El Real Valladolid pone un nuevo punto en LaLiga Hypermotion tras su actuación en el Ibercaja gracias, en buena parte, a la intervención de Pablo Tomeo. La presencia del central fue clave en una defensa que se consolidó alrededor de su criterio y lectura táctica. Desde el pitido inicial, elevó la línea con seguridad, anticipando situaciones y adquiriendo cada segmento del campo como suyo.
Su capacidad para defender hacia adelante cambió el guion del partido y no se conformó con aguantar al rival, sino que neutralizó sus intenciones antes de que pudieran cristalizar, replegándose con orden y cortando el último apoyo en zona intermedia. Fue un futbolista decisivo, con voz y presencia, en imponer orden táctico al bloque blanquivioleta. Muchas de las ocasiones que el Zaragoza generó fueron desbaratadas por un Tomeo capaz de medir bien la zona antes de arriesgar.
Además, el defensor aprovechó de manera casi perfecta cada oportunidad para aparecer en el área rival, faltándole solo un gol para redondear su actuación ante el Zaragoza. A balón parado, el central planteó peligro con claridad e incluso un cabezazo en el primer palo, pudo haber sido el gol que le faltaba al Pucela para hacer de un partido apático una victoria importantísima. Esa insistencia lo convierte en un futbolista diferencial, no solo cuando defiende, sino también como recurso creativo y físico en situaciones de ataque estático.
Tándem junto a Torres
La conexión con David Torres fue otro factor decisivo. Formaron un dúo sólido que combinó fiabilidad con férrea coordinación. Cuando uno elevaba la línea, el otro reforzaba el centro o abría la banda; viceversa, si el balón avanzaba verticalmente, el segundo se encargaba de cerrar espacios. Esa sincronía permitió que el bloque defensivo se moviese como una superficie cohesiva, evitando fisuras por donde el rival pudiera filtrar pases incómodos o buscar profundidad. La línea de salida logró ser limpia y ordenada, y esa estructura genera confianza para sostener el sistema presionando más arriba.

La evolución táctica del equipo también pasó por su presencia. La valentía de subir en defensa, una necesidad si el equipo quiere controlar el partido desde arriba, demandaba un central con criterio suficiente para asumir riesgos sin desorden. Tomeo lo hizo con convicción, ya que no evitó romper la línea, pero lo hizo siempre con seguridad, con conciencia de que el equipo tenía cobertura en espacios laterales. Esa visión permite que el Valladolid mantenga fresco el pie ofensivo sin renunciar a organizar bien su defensa en transición.
Tomeo, un recurso más con balón
Su lectura del juego se reflejó también en la salida del balón. Frente a un rival intenso como el Zaragoza, conseguir romper la presión y dar pases verticales al espacio premium o combinar de tres cuartos hacia arriba es un activo de valor. Tomeo fue capaz de ver que un pase entre líneas a Alejo o una conducción limpia hacia el centro abría una vía inesperada. Aunque el equipo no pudo traducirlo en ocasiones claras, su acción acabó dándole al bloque matices diferentes que no suele exhibir.
Esa lectura le permitió ordenar también a los compañeros. Junto a él, el equipo pudo acercarse al área rival sin perder el equilibrio. Su ejemplo tácito fue suficiente para que el resto asumiera mantener las posiciones, pero también intentar que el balón circulara con criterio. Jugadores como Biuk, Amath o Alejo, conscientes de que necesitaban un respaldo sólido atrás, pudieron permitirse intercambios más arriesgados y proponer una salida en superioridad vertical.

El resultado fue una actuación colectiva que creció desde el corazón de la defensa. Si el equipo se siente protegido atrás, puede permitirse ser ambicioso adelante. Tomeo se convirtió en ese pulso, en el músculo que sostiene al grupo en momentos donde no debe pensar, sino actuar y colocar. Y no hay mejor elogio que el que surge cuando el equipo fluye sin que se note que está sustentado por su central.
En definitiva, el Valladolid no solo encontró en Tomeo un defensor riguroso, sino también un activador táctico. Anular, generar y organizar: esos tres verbos resumen su rendimiento en Zaragoza. En un duelo donde el resultado terminó sin goles en ambos arcos, la figura del turolense fue la que equilibró cualquier diferencia con criterio, confianza y compromiso colectivo. Tomeo lo volvió a hacer.
 
			