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La Pizarra de Blanquivioletas | Albacete Balompié

Una mirada al Albacete que dirige Alberto González, rival de la sexta jornada de LaLiga Hypermotion para el Real Valladolid en el Carlos Belmonte

por Miguel Ruiz
18 de septiembre de 2025
Albacete Balompié

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El Albacete Balompié afrontará la temporada 25/26 con la ambición de dejar atrás esa imagen de equipo irregular que se está creando en estas primeras jornadas en LaLiga Hypermotion. Ya que pretende consolidarse en una zona sin riesgo en la tabla, deben mejorar los resultados y las sensaciones, con una idea de juego que se asiente para una temporada larga, exigente y en la que la aspiración es dejar huella en la categoría.

La dirección deportiva ha apostado por un bloque equilibrado, con futbolistas experimentados y jóvenes con margen de crecimiento, buscando mayor solidez y continuidad en el rendimiento. El objetivo no es únicamente asegurar la permanencia, sino competir cada jornada con la vista puesta en posiciones de privilegio, alimentando la ilusión de una afición que quiere ver al club pelear por cotas más altas.

Una ambición que se refleja también en el discurso del vestuario y en la propuesta que maneja Alberto González, que insiste en un Albacete protagonista, capaz de presionar arriba, de asumir riesgos y de imponer ritmo en los partidos, a pesar de los golpes recibidos en esas primeras jornadas en las que los seguidores aún no han podido celebrar una victoria. La plantilla manchega ha interiorizado ya que el salto de calidad pasa por minimizar errores defensivos y aprovechar mejor sus recursos ofensivos.

Las piezas clave del Albacete

Desde la llegada de Alberto González al Albacete, se ha apoyado en un grupo reducido de futbolistas que actúan como columna vertebral. En la actual temporada, uno de ellos será sin duda Agus Medina, un futbolista cuya versatilidad le permite adaptarse tanto a un rol de corte como de creación desde segunda línea. Suele asociarse bien con los pivotes, presionar tras pérdida y dar salida limpia al balón. Esa capacidad le permite ser ese pivote intermedio cuando se requiere, y segunda línea ofensiva en momentos de control.

Albacete Balompié
Una imagen del Albacete Balompié ante el Zaragoza | Foto: LaLiga

También Jon Morcillo aparece como una pieza ofensiva que debería ser diferencial, pues aporta llegada, gol y desequilibrio por bandas. Muchos de los movimientos de ataque tienen como eje buscar su espacio, generar superioridades o aislar al lateral rival. Otro de los nombres cruciales es el de Antonio Puertas, un jugador útil por su polivalencia ofensiva y que, además, puede jugar en ambas bandas, como mediapunta o de segunda punta. Una flexibilidad que permite al entrenador rotar el esquema o cambiar la orientación del ataque sin perder ritmo ni estructura.

En la defensa y en el eje central, jugadores como Jesús Vallejo (recién llegado del Real adrid) puede cumplir con creces en esa función para estabilizar líneas, especialmente en fases en las que el equipo sufre y necesitará darle algo de altura al juego para no hundirse demasiado. Ante rivales con juego directo o con mucha presencia aérea, el rol de Vallejo o Jon García se juzga vital.

Ambos deben cerrar espacios, anticipar y ayudar a organizar el repliegue defensivo. En los laterales, con la aportación de Fran Gámez y la llegada reciente de Carlos Neva también es clave para defender y para aportar profundidad, apoyando al extremo y ofreciendo amplitud ofensiva. Cuando Alberto González exige esa presión alta que pretende implantar, los laterales tienen que ser capaces de atacar espacio y volver rápido, cerrando la banda y colaborando con los mediocentros para evitar que los contraataques puedan herir de más al Albacete.

Una idea para dominar sin desatar el juego atrás

El esquema que parece perfilar Alberto González combina un 1-4-2-3-1 o variantes cercanas, como el 1-4-4-2 o el 1-4-3-3, apostando por dos medios que se turnan entre sostén defensivo y salida de balón, con interiores que ayudan a conectar y extremos que deben aportar profundidad. En esta estructura, el Albacete intenta presionar desde el frente; cuando no tiene la pelota, busca incomodar al rival pronto.

Esa transición defensa-ataque es clave para su juego. Cuando recuperan, hay intención de sacar rápido, de avanzar varios metros verticalmente, de aprovechar espacios que deja el rival al perder estructura. No obstante, para que ese plan funcione plenamente debe pulir la coordinación defensiva, el sacrificio ofensivo cuando el equipo no tiene el balón, y la capacidad de cerrar partidos sin conceder en los minutos finales. Si logra estabilizar esas áreas débiles, el potencial ofensivo que ha despuntado puede traducirse en mejores resultados pronto.

Albacete Balompié
Jon García, tras la derrota ante el Mirandés | Foto: Albacete Balompié

El Albacete Balompié arrancó la temporada con una propuesta ofensiva que revela ambición, pero con claros desequilibrios que el cuerpo técnico parece ya apuntar para corregir. En ataque se percibe que la intención es dominar el balón cuando toca, moverlo rápido por dentro, tratando de bascular hacia bandas para generar superioridades, especialmente explotando las incorporaciones de los laterales.

El técnico Alberto González construye su propuesta de juego sobre el equilibrio, entre ambición ofensiva y responsabilidad atrás. Sus piezas clave le permiten modular el equipo y presionar arriba, ya que pretende que el balón pueda recuperarse cerca y, sobre todo, encontrar vías al gol. Ordenando el centro del campo y manteniendo la defensa firme, el Albacete puede jugar con balón y sin él.

El Albacete, línea por línea

En encuentros dominados por la posesión rival, pretende bajar un poco las líneas, reforzando el mediocampo haciendo que los jugadores mencionados asuman tareas de sacrificio, cobertura y equilibrio. En cambio, en partidos en los que se puede ser más ofensivo, González tratará de tirar de capacidad ofensiva, cambios de banda, presión alta y explosividad individual, confiando en la rapidez de los extremos y en la proyección de los laterales como arma esencial.

Albacete Balompié
Dani Escriche y Meléndez, celebrando un gol ante el Almería | Foto: LaLiga

Hay voluntad de jugar con posesión, de progresar con la bola al pie y de establecer conexiones entre mediocentro, interiores y extremos. El equipo busca ser protagonista cuando ataca, generando ocasiones más limpias que al cierre de la pasada campaña, aunque aún le falta contundencia en la definición o claridad en los últimos metros para cerrar los partidos.

En defensa, sin embargo, los síntomas son menos alentadores. Albacete ha pagado caro los errores de concentración, las desconexiones en transición y cierta fragilidad ante balones aéreos o ante contragolpes rápidos del rival. Las primeras jornadas han dejado claro que la zaga y las líneas de mediocampo sufren cuando se les exige capacidad de recuperación tras pérdida.

El entrenador ha señalado públicamente la necesidad de mejorar esa parcela, entendiendo que mejorar atrás no es solo una cuestión individual, sino colectiva: presión alta cuando se pierde, repliegue organizado, ayudas mutuas y coordinación entre líneas. Hasta ahora, la defensa ha sido el talón de Aquiles en varios encuentros, con goles recibidos en fases en las que Albacete controlaba o parecía tener la iniciativa.

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