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Un buen plan

por Jesús Domínguez
17 de mayo de 2012
en Noticias
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El Pucela enamora con su nueva camiseta con aires retro

El Real Valladolid remonta en los últimos minutos un tanto inicial del filial del Fútbol Club Barcelona después de completar en el segundo periodo la enésima exhibición de la temporada.

 

Gol BuenoEl Real Valladolid ha sumado tres nuevos puntos en el Mini Estadi que le sirven para continuar con su pugna a tumba abierta contra el Celta por la segunda plaza, que da derecho a un ascenso directo que después de esta jornada acaricia ya entre sus dedos el Deportivo de La Coruña.

Para conseguir esa nueva victoria, los de Djukic han debido remar hasta la extenuación por enésima vez en lo que va de campaña, logrando una nueva remontada que de no haberse quedado a medias o ni tan siquiera haberse producido no habría ido en consonancia con lo expuesto por uno y otro equipo sobre el terreno de juego.

Frente a un equipo al que se le presupone un gran trato de balón, el blanquivioleta consiguió hacer gala a lo largo del segundo periodo de una nueva exhibición de fútbol de combinación, tanto interior como los costados, y que al contrario de lo sucedido en otras ocasiones, frente a los culés sí tuvo su recompensa en forma de goles.

Bien por ese estilo forjado en la cantera azulgrana o porque los nervios atenazaban a los pucelanos, el equipo careció de fútbol en los primeros compases del encuentro, permitiendo incluso que el filial barcelonista disfrutase de un par de oportunidades para adelantarse en el marcador tras un error de Jaime y una galopada de Deulofeu.

La alternancia en el dominio y las imprecisiones de uno y otro centro del campo fomentaban las aproximaciones al área rival, pero tanto el meta blanquivioleta como el catalán supieron rehacerse de sendas extridencias que no fueron a mayores para salvar a sus equipos -quizá Oier en menor medida, pues se vio favorecido por la falta de acierto de los rivales de cara a puerta-.

De mayor intensidad que buen juego, aunque no carente de fútbol, la primera mitad concluyó con la igualada en el marcador después de que Gerard Deulofeu desaprovechase la ocasión más clara para los suyos y de que Guerra en dos ocasiones, Jofre y Marc Valiente hiciesen lo propio por el bando vallisoletano.

Con la vuelta de vestuarios, la falta de excesiva claridad en la circulación tornó en una clarividencia por momentos mayúscula por parte del Real Valladolid, que trenzaba jugada en distintas zonas del campo, habitualmente apenas acariciando el cuero y con una profundidad que no había terminado de ser capital en el primer periodo.

El mayor ejemplo de este mayor acierto en el juego pretendido por Djukic fue Jofre, que creció en la segunda parte después de ser uno de los mejores del equipo ya en la primera. De hecho, a punto estuvo de poner la réplica al gol de Carlos Carmona -magnífica definición la del ex blanquivioleta tras una gran dejada de Rodri- en un balón picado por encima de Oier que Balliu se encargó de sacar sobre la línea.

El juego del Valladolid pasó a ser bastante más preciso y preciosista que el expuesto en el decente primer periodo, con una amplia gama de pases al pie y al hueco, por dentro y por fuera, que terminaron convirtiendo al Barça B en un juguete que amenazaba con tarde o temprano romperse. En cuanto la contundencia de los hombres del almirante hiciese acto de presencia, daba la sensación de que los de Eusebio verían neutralizada su ventaja, tal y como finalmente ocurrió.

Javi Guerra, de nuevo fallón, vio como no subía al marcador un tanto bien anulado por fuera de juego; y que habría supuesto un empate que más tarde lograría Óscar González. El mago dibujó un desmarque bien leído por Álvaro Rubio, que tiró de escuadra y cartabón para demostrar a los aprendices de Xavi y compañía por qué él fue campeón del mundo con Hernández. El salmantino, diccionario a tiempo parcial, definió bien ante Oier para poner la igualada.

Por la proximidad del pitido final, en un acto de desesperación, el plan inicial pudo variar, pero para variar no lo hizo. Por más que Manucho saliese al campo, el Pucela no cejó en su empeño con su idea de base, en su asedio a base del fútbol hilado, buscando despistar al rival con la habilidad del sastre y la agilidad del trilero. Y, al contrario de lo que ha ocurrido en otras ocasiones, la recompensa llegó.

A cinco minutos del final, un córner botado desde el lado derecho del ataque vallisoletano, muy pasado, cayó casi en la frontal al lugar en el que decidió aparecer Alberto Bueno, que remató de forma tan extraña como efectiva allí donde Oier no podía llegar. El tanto de la postrera victoria sirvió como culmen a sus buenos minutos sobre el césped tras sustituir a Jofre Mateu y para hacer bueno el plan de Djukic, ése con el cual el equipo es capaz de terminar un envite con cara de tonto por la derrota o de enajenado por la victoria.

En esta ocasión no tocó picotazo, sino miel, de manera que el Real Valladolid, pese al sufrimiento que entraña sacar tres nuevos puntos en el sprint final del encuentro, mantiene el tipo del Celta en la carrera por la segunda plaza final; una carrera a contrarreloj en la que este fin de semana se volverá a ver a posteriori. Sea mayor o menor la presión, en función del resultado vigués, el objetivo será el mismo: obtener la victoria por medio del buen plan del almirante Djukic.

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