. Supo retrasar su posición cuando el balón quemaba y adelantarse cuando el equipo podía recuperar en campo rival, lo que ayudó a generar momentos de juego controlado incluso cuando el Valladolid tenía que replegar.
Jurić no brilló por estadísticas ofensivas, pero su peso se sintió en la solidez del bloque, con reubicaciones tácticas, transiciones defensivas ordenadas y consistencia en la presión. Ese tipo de trabajo se tradujo en una actuación eficaz, que permitió al equipo mantenerse equilibrado durante la recta final del duelo. En un contexto de igualdad y tensión, su parche en el medio fue un punto de estabilidad que evitó desequilibrios mayores y contribuyó a mantener vivas las opciones del Valladolid hasta el silbato final.
Torres, casi todo bien
David Torres dejó detalles muy positivos en su participación como central en el IberCaja. Y no es la primera vez aunque no haya aparecido en estos tríos destacados desde el inicio de la temporada. Su lectura del juego y velocidad de reacción fueron clave para corregir situaciones comprometidas en el área, pues, en varias ocasiones, interceptó pases filtrados y ejecutó despejes decididos que evitaron acciones peligrosas del Zaragoza tras errores propios del Valladolid. Estos movimientos, más allá de su capacidad física, evidencian una excelente comprensión táctica del espacio y el momento adecuado para actuar, lo que estuvo muy presente en fases clave del duelo.

Torres supo interpretar con precisión cuándo elevar la línea defensiva o cuándo replegarse y cerrar cercanía. Cuando el ataque aragonés buscó comenzar desde atrás, el vallisoletano se adelantó para compensar, reduciendo el ángulo de pase rival y atacando el esférico en zonas de creación. En cambio, cuando el partido se volvió más físico y rápido, se replegó con orden, ofreciendo apoyo a sus compañeros y evitando desorganización en el fondo.
Su sincronía con Pablo Tomeo fue evidente y fortaleció la estructura defensiva del equipo. En algunos momentos del duelo, también se atrevió a asumir responsabilidad con balón. Aunque no es su principal virtud, aprovechó su retención y conducción con criterio para trasladar el balón hacia zonas seguras o generar líneas de pase que ayudaron al equipo a cambiar el paso en ataque. Este equilibrio le permitió ser una pieza de confianza en las fases de transición, combinando precisión con polivalencia.
 
			