Desde el pitido inicial en el José Zorrilla, quedó bastante claro que el Real Valladolid iba a tener que trabajar mucho para doblegar a un Almería que se mostró superior en casi todos los tramos de partido. El dominio alterno, las transiciones rápidas del rival y la aparente superioridad en posesión exigían un centro del campo que resistiera y diera continuidad al juego con mucha precisión para evitar contras. Es en ese contexto donde Julien Ponceau emergió como un recurso valioso que, a pesar de todo, pudo despertar dudas por momentos.
Situado como mediapunta o interior por detrás del delantero, siendo el perfil más ofensivo de la línea intermedia, Ponceau aportó electricidad, imposición física y criterio para leer la circulación rival, aunque no fue un día para mostrar lucimientos voluminosos, sino para decantar los instantes críticos con inteligencia. Es ahí, precisamente, donde el francés cumplió con creces a pesar de no ser tan activo ofensivamente como se esperaba.
No siempre pudo conectar con la profundidad ofensiva que se le espera como creador, pero sí dejó muestras claras de que entiende cuándo acelerar el juego, cuándo sujetar y cuándo acompañar las fases de posesión para que no se pierda el ritmo.
Un Ponceau más defensivo que creativo
Una de las virtudes más destacadas de su actuación fue la presión tras pérdida. El jugador del Pucela buscó la recuperación rápida en cada ocasión, apretando a los pivotes del Almería y cerrando líneas de pase para generar incertidumbre y forzar el error rival. Esas acciones no siempre se traducen en estadísticas visibles, pero condicionan al adversario, obligan a la imprecisión y roban segundos esenciales al equipo contrario para evaluar la jugada de ataque. Ponceau estuvo implicado en numerosos esfuerzos para tapar las filtraciones verticales que tanto daño suelen generar los mediocentros del Almería.

En varias jugadas anticipó pases entre líneas, reubicándose veloz para cubrir huecos, lo que permitió a Valladolid disuadir los intentos de construir juego claro desde atrás. En cuanto a lectura del juego, Ponceau demostró esa madurez que se le intuía por sus procesos en Francia. Como ese jugador intenso, detectó cuándo el Almería cambiaba ritmos, cuándo buscaba salida por bandas y cuándo intentaba romper con pases al espacio, tratando de cubrir esas situaciones y ser relevante en esa defensa activa. Esa capacidad para retroceder, acompañar al pivote, cerrar triángulos de presión fue clave para cortar esa progresión.
Una mejora ofensiva necesaria
A pesar de todo, no fue un partido limpio en cuanto a fluidez ofensiva para el Real Valladolid y eso penalizó al Ponceau más ofensivo. Aunque permitió al equipo no descompensarse. En fases defensivas supo ganar espacios, apoyos, tocar en corto y conectar con los mediocampistas más retrasados, evitando pérdidas, pero le costó mucho más ir hacia adelante con acierto.
Su contribución fue más sutil en ataque y erró demasiado a la hora de transitar, perdiendo oportunidades muy valiosas, pero, aunque no acertó tanto como se espera de él en esas ocasiones más claras, sí fue un sostén para que otros jugadores, con más capacidad para buscar profundidad, puedan proyectarse sin miedo a no tener un socio entre líneas, moviéndose mucho en esa zona de la frontal y cayendo a banda zurda, ofreciéndose como opción de pase, para abrir espacios y, con ello, romper las estructuras del rival.
Un recurso útil aún en adaptación
Aunque su perfil no es el más físico ni el más alto en términos de juego aéreo, Ponceau mostró una voluntad de choque y de desgaste que prometía y está dando. En esos duelos individuales en mediocampo tuvo varios intercambios de intensidad, no todos prestigiosos, pero sí efectivos. Esa actitud contagia al grupo y ,en un partido complejo, ese rasgo de carácter colectivo marca la diferencia.

Al final, más allá del resultado favorable, lo que deja Ponceau es esa idea de crecimiento que el equipo puede intuir más allá de su individualidad, sabiendo que, tal y como se perfila que el galo puede ser una pieza importante en ese carril central del Real Valladolid. Si su regularidad en presión, lectura táctica y sacrificio se mantiene, puede ser elemento diferencial en encuentros similares.
Aún así, lo que se espera ante todo es que Ponceau pueda ser el jugador clave para afianzar el juego por dentro a nivel ofensivo del Pucela para controlar más y mejor todas las fases de juego en las que pueda implicarse, aportando equilibrio y dando soluciones entre líneas.
